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EN / 16 LA FALLA DEL CAMORRO: La roca partida

martes, 15 de noviembre de 2011

Abrazado por un cinturón de pinos, surge la falla como un espigón recortado contra el cielo. El Camorro nos mira, nos evalúa, nos reta con una impostura similar al de una estatua griega. La En su perfil se observa oquedad de la Cueva de Belda, como una herida sobre la montaña, una promesa de entrada a un laberinto único. La Falla de la Sierra del Camorro asemeja a un buque varado entre los campos de olivos, un pecio arrojado sobre la tierra. Tierra partida, fraguada en fuegos primigenios que provoca la hendidura de la falla como una cicatriz sobre la superficie. Allí está, sublime e impresionante, esperando que lo coronemos, que nos acerquemos hasta su falda, que desentrañemos los secretos de la tierra y del demonio que, dicen las leyendas, habita en su interior.

Una aproximación

La Falla del Camorro y su sierra coronan la testa de Cuevas de San Marcos, que extiende sus dominios desde la plácida cuenca del río Genil hasta más arriba de la Cueva de Belda. Engaña este territorio de la Sierra Norte (Nororma) con sus suaves ondulaciones trufadas de olivos. También se asoman los cerros a barrancos invisibles y permiten que la tierra hable a través de montañas imposibles.
La falla es producto de la brutalidad de la naturaleza, de las fuerzas inconcebibles que aprisionan y mueven y desplazan y rompen y elevan las rocas. El macizo es el resultado de la acción de fuerzas compresivas que provocaron fracturas independientes en la tierra, hasta que el macizo montañoso se elevó y desplazó en dos sentidos adquiriendo la forma actual. Esta fisura dejó a la intemperie diferente material kárstico, muy susceptible a la erosión, formando oquedades, recovecos y cuevas destacadas como la de Belda.
Su difícil acceso y su posición privilegiada propició que los árabes construyeran en lo más alto de la falla la antigua ciudad de Medina de Belda. Desde la altitud se otean los caminos cordobeses y granadinos sin pudor, observando cómo se elevan hacia el cielo las columnas de polvo generadas por las máquinas de labrado.
Miramos hacia arriba, hacia el punto más alto y dejamos que la mañana comience a pintar la cima del Camorro.

Monumento Natural Falla de la Sierra del Camorro

Declarada Monumento Natural en 1999. Tiene una superficie muy extensa para su catalogación, con 1.086.057 metros cuadrados que no solo incluye a la falla, si no al macizo completo de la sierra. Aunque los monumentos naturales son una figura de protección destinada a conservar un elemento concreto de reducidas dimensiones, la Falla del Camorro es una excepción, ya que resultaría imposible concebir la falla sin el conjunto de la sierra.
En su extensión destacan el pino carrasco, la aulaga, la cornicabra, el espino negro y las orquídeas. Destacar la presencia de algunas encinas centenarias, testimonio del primitivo encinar que poblaba la zona.
Entre la fauna se encuentran zorros, conejos, liebres, y perdices, así como búhos reales, águilas perdiceras y buitres leonados. Pero si por algo se destaca la falla es por albergar una importante colonia de murciélagos, que aprovechan las cavidades y oquedades de la roca para buscar refugio.
En este entorno hay que destacar tres elementos, la Cueva de Belda, Medina Belda y el Centro de Interpretación Senda de los Milenios.
Este último, de reciente inauguración, es el primer paso para acercarse a la falla del Camorro. En su interior, gracias a una serie de paneles y elementos didácticos se explica al visitante el origen y formación de este monumento natural y sirve como somera guía de la comarca de Nororma y del municipio de Cuevas de San Marcos. Es un edificio moderno que ha adaptado su construcción a la orografía del terreno.
La Cueva de Belda, tal y como apunta la web municipal: “Está ubicada en la Sierra del Camorro. Presenta una orientación N-S y unos 350 m. de desarrollo. Tiene un alto valor arqueológico, geológico y biológico. Constituye una galería de origen cárstico, con formaciones de estalactitas y estalagmitas. La boca de esta cueva es de forma ovalada y grandes proporciones, midiendo 6 por 12 metros, con una serie de escalones labrados en la roca. Por un alto y estrecho corredor se llega a la primera sala, donde se han encontrado los hallazgos más interesantes, además de la cerámica, se encontraron los restos de ocupación humana que quizás corresponderían a un posible enterramiento. Tiene elevadas cúpulas y tres lagos interiores fácilmente accesibles, enormes columnas de piedra de más de un metro de diámetro y recovecos de singular belleza. Es una de las zonas de refugio de murciélagos más importantes de Europa”.
Sobre Medina Belda se cuenta que “Ptolomeo, en su Geografía, habla del poblado de Belda en el año 298 a. de J.C. Durante la dominación, Belda fue de las ciudades más ricas de la Bética. Se ha hallado un féretro de bronce, ánforas y monedas del Bajo Imperio Romano. En la cumbre del Cerro del Camorro hay huellas de la población musulmana, siglos XIII y XIV, pavimentos de habitaciones, trozos de muros estucados, restos de cerámica del tipo de cuerda seca, y parte de los cimientos del castillo”.
Con todos estos datos en el zurrón, comenzamos.

La visita: Hasta la Cueva de Belda

Un panel indicativo nos señala el tiempo y duración del primer tramo del recorrido PR- A 234. Cueva de Belda (17 minutos, 953 metros). Nos hemos pertrechado. La mañana de otoño es húmeda, aún quedan restos de rocío sobre la hierba que araña nuestras botas. Huele intenso, húmedo, a tierra mojada y mullida. Comenzamos el camino bordeando el cinturón de pinos que abrazan al Camorro, un bosque silencioso y gris, sembrado de rocas caídas desde las paredes de la sierra. Nada se oye más que nuestros pasos. Parece vigilarnos el bosque, medirnos. Es un camino hermoso y mullido, de suave pendiente en este primer tramo. El Camorro se esconde entre las copas de los árboles y consigue, pese a su magnitud, no asomar.
Antes de inciar el ascenso directo, caminamos diez metros más para disfrutar de un descampado poblado por árboles y observar el macizo en su conjunto. Se abre la mañana destrás de la montaña, como un manto de luz que pintara la campiña, los altos árboles. Se escuchan los trinos de los pájaros y el eco que rebota en los farallones de piedra de la sierra. Cuevas de San Marcos vive aquí a través de esos ecos, que nos traen una sombra del tráfago cotidiano en el municipio, el ladrido de algún perro.
El camino se introduce hacia el bosque y los árboles se tumban a su paso, como si se tratara de un juego de equilibrios. El problema radica en el fuerte desnivel y en la presencia de rocas bajo la superficie, que impiden que los grandes pinos carrascos enraícen con fuerza. Este hecho provoca una sensación de leve mareo en el caminante, que permanece erguido y recto sobre la senda, mientras todo alrededor se inclina y parece caer. De hecho, son muchos los fragmentos de árboles antiguos caídos sobre la ladera.
El bosque se va despejando y aparece ante nosotros el tajo brutal, cortado a pico, cincelado por las manos de una naturaleza antigua.
Nos asombra y magnetiza lo que tenemos delante de nosotros, pero más aún si cabe el paisaje que se nos abre detrás. El pantano de Iznájar pertenece ya a la limítrofe Córdoba y remansa el río Genil. La boca del embalse se abre hacia nosotros y nos permite contemplar la lámina de agua azul espejeando sobre las tierras ocres y parduzcas del olivar. Las colinas se mecen entre las hileras de olivos, trazadas casi a escuadra y cartabón.
El camino continúa, húmedas las rocas, conviene presentar atención de por dónde se pisa. La senda está perfectamente adecuada e incluso hay algún tramo que se ayuda con pasamanos y refuerzos de tronco sobre el piso. Llegamos así hasta una verja cerrada de la que parte una escalera metálica hacia la boca de la Cueva de Belda. No está permitido el paso y se observan algunas herramientas de albañilería que indican su proceso de rehabilitación y transformación. Huelga decir que hay un modo de traspasar la verja, nada sutil, pero algo escondido para aquellos que quieran al menos asomarse.
Las vistas desde aquí son espléndidas, así que nos sentamos un tanto sobre un bancal de madera a observar. La falla gigantesca, los farallones de piedra que se elevan hacia el cielo nos cubren las espaldas.
La idea que teníamos era completar el recorrido circular que nos llevaría por el sendero ya caminado, por la falda de la sierra hasta el ascenso a Medina Belda. Parece ser que las últimas lluvias han cerrado un tanto el sendero, así que optamos por descender y reiniciar el camino en sentido inverso.

La visita: hasta Medina Belda

El camino hasta Medina Belda no resulta en absoluto complicado, discurre por una pista en buen estado, el “carril de la cantera” que lleva hasta las antiguas canteras y que es practicable en coche durante bastantes metros. Optamos por caminar y dejar que el paisaje se vaya descubriendo a cada paso. Cuevas de san Marcos aparece y desaparece entre los árboles, dejando que las colinas de olivos asciendan y desciendan a su antojo.
A cada tanto, el camino nos reserva una sorpresa, un cartel realizado en madera que nos indica el nombre latino y castellano de una planta de terminada, así nos vamos encontrando desde romero y torvisco, hasta higueras y tomillo blanco o mejorana. Caminamos con tranquilidad, con la ruptura de la falla siempre ante nosotros. El sol se eleva en el horizonte y pinta en cada ocasión un tramo mayor de sierra. El ambiente a nuestro alrededor se calienta y templa. Llegados a un punto la carretera se bifurca, se estrecha hasta transformarse en un sendero impracticable para los automóviles. De frente retomaremos el camino que nos conduciría hasta la entrada de la Cueva de Belda, a la derecha nos llevaría hasta el primer tramo de ascenso a Medina Belda. Nos asomamos al primer camino para comprobar el estado del piso y decidimos por ascender directamente hasta la antigua ciudad nazarí. Los antiguos pobladores decidieron establecerse en las alturas por dos motivos principales, el refugio natural que suponía este nido de águilas y su posición geoestratégica que permitía otear todo el horizonte surcado de caminos.
La mañana de otoño es hermosa y fresca. Las piedras mantienen aún el relente de la noche, del rocío de la madrugada. Ante nosotros, un panorama inmenso. El embalse de Iznájar a nuestra derecha, los olivos al frente y a la izquierda. Nos sentamos. Nos sabemos, en este instante, unos privilegiados.

Despedida: la visita del diablo

Cuenta la leyenda que la oquedad de la Cueva de Belda estaba habitada por un demonio. El aroma a azufre que se desprendía desde el interior de la cavidad y los reflejos que pintaban sus paredes así lo constataban. Un grupo de soldados cristianos pernoctaron una noche en las proximidades de la cueva y su encuentro con el supuesto diablo fue inevitable. Ante el hecho el gobernador de Antequera envió a un clérigo para acabar con esta pérfida imagen de Satán. De nada sirvieron sus exorcismos ante la sabiduría del diablo. El monje, ya derrotado, se arrancó la cruz que llevaba al cuello y en una última y desesperada invocación dijo: “Con esta cruz yo te ato”. Así fue. Desde entonces el diablo desapareció de la cueva y nadie nunca lo volvió a ver. En la época de la reconquista, la musulmana Belda fue rebautizada como Cuevas de San Marcos, debido a que el macizo en el que se encuentra la cueva tiene forma de león, imagen tradicional del evangelista. Pero dicen, dicen, que esto es solo una leyenda.

Enlaces de interés y consejos útiles

Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web de la Junta de Andalucía, Ventana del Visitante. Además, la página web municipal de Cuevas de San Marcos que ofrece todos los datos necesarios para visitar el monumento natural. Del mismo modo, en este blog también se puede recoger toda la información del municipio de Cuevas de San Marcos en su entrada correspondiente al 1 de noviembre.

Fotografías: Se muestran en este apartado la colección completa de fotografías correspondientes al post.




Ubicación: En este mapa de Google se puede referenciar el lugar de esta Reserva Natural.


Ver El Color Azul del Cielo "Espacios Naturales de Málaga" en un mapa más grande

2 comentarios:

Nekane dijo...

Cada día nos muestras una nueva sorpresa,hoy con cuevas incluidas.¿Ambar? Me he enterado que la mejorana es tomillo blanco.Siempre aprendo algo además de disfrutar de esos espacios y pasar un poco de envidia.
Un abrazo,Isra.

SaRa* dijo...

Hola!!!
actualmente se puede entrar en la cueva?? porque hace dos años estaba cerrada =S