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98 ARCHIDONA: CRUCE DE CAMINOS

martes, 22 de febrero de 2011

Calles lentas y largas, despacioso pasear. La luz del invierno incide sobre las paredes blancas y crema de las casas. Todo es lánguido y delicado. Algunos almendros explosionan de flores lilas e inmaculadas los campos. Archidona otea su pasado desde lo más alto del Pico del Conjuro. Archidona que sonó como Ascua, como Arx Domina, como Medina Arxiduna en las lenguas antiguas. Archidona que fue refugio y hogar de fenicios y cartagineses, de romanos. Archidona que contempló la coronación del emir Abd al-Rhaman como primero de los reyes independientes de Damasco. Archidona que fue omeya primero y nazarí después. Archidona, de caminar lento, de pasear despacioso y delicado. Archidona, medina Arxiduna, Arx Domina, Ascua. Archidona.

Parecen prolongarse las calles de Archidona en el espacio y en el tiempo. Largas calles, como las arterias auténticas que bombean desde un corazón con forma de plaza Ochavada. Nos impulsa el paseo la tranquilidad, el ambiente de despaciosidad prolongada. Caminamos por sus calles y observamos el remate de sus edificios nobles, de sus casas nobles y solariegas, de los zaguanes embutidos de sombras, de los remates de sus chimeneas y tejados. La forja negra de sus ventanas y balcones se asoma a las calles, insinuando tras sus persianas de madera o de cañas enrolladas y pintadas de verde. Salpican nuestro pasear la historia y los monumentos, las portadas de ermitas e iglesias, de museos y ayuntamientos, de semblantes de antigua y rica historia. Se saborea el pasado de Archidona con cada paso. La ciudad nos lleva y nosotros nos dejamos llevar. Olemos sus perfumes, nos bañamos en el sol esquivo, atendemos a sus monumentos, paseamos y paseamos y paseamos…

Inicio: La plaza Ochavada

Estacionar y caminar. Estas son las dos primeras y mejores recomendaciones. Buscar la plaza Ochavada y hacerse con un plano guía en la oficina de turismo son las dos siguientes. Nos asaltan el porte señorial de muchas de las fachadas, su aspecto serio y recio, bello. Nos dirigimos hacia la plaza Ochavada y tras pasar un arco parece que hemos entrado en otro mundo y época. Corría el año 1780 cuando comenzó la construcción de la plaza. Fue el rey Carlos III (uno de los ideólogos del urbanismo del Madrid moderno) el que impulsó su creación. La crisis del siglo XXI no era ajena en el siglo XVIII y uno de los objetivos de la puesta en pie de la plaza fue, precisamente, paliar una situación de profundo desempleo que reinaba en la comarca. Sus arquitectos fueron los alarifes locales Francisco de Astorga Frías y Antonio González Sevillano y responde al gusto estético del barroco andaluz, tan es así, que se la plaza se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de este estilo en el mundo. Tiene ocho caras, de ahí su nombre, Ochavada, todas ellas diferentes y en sus años de existencia ha cumplido diversas funciones. La plaza ha acogido al vecindario, ha sido mesón, ha sido sede del ayuntamiento yd el Colegio Menor “Fray Martín de León”. Además, la Ochavada ha sido el motor de comercio y mercaderías, punto de reunión vecinal, necesario escenario cultural… Se accede a ella a través de tres arcos que desembocan en otras tantas calles. Se respira aquí aire de majestuosidad. Algunas macetas cuajadas de geranios decoran las balconadas. Requiere un tiempo contemplar sus ocho fachadas, las ocho caras que miran al centro, los ocho rostros. Un grupo de vecinas conversa en mitad de la plaza, ajenas en su charla a la joya que las acoge. Sonreímos. Junto a una de sus arcadas de entrada se sitúa la Oficina de Turismo. Visita obligada, ya que en ella proporcionan cantidad de información útil (como horarios, etc), documentación acerca del patrimonio histórico, cultural y religioso y un plano callejero donde ubicar las principales referencias a visitar. El teléfono de la Oficina Municipal de Turismo es 952.716.479. Con el callejero en la mano, nos marcamos un itinerario aconsejado por la técnica que nos atiende. Dos calles principales que suben y bajan desde la plaza Ochavada hasta el Paseo de la Victoria. Nos ponemos en marcha. Salimos de la plaza a través del segundo de sus arcos, el que se asoma a la calle Salazar.

Hasta la plaza de Santa Ana

Caminamos. Caminamos y comprobamos que en Archidona todo está cuidado hasta el detalle, exquisitamente limpio. Las casas, todas ellas, conservan el aire antiguo gracias a sus uniformes balcones y ventanas de forja negra, además lucen en sus paredes tan solo dos colores, el blanco inmaculado o el crema, beige. Este detalle crea una sensación de cuidada uniformidad que muy lejos de asemejar todos sus rincones, permiten que nos deleitemos con sus diferencias, que apreciemos los elementos que se salen de tono, que reparemos en una chimenea, en un zaguán especialmente bien decorado, en una maceta más rabiosa de color que otra. Paseamos. Caminamos por la larga calle Salazar hasta llegar al antiguo convento de Santo Domingo. Y bien decimos antiguo no porque sea el primero de los conventos erigidos en Archidona (Año 1531), sino porque ha perdido su función eclesiástica para ganar otra bien distinta. El antiguo convento de Santo Domingo es ahora el Hotel-Escuela Convento de Santo Domingo. El edificio ha respetado la estructura externa del antiguo templo y ha modernizado su interior para alojar una escuela en la que se imparten hasta cinco cursos distintos de hostelería. Los clientes pueden disfrutar de su restaurante, de sus alojamientos, de su menú degustación… Para más información, precios y horarios se puede visitar su página web www.hotelescuelaturismoandaluz.com o llamar al teléfono 952.71.70.70.
En una de las paredes a las que se asoma un ángulo del convento vemos una placa que reza lo siguiente: “En esta casa murió Luis Barahona de Soto, uno de los más famosos poetas del mundo, no solo de España. Scripta Legito” Buceamos. El escritor fue también poeta y médico, e incluso guerreó en algunas contiendas contra los moriscos en las Alpujarras granadinas. El poeta vivió entre 1548 y 1595 y dejó escritos algunos versos como “Las lágrimas salidas de los ojos / más bellos, que en su mal vio amor dolientes,/ y de los que siguiendo sus antojos / vagaron por desiertos diferentes, / entre las armas, triunfos y despojos / gloriosos, cantaré, de aquellas gentes / que tras su error, por sendas mil que abrieron, / del fin de Europa, un tiempo, al de Asia fueron”.
Continuamos camino por la calle Santo Domingo, llegamos hasta la Plazuela de los Pollos y tomamos, a la derecha, la calle Carrera.
Apenas a veinte metros de la plazuela cruzamos a través de una estrecha calle (calle Dr. José Aguilar) hasta la plaza de Santa Ana. Se abre ante nosotros un recoleto conjunto d casas que parece vivir de manera paralela a las arterias principales de la localidad. Preside el conjunto, desde uno de los flancos de la plaza, la imponente iglesia de Santa Ana, a la que a su majestuosidad propia hay que sumarle el hecho de que esté edificada sobre un terreno elevando al que hay que acceder a través de una escalinata de piedra gris. Del templo sobresale una curiosa torre campanario con forma triangular. Dice la historia de esta iglesia que con toda probabilidad fue construida encima de una antigua mezquita que en época árabe se encontraría en las afueras de la ciudad de Medina Arxiduna. Gótico flamígero es su estilo con el que se proyectó su construcción en el siglo XVI. En el XIX se añadieron dos naves a la única primigenia. Es una construcción de empaque, cuyo interior está vivo y repleto de esculturas, pinturas e imaginería. No en vano, la parroquia es la sede canónica de las Cofradías de Pasión, la de la Soledad y la de la Humildad. Destaca entre su arquitectura la ya mencionada torre triangular, sin que ninguna explicación arquitectónica o racional justifique su curioso diseño.
La parroquia se asoma a la plaza colmada de casas señoriales, antiguos caserones que aún se conservan en perfecto estado de revista. Unos niños juegan con una pelota, dos mujeres charlan, un hombre desciende la escalinata de piedra y… Escuchamos un chiflido… Una tonada popular y perfectamente reconocible. Fliuuuuuuu-fi-fliuuuuuuuu-fi… Es el soniquete atemporal de un afilador. Le vemos, empujando su bicicleta sobre cuyo sillín descansa un cuerpo de madera que sostiene a su vez un pequeño motor con el que afila las tijeras y cuchillos. No es especialmente mayor y eso nos sorprende. Se cala un sombrero blanco en la cabeza. Sigue su tonada, su soniquete, que es el mismo en todos y cada uno de los lugares… Fliuuuuuuu-fi-fliuuuuuuuu-fi…
Con esta banda sonora salimos de la plaza de nuevo a la calle Carrera a través de calle Don Felipe.

Hasta la iglesia de la Victoria y el Museo Municipal

La arquitectura civil de Archidona nos sigue sorprendiendo a cada paso. Este municipio de historia prolija y antigua ha sabido conservar sus esencias, depositadas en casas solariegas de aspecto más que señorial, en palacetes y entradas de dinteles elaborados, en rejas negras de filigranas imposibles. Caminamos, despacio y a gusto, con lentitud, saboreando.
En el paseo nos encontramos con la ermita del nazareno. Ermita que en cualquier otra localidad recibiría el título de iglesia parroquial, dada su envergadura y majestuosidad. Torre campanario en fábrica de ladrillo, paredes blancas rematadas con el mismo material y un portal con dos grandes columnas que encierran en su parte superior un escudo condal. Anexo a la ermita se encuentran el que fuera antiguo colegio de Escolapios (actual instituto de bachillerato) al que permanece unido por el cordón umbilical de un arco-puente. Nos encandila el espíritu que emana de la población.
Por recordar dos apuntes históricos destacados, ya que de aquellos pagos llegan estas mieses hasta hoy en día. Archidona, siendo aún Medina Arxiduna, vivió varias décadas de esplendor. El emperador Abderramán I fue coronado primer Emir en el año 756. La ciudad fue, hasta el siglo X, capital de la llamada Cora de Rayya, una región que ocupaba, más o menos, la extensión de la Málaga actual. Ya en el siglo XVIII la llegada de los Padres Escolapios marcó un segundo esplendor, ya que dotaron a la ciudad de un importante renacimiento cultural, referente de toda la provincia hasta el siglo XX. Presisamente en las escuelas de los Escolapios a las que antes mencionábamos, estudió durante unos años el padre de la Patria Andaluza, Blas Infante. El paso natural entre Granada y Sevilla donde radica este núcleo de población siempre le ha colocado en una situación privilegiada, donde han llegado los comerciantes de manera permanente durante toda su historia y donde aún hoy continúan llegando. En el siglo XXI Archidona se encuentra en el punto de una Y ya que hacia el suroeste cruza la autopista que une Málaga con Granada y hacia el noreste la que comunica Málaga con Córdoba, Sevilla y Antequera. Archidona todo lo ve desde lo más elevado de su Pico del Conjuro. Continuamos nuestro paseo hasta llegar a la iglesia de la Victoria. Monumento destacado erigido en 1555 como un convento de Frailes Mínimos y del que sólo queda la fachada original. Destacan en su fachada las pinturas que se sitúan sobre su puerta y la espadaña, de tres ojos de los que penden dos campanas. N su interior destaca la figura del nazareno en sustitución de la Virgen de la Victoria que antaño ocupara el altar mayor. La parroquia es, además sede canónica de varias cofradías y de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa.
Junto a la iglesia se encuentra el edificio de la Cilla, sede del ayuntamiento y del Museo Municipal. Tiene una historia curiosa, porque pese a su señorío y portazgo el edificio se utilizó en su primer origen como silo para guardar cosechas. Tras una primera reforma se transformó en Casa Consistorial para después albergar el Museo Municipal. Accedemos. El museo abre en época de verano de martes a sábado de 12:00 a 14:00 horas y de 17:30 a 19:30 horas, y domingo y festivos de 12:00 a 14:00 horas. En invierno los horarios de martes a sábado son de 11:30 a 13:30 horas y de 16:30 a 18:30 horas y domingos y festivos de 11:30 a 13.30 horas. La entrad es gratuita y merece la pena. Además del natural repaso por la prehistoria e historia archidonense, el museo alberga un recorrido por la memoria tradicional y popular muy rico, donde se reflejan tradiciones como la de “correr las latas” (los niños y niñas de Archidona corren por las calles con hatillos de latas para que los Reyes Magos no se olviden de acudir a traerles juguetes) o la de los cordones de San Blas, que portege la garganta durante todo el año si se ata una cinta bendecida al cuello y decorada con pequeños roscos de pan. Recorremos los pasos de la sala de la Memoria Colectiva, donde también pueden apreciarse otras tradiciones comunitarias, la sala de la Villa, donde se reúnen los archivos y elementos municipales más antiguos, entre ellos una caja fuerte de madera y hierro que se ha utilizado en el ayuntamiento hasta hace relativamente poco (con tres llaves, una en posesión del alcalde, otra en posesión del secretario y otra en posesión del interventor), o los trajes señoriales con los que se avían en las fiestas grandes. La sala de la Villa dispone además de sillas y bancadas, y una mesa señorial perteneciente a la que fuera sala de recepciones de Archidona y que, hoy por hoy, se utiliza para realizar bodas y otros actos civiles destacados. Paseamos por el museo y paseamos por la memoria de Archidona sin sentirnos intrusos, es más sintiéndonos partícipes de su historia de sus tradiciones. El técnico responsable del museo nos atiende y recrea con minuciosidad cada detalle. Respiramos antiguo y salimos.

El convento de las Mínimas y sus dulces deliciosos

La visita al convento de las Mínimas tiene un antes y un después. El antes es nuestra presencia en Archidona y el deleite con el trato y el conjunto arquitectónico y el después tiene que ver con algo mucho más prosaico, con la delectación con la que degustamos los dulces adquiridos en el templo. Si las monjas de clausura de Archidona tienen fama en la elaboración de sus dulces, podemos admitir y subrayar que es una fama ganada a pulso. Pero será un poco más tarde y en un lugar privilegiado donde daremos cuenta de los mostachones y quesos de almendra y…
El convento de las Monjas Mínimas se construyó en 1551 sobre el espacio que ocupaba un antiguo edificio palaciego, propiedad del conde de Ureña y una antigua ermita. La fachada del convento y de la iglesia son impresionantes casi abarcan una calle entera, así que podemos adivinar, acaso intuir las dimensiones verdaderas del edificio en el que residen estas monjas de clausura. El interior de la iglesia es de una sola nave con bóveda de cañón y nos sorprenden los techos, trabajadísimos y su altar mayor de blanco y oro. Salimos. Buscamos la puerta de entrada al torno donde se venden los dulces. Si no situamos frente a la portada principal, a la derecha, a unos veinte metros hay una pequeña puerta, ahí se encuentra el acceso. Atención a los horarios, porque una vez que la puerta esté cerrada no hay manera de dar aviso. La venta de dulces artesanos es de 10:00 a 12:00 y de 17:00 a 19:00 horas. Entramos, frente a nosotros una puerta, a la izqueirda un torno. Nos entra una duda. Junto a la puerta hay un timbre eléctrico normal. Junto al torno hay una cadena que suponemos hace sonar una campana. Optamos por el timbre eléctrico. Llamamos hasta tres veces. Nadie atiende. Tiramos ahora de la cadena, al tira de ella escuchamos una serie de engranajes que corren y al final de ellos, cuando se llega al tope… suena lejana una campana… Esperamos… -Hola,- escuchamos una voz joven al otro lado. – Buenos días, queríamos unos dulces,- Decimos. -¿De cuáles desean?,- nos preguntan. -¿Cuáles nos recomiendan?,- preguntamos. - Qué te voy a decir majo, aquí todos están muy buenos. Pedimos una caja de mostachones rellenos de batata, una caja de quesitos de almendra y unos aceitados. Además de estos tres manjares la oferta se completa con borrachuelos, cortadillos y roscos de San Francisco. Esperamos. Un par de minutos más tarde el torno gira y ahí aparecen, perfectamente empaquetados, nuestros pedimos. - ¿Cuánto es?,- preguntamos. –20, 40 euros,- nos contestan al otro lado. Pagamos y nos despedimos mientras escuchamos. – Vayan con dios. ¿Cómo saben que somos dos personas si sólo he hablado yo? Miramos el pequeño hall. Sobre la puerta una moderna webcam nos vigila. Sonreímos. Tradición y modernidad dadas de la mano.

La ermita de Nuestra Señora de Gracia y la despedida
























Nos vamos, vamos a subir al Pico del Conjuro, a la ermita de Gracia, la que fuera antigua ermita, al castillo, al bosquete de almendros en flor, al verde, a la balconada natural sobre Archidona. Tomamos el coche y atravesamos Archidona por el Paseo de la Victoria y por la avenida Virgen de Gracia para tomar a a derecha el llamado Camino del Santuario. Está indicado, no hay mayor problema. El coche se puede estacionar en la parte de abajo y caminar hasta la cima, es una camino bueno pero un tanto largo y bastante empinado, También se puede acceder en coche hasta la ermita misma. Según ascendemos atravesamos un bosque de pinos y el parque periurbano Virgen de Gracia. Un velo de calima oculta el horizonte tras una seda, pero aún con todo, la vista se va dibujando de manera espectacular. Aparcamos. Un rebaño de ovejas nos sale al paso. Balan y caminan haciendo sonar las esquilas. Caminamos entre los restos de la antigua puerta de entrada al castillo de cuya existencia apenas quedan dos lienzos de muralla y los vestigios romos de un par de torreones. Sin embargo, la ermita, luce de blanco inmaculado recortada contra el cielo azul. Tras ella, se abre un abismo de olivos. Observamos cómo el rebaño de ovejas ramonea entre los pastos de hierba y escuchamos como un cordero de apenas dos días de vida (aún lleva prendado parte del cordón umbilical) bala en busca de su madre. Se ha perdido. Miramos a nuestro alrededor, no hay rastro del pastor. Intentamos atraparlo, pero salta y brinca y no se deja coger. Por fin, tras casi quince minutos de intentonas fallidas logramos conducirlo hacia donde se encuentra su madre. Sonreímos satisfechos. El cordero perdido nos había impedido levantar la vista y contemplar el espectáculo. Nos deja sin habla. Los almendros blancos se perfilan contra el horizonte. Bajo nuestros pies, el caserío de Archidona y su corazón palpitante en forma de plaza Ochavada. A los lejos las montañas de Málaga, de Granada, el Peñón de los Enamorados de Antequera. Y señoreando el paisaje, la ermita. Una de las pocas, la única, en toda Málaga que aún conserva en su interior la forma de arcadas de las antiguas mezquitas. El conjunto resulta sobrecogedor, impresionante. Visitamos su interior, coqueto y apretado, salimos, accedemos a los restos del castillo, disfrutamos del paisaje, del cielo límpido de febrero, del invierno amansado y hoy, en contra de la costumbre de este blog, despedimos desde aquí .
Nos sentamos en una piedra. El paisaje ante nuestra mirada, permanente y cambiante a un tiempo. De la pequeña mochila que siempre llevamos con nosotros, hoy, además de cuadernos, cámara de fotos, información y estuches de lapiceros y bolígrafos, tenemos un tesoro. – Ábrelas. Ante nosotros… Mostachones rellenos de batata, quesitos de almendra y aceitados… No podemos resistir la tentación y los probamos todos.
El aire nos acaricia la piel, le verde y el azul y el blanco reposan en nuestra mirada, escuchamos, algo lejanos los balidos del rebaños de ovejas, un par de ladridos algo más abajo, las ramas de los almendros de mecen con la brisa suave. Qué buenos están los mostachones.

Otras informaciones y enlaces de interés

Las lagunas de Archidona: apenas a cinco kilómetros del centro urbano se encuentra uno de los parajes naturales de Málaga, un humedal compuesto por dos láminas de agua que se conoce como las Lagunas de Archidona. Zona de paso y crianza de avifauna, tesoro preciado para los amantes de la naturaleza.
La Feria del Perro: En 1993 se organiza la I Feria del Perro de Archidona, posteriormente fue declarada Fiesta de interés turístico nacional por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Su origen es la recuperación de una feria típica de ganado que se venía celebrándose en la localidad desde principios del siglo XX y que se perdió por la mecanización y el progreso del campo. El Ayuntamiento de Archidona centró su interés en el mundo del perro para recuperarla tradicional feria de ganado. Está organizada por el Iltre. Ayuntamiento de Archidona, la Federación Andaluza de Caza, la Sociedad Canina Costa del Sol y la Asociación Cultural Amigos de la Feria del Perro. La feria es un acontecimiento singular, de ámbito nacional y una de las muestras más importantes de la Península Ibérica relacionada con el mundo del perro y de la caza; escenario importante para las razas españolas, en especial para el Podenco Andaluz. Destacar que esta raza tiene un antes y un después desde la primera edición de la Feria del Perro de Archidona, pues en ella, a través de diferentes foros se fijaron los cánones para la raza del Podenco Andaluz. (información y fotografía extraídas de la página web www.feriadelperro.com)
Semana Santa: 500 años de tradición avalan las celebraciones de la Semana Santa en Archidona. Desde el domingo de Ramos hasta el domingo de Resurrección las cofradías recorren con sus tronos las calles de la localidad hasta desembocar en la plaza Ochavada. Destaca en las celebraciones religiosas de esta época la llamada “Embajá del Ángel”, cuando un niño desciende desde los cielos ataviado como un ángel desde el balcón de la iglesia de la Victoria para anunciar la Pasión de Cristo.
Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Archidona además de las ya mencionadas en este reportaje.

97 VÉLEZ MÁLAGA: HABLAMOS DE ANTIGUO

martes, 15 de febrero de 2011

Hablamos de antiguo, con el lenguaje de los árabes, de los romanos, de los fenicios. Hablamos de antiguo, del pasado colmado de historias, del tiempo trufado de nombres, de ilustres, de plebeyos, de cortesanos. Hablamos de antiguo, de Mariyya Ballis, de Bentomiz, de Mainake, de Maenoba, de as-Sarqiya, de Abul Cacim Venegas, de El Idrisi, de Abulfeda, de Ibn Batuta, de Abd-al-Basit o de María Zambrano. Hablamos de Vélez Málaga y hablamos de Historia.
Impone enfrentarse a una ciudad así, a una ciudad que tuvo máxima importancia en los tiempos de Al-Ándalus, que la tuvo en la conquista cristiana, en la guerra de la independencia. Imponen su pasado glorioso y su moderno presente. Vélez Málaga asciende su mirada hasta lo alto de un cerro doble, donde de un lado muestra su cara más belicosa con la presencia de la torre del castillo y de otro su rostro más espiritual con la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. A caballo entre ambos se estructura una ciudad de calles largas y sinuosas en los barrios más modernos y callejones estrechos en el barrio de la Villa que rebosa el límite de las antiguas murallas. Salpican el trazado de Vélez Málaga los monumentos religiosos, conventos y ermitas, iglesias y cruces, que delinean el horizonte de la ciudad con sus cúpulas y campanarios. Tras la conquista cristiana se remozó el callejero y algunos de sus monumentos religiosos de origen árabes fueron transformados en epítomes de la cristiandad y así las mezquitas transformadas en iglesias y ermitas y conventos. La profusión de estos últimos fue tal que el municipio fue tipificado como “ciudad conventual”.

Llegada y aparcamiento

Las amplias avenidas que nos introducen camino del corazón veleño nos engañan. Poco a poco los caminos que nos llevan al Centro Histórico se estrechan y retuercen conforme se abrigan en torno a la antigua fortaleza. La mejor posibilidad, dado que el recorrido que vamos a realizar en Vélez nos obligará a caminar es estacionar el coche en las calles próximas al centro urbano y tomar como referencia una de sus múltiples plazas para que, ayudados de un plano callejero o georreferenciados a través de un gps, se puede iniciar la visita desde cualquiera de estos puntos. Así lo hemos hecho y partimos nuestro recorrido de Vélez Málaga en la plaza de los Carmelitas.

Desde la Plaza de las Carmelitas hasta la plaza de la Constitución

Contemplamos el convento que se yergue frente al ayuntamiento veleño. Impone el edificio, su solemnidad, combinando la sobriedad de su cuerpo con la magnificencia de su portada. Impacta el silencio que reposa en su entrada lateral, donde se halla el torno con el que las monjas carmelitas se comunican con el exterior. Es el convento de Jesús María y José, también conocido como “de las Carmelitas”. Fue fundado en el año 1702 por la orden del Carmelo y tiene su origen en dos amplias viviendas contiguas compradas en 1699, reformadas hasta quedar como un único recinto cerrado, uniforme y con escasos vanos dirigidos hacia el exterior para acentuar el rigor de la clausura. La iglesia fue construida entre 1738 y 1745. Descubrimos en el pie de los paneles explicativos de los monumentos, este es el primero pero en casi todos existe, un sistema de información muy práctico. Un número de teléfono, un número asignado a cada monumento y un número para cualquiera de los idiomas en los que se quiera escuchar la conversación. Tecleamos, tecleamos y tecleamos. Escuchamos. Una agradable voz nos transmite toda la información referente al convento. Práctico, eficaz y enriquecedor. Descendemos por la calle hasta tomar un bifurcación a la derecha por Montera y Téllez Macías, para girar de nuevo a al derecha y ascender por Félix Lomas. En esta última nos encontramos con un imponente monumento. Por su arquitectura y por su amplitud. El convento de Nuestra Señora de Gracia o convento de las Clarisas. Blanco inmaculado, formando un rectángulo que ocupa varias calles. Su entrada, porticada. El origen de este edificio, el convento de Nuestra Señora de Gracias se sitúa en el barrio de la Villa donde pronto se quedó pequeño y tuvo que ser trasladado hasta su ubicación actual, elevado en 1555 y poseedor de un hermoso claustro de estilo mudéjar. La iglesia del convento fue restaurada en el siglo XVIII.
Impresiona Vélez por su porte y señorío. Destaca en su arquitectura civil y religiosa la importancia centenaria de sus calles y monumentos, el abolengo de sus edificios. Caminamos por un pedazo de rica historia y es conveniente ser consciente de ello.
Desde la calle Félix Lomas, tomamos, hacia la derecha, la calle Tiendas, una importante vía de comunicación que une la parte más antigua de la ciudad con la más moderna, poniendo en contacto la plaza de la Constitución con la plaza de las Indias. Caminamos, nos cruzamos con algunos vecinos y vecinas que nos saludan. Observamos sus fachadas, sus detalles de flores, las sorpresas de sus arquitecturas.
Recogida sobre una esquina, indicando al caminante, como un faro, la dirección a seguir, formando una perfecta bifurcación entre la calle Tiendas y la calle Piedad nos encontramos con la capilla camarín de la Virgen de la Piedad. Impresiona. Impresiona por su falsa sencillez. En el primer piso dos puertas de madera se abren para mostrar una imagen de la Virgen en todo su esplendor. Se remata el conjunto con un tejado sobre el que se levanta una pequeña linterna. La imagen de la Virgen, acomodada tras un cristal, se halla rodeada por dos columnas de estilo corintio y un frontón reposado sobre un arco de medio punto. Flores.
Continuamos por la calle Tiendas, a la izquierda.
Nos encontramos muy próximos a las murallas de la antigua ciudad, aún se pueden ver lienzos de las mismas sobresaliendo, incólumes, en el tiempo. Torreones defensivos, láminas de terroso ladrillo. Las oficinas del Centro de Información Juvenil se amparan bajo ellas con total naturalidad como si hubieran estado allí siempre. Algo más adelante, apenas veinte metros y a la derecha nos encontramos con la fuente de Felipe II y Fernando VI. Es una fuente de mármol blanco majestuosa. Recargada, sin concesión a la sobriedad. El agua brota de cuatro caños, a través de la boca de sendos animales mitológicos. Nos refrescamos en tan insigne lugar, construida en el siglo XVI y trasladada hasta el lugar actual en 1758. En la fuente original aparecía el escudo de armas de Felipe II y en su traslado se incluyó el escudo de Fernando VI, de ahí su regio nombre doble.
Se abre ante nosotros la plaza de la Constitución. Imaginamos. Corre el año 1487, los Reyes católicos llegan a Vélez Málaga. Muralla sin mancha que vivió la guerra desde lejos gracias a pactos y rendiciones entre los vencedores y vencidos. Isabel y Fernando, reyes, cruzan desde aquí los gruesos muros de la fortaleza a través de la sólida puerta que daba acceso al barrio de la Villa. Desde entonces aquel dintel recibió el nombre añadido de Real, llamándose Real Puerta de la Villa. Una de las cuatro puertas que rodeaban la antigua medina, sólo ella queda en pie, esquinada, protegida a su vez por dos torreones y un grueso lienzo de muralla. Este fragmento mural se encuentra perfectamente restaurado y ofrece una idea cabal de la prestancia y solidez de la defensa.
Frente a la antigua fortaleza se ubica el pósito, un almacén de grano que se utilizaba en previsión de malas cosechas, épocas de racionamiento, delicados momentos bélicos. Es un edificio civil amplio, rectangular, blanco, constituido por dos plantas y que podría albergar buen número de provisiones. Tiene forma de lonja y en su piso bajo diferentes arcos forman la cara de la fachada. Cayó en desuso y fue ocupado por viviendas particulares. En la actualidad existe un proyecto para reconvertirlo en centro cultural, en espacio de ocio.
Presidiendo la plaza de la Constitución nos encontramos con un templo de prestancia singular. Su enorme torre campanario impera en el horizonte. ¿Cuántos metros de altura tendrá? Calculamos a ojo de mal cubero… ¿Veinte, treinta metros? Su posición privilegiada, rematando el frontal de la plaza, situada en un altozano natural provoca que el efecto sea aún mayor. Es la iglesia de San Juan Bautista. Construido en planta basilical en el siglo XVI. En el XIX experimento una serie de serias reformas impulsadas por el abogado veleño D. Federico Vahey, ministro de Gracia y Justicia de Isabel II, promoviendo tal transformación que el templo de aire mozárabe se tornó en un edificio neoclásico. A la puerta de la iglesia, la estatua de un nazareno acompañado de un monaguillo completa la visión de conjunto del templo. Suena el repique de campanas, un curioso soniquete que va más allá de los toques tradicionales y muestra una compleja secuencia musical de graves y agudos que recorren las calles del barrio de la Villa y alrededores.

Desde la plaza de la Constitución hasta la ermita de la Virgen de los Remedios

Bordeamos la iglesia y descendemos por la calle Sevilla, tras veinte metros, a la izquierda tomamos la calle Mercader, primera a la derecha calle San Francisco. Cruzamos frente a la puerta de la llamada Casa de Cervantes. Un caserón solariego de proporciones más que destacadas, construido en el siglo XVI y que mira al exterior con su fachada de balcones forjados y dos puertas, la de carruajes y la principal, que tras un zaguán se abre al interior de un patio con arcos de medio punto sustentados sobre columnas de ladrillo.
Accedemos hasta la plaza de San Francisco donde dos edificios principales enmarcan su tremenda actividad. Uno de ellos, el municipal mercado de abastos, que genera un continuo tráfago de coches y de gentes portando bolsas con compras y enseres y alimentos. Otro, el convento de San Francisco, fundado en 1498 sobre una antigua mezquita, de la cual, el único resto visible es la torre alminar transformada en campanario. El claustro, impresionante, es de estilo mudéjar, y el estilo de la iglesia original queda enmascarada por el remozo posterior, de gusto barroco. En su interior, destaca la capilla del Buen Pastor.
Desde uno de los laterales del convento accedemos a la fachada del Palacio de Beniel. Solemne, elevado, distinguido, quizá la muestra más destacada de arquitectura civil de la localidad. Destaca su piso superior, formado por una terraza abalconada, cuyos arcos miran hacia el centro urbano de Vélez. Fue don Alonso de Molina Medrano el que lo mandó construir en el siglo XVII. Fue, durante un tiempo, la Casa Consistorial y desde hace algunos años, la sede de la Fundación María Zambrano. Alberga exposiciones pictóricas y arqueológicas, conferencia, etc. Surge por primera vez aquí el nombre de María Zambrano, quizá la más insigne de las veleñas, una mujer comprometida con su tiempo y su época. Nació en Vélez Málaga el 22 de abril de 1904 y falleció en Madrid el 6 de febrero de 1991. Escritora, ensayista, profesora universitaria y eminente filósofa, discípula de José Ortega y Gasset, posee una amplia bibliografía en la que se incluyen elaborados escritos sobre la política y la sociedad, el comportamiento del ser ante el tiempo, la razón poética de la vida y de lo social, la ética, etc. Un pensamiento complejo que se vio truncado por la obligación del exilio. Aunque en 1937, el mismo día de la caída de Bilbao, regresa de Chile y cuando es preguntada por las razones de regresar a una tierra con la guerra ya perdida, Zambrano contestó de manera taxativa con un enérgico “Por eso”. De nuevo el exilio en 1939 a Francia y de ahí a La Habana, México, San Juan de Puerto Rico, París, Roma hasta regresar a España de nuevo en 1984. Para entonces había sido reconocida en 1981 con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, con el título de Hija Predilecta otorgado por el pueblo de Vélez Málaga, como Doctora Honoris Causa por la Universidad de Málaga, como Hija Predilecta de Andalucía y con el Premio Cervantes en 1989. El 6 de febrero de 1991 fallece en Madrid, siendo enterrada en su ciudad natal de Vélez Málaga. Sin duda una vida y una obra apasionantes.
Desde el Palacio de Beniel tomamos la calle Arroyo de San Francisco para ascender hasta el cerro de San Cristóbal, un otero privilegiado donde se ubica la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. La subida no es dura, pero tampoco fácil. Se puede acceder también en coche, pero el ascenso nos ofrece el privilegio de disfrutar, poco a poco, de las vistas que nos ofrece la colina. Se observan los tejados de las terrazas veleñas, los bancales de frutas, las plantaciones de cítricos en la vega, los montes próximos, el caserío completo, el campanario de la iglesia de San Juan, la Torre del Homenaje de la fortaleza, la vega que desemboca en el Mediterráneo, en Torre del Mar, y sobre la ermita… el perfil de la Maroma, montaña más alta de la provincia de Málaga. La panorámica es espectacular. Un grupo de personas mayores se sientan en lso bancos del mirador, al sol de invierno, relajados, charlados, con la historia mediterránea a sus espaldas…
La ermita guarda una sorpresa. Su exterior es sencillo, encalado, inmaculado de blancos. Se corona su tejado por una espadaña de la que penden dos campanas. Su interior es punto y aparte, una obra de arte viva, espectacular. La entrada a la ermita se encuentra en su lateral derecho y lo que esperamos encontrar dentro, paredes blancas, columnas más o menos historiadas, una artesonado interesante, se troca en color. Toda la ermita está pintada. Merece destacar la obra que actualmente cubre los muros interiores de la Ermita, cuya superficie total ronda los 1.150 metros cuadrados. Evaristo Guerra, es el autor de esta magistral obra, que mediante la técnica del “fresco” pretende “hacer los muros transparentes” para que la Virgen de los Remedios pueda ver a través de los mismos los paisajes de la Axarquía, de los alrededores de la Ermita y los edificios emblemáticos de la ciudad. Pero contarlo no es vivirlo. Los tonos, los colores, las figuras, la viveza de los gestos, la plasmación de las escenas cotidianas. Todo resulta ser de una hipnótica belleza. Nos deleitamos contemplando las pinturas murales hasta descubrir sus secretos, las figuras que se escondían. Se nos revelan detalles que no habíamos visto, riquezas insólitas en la perspectiva, en la naturalidad de las expresiones de los representados. Reposamos, descansamos sentados en sus bancos de madera, inundados por la especial luz, por el color, por la sensación de permanecer en el interior de un cuadro.

Hasta la Torre del Homenaje

Descendemos, con las maravillas de las pinturas murales de Evaristo Guerra aún titilando en nuestros ojos. Y recuperamos el camino que nos lleva hasta la plaza de la Constitución. Podemos llegar por donde hemos venido o atravesar parte del barrio por la calle Calzada Herrera, por la plaza Santa Cruz, la Cruz del Arrabal, que fotografiamos, cruzar la plaza de Los Sastres y llegar hasta las murallas que preceden a la Real Puerta de la Villa. Cruzamos bajo su arco y nos sumergimos en un mundo de arquitectura antigua, de perfilado y retorcido trazado árabe. Aquí se abrigaba la medina, con sus casas bajas, comercios, pequeñas fábricas, aljibes… Protegidos bajo la mirada impertérrita de la Torre del Homenaje, abrigados por las murallas de la fortaleza. Así caminamos por la calle Real, cruzamos las plazas del Espinar primero y de Rojas después para ascender por la calle Santuar Sta. hasta la iglesia de Santa María.la Mayor, en cuyo interior se encuentra el Museo de la Semana Santa. Edificada sobre una antigua mezquita a finales del siglo XV y principios del XVI. El interior del templo es amplio, elevado hacia las alturas. El artesonado de madera, mozárabe, resulta especialmente destacado. El conjunto de la iglesia es regio, serio, rico. Se sitúa en lo más alto del barrio de la Villa y desde su exterior se domina Vélez Málaga a sus pies. El Museo de la Semana Santa, recogido en su interio muestra toda una imaginería de coronas y capas de oro, casullas y vestimentas, arropos para la Virgen y sus imágenes que se velan hasta la llegada del tiempo de la Pasión. Ricos adornos que denotan el poder de la iglesia. Más allá de los poderes terrenales se encuentran los poderes del arte. El fino detalle con el que están talladas las piezas, las filigranas y finuras con las que se rematan las figuras, el cuidado y el esmero de los artesanos que las elaboraron. Dejamos atrás lo espiritual y salimos al sol del mediodía. Desde la iglesia tomamos la calle Cuesta de Sta. María y accedemos, tras un murete al recinto del antiguo castillo. En pie queda la imponente Torre del Homenaje y algunos lienzos de las murallas que se abren hacia la vega y hacia el mar. Las vistas son espectaculares. Ante nosotros se abre el terreno de plantaciones de frutales que se extienden desde el mar hacia el interior de esta zona de la Axarquía en pueblos como Benamocarra, Benamargosa o los accesos desde el Mediterráneo a Canillas de Aceituno, La Viñuela, Alcaucín o Periana. Salida natural al mar, esta fortaleza lo dominaba todo, la llegada de barcos, las comunicaciones con Granada y Almería y Málaga por la costa, hacia la Granada interior a través del boquete de Zafarraya. Vélez Málaga era, y es, un lugar geoestratégico idóneo para el control de personas y mercancías. Desde esta Torre del Homenaje se divisaba cualquier movimiento. Hoy dos jóvenes se sientan y charlan, las piernas cuelgan murallas abajo. Hablan de chicas, de nocturnidades y alevosías. Contemplan un pasado hermoso y antiguo, quizá sin saberlo en su ansia por vivir el momento. Carpe Diem. El sol nos templa la piel con su exquisita calidez de invierno. Miramos los distintos horizontes que nos propone la fortelza e imaginamos, nos lo imaginamos todo. Luchas, rendiciones, caballeros cristianos y califas árabes, crónicas egipcias, expediciones romanas, cultura fenicia. Todo.

Torre del Mar

Hemos retornado al coche con la historia aún resonando en los oídos, ahora queremos disfrutar del sabor del salitre. Tomamos dirección a Torre del Mar. Tomamos dirección Centro Urbano y estacionamos en una de las calles próximas al Paseo Marítimo. Olores a espeto y a brasas, a pescados a la plancha, a pescaíto frito. Chiringuitos lamiendo la arena de la playa, amplios restaurantes con la especialidad del pescado y el marisco como reclamo principal, también restaurantes de comida internacional… Y el mar azul en conjunción con el cielo. Algunos grupos de jóvenes extranjeros toman el sol vestidos, con las camisetas remangadas hasta el pecho, capturando los delicados rayos que inciden sobre la arena… El paseo marítimo de Torre del Mar cuenta con tres kilómetros de longitud junto a las playas y con una amplísima oferta hostelera. Está poblado de numerosas especies vegetales que lo convierten en una gran zona verde y además se acompaña de las poesías en cerámica de Manuel Alcántara, teniendo como referente el gran faro de 26 metros de altura que domina el litoral torreño. El paseo nos permite contemplar desde los faros (el moderno y el antiguo de la avenida Toré Toré), a la Torre Manganeta junto al río, así como la ermita de la zona de la Noria. Paseamos, caminamos, paramos, picoteamos aquí y allá un par
de raciones de calamar plancha, de gamba fresca, dos refrescos, una cerveza. Otro paseo, algo más de tapeo, unas sardinas al espeto. Reposo, más camino, otra parada técnica para el avituallamiento… Paseo…

Despedida

Con la luz de los murales de Evaristo Guerra prendada en la mirada observamos ahora el mar Mediterráneo, intensamente azul. Se nos mezclan los colores de la memoria y del presente, de la historia antigua y de la racionalidad filosófica, de las vegas verdes y de las altas montañas. Reposa en Vélez Málaga un poso de historia que se transmite, que calza los pies del visitante, el pensamiento del curioso, la piel del emotivo. Cada rincón y esquina ofrecen un tesoro visible y un cuento cotidiano por descubrir. Nos empapamos de todo ello mientras, tumbados sobre la arena templada de Torre del Mar contemplamos el azul profundo del cielo.

Otras informaciones y enlaces de interés

Semana Santa Veleña: “Justamente considerada una de las más sobresalientes de Andalucía. La secular tradición religiosa de esta ciudad, marcada desde finales del siglo XV por la construcción de numerosos conventos e iglesias, desembocó de manera natural en la configuración de unos ritos externos que alcanzan su más alta expresión en la Semana Santa. Cofradías fundadas muy tempranamente compiten en esplendor con otras de más reciente cuño durante unos días en que la ciudad vive casi exclusivamente por y para sus procesiones. El fervor popular que se exterioriza al paso de algunas hermandades es tan contagioso que incluso los más escépticos ante estas manifestaciones de carácter religioso acaban por participar en ellas con verdadero entusiasmo. Sería inútil destacar unas cofradías sobre otras, pues todas, con su magnificencia ornamental y sus muchos devotos, contribuyen a hacer de la Semana Santa de Vélez-Málaga una memorable celebración” Información extraída de la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol. (Fotografía extraída de la web municipal de Vélez).
Caleta de Vélez: Caleta de Vélez es otro de los destacados núcleos poblacionales de Vélez Málaga, se sitúa a dos kilómetros de Torre del Mar y aún conserva toda la atmósfera de un barrio típico de pescadores. Caleta de Vélez acoge el puerto pesquero más importante de la provincia de Málaga, ineludiblemente unido a las actividades náuticas. También en Caleta de Vélez podemos encontrar un campo de golf de alta calidad como oferta de ocio y deporte.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Vélez Málaga.