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51 CANILLAS DE ALBAIDA: BLANCO SOBRE BLANCO

martes, 30 de marzo de 2010

Albaida. Blanco. Inmaculado. Albaida en árabe se traduce como blanco, inmaculado. Se asemeja así Canillas de Albaida a una pincelada sutil que pinta de manera transversal la ladera de una colina. Blanco. Albaida. Inmaculado. Su caserío se arracima sobre sí mismo, se estrechan sus calles, se vigorizan sus cuestas. Inmaculado. Blanco Albaida. Del que sólo sobresale, enhiesta, la torre de la iglesia, como un faro y aviso para navegante serranos, único edificio que se manifiesta distinto a nuestra mirada, ocre, oscuro, de ladrillo visto. Canillas de Albaida. Blanco. Inmaculado.

Canillas de Albaida: sobre una ladera

Aparece tras una curva, oculta a las miradas inquietas de los viajeros ahora y de los antiguos enemigos antes, cuando las revueltas moriscas y la reconquista a sangre que propiciaron los Reyes Católicos. Y más que aposentada parece abarrancada sobre la ladera de un cerro, como si los cimientos de sus casas se unieran a él de manera inextricable, imposibles de desenredar. La sensación se acrecienta más aún cuando nos vamos acercando, buscando un lugar donde estacionar, en la parte más baja del municipio, con el trazado laberíntico sobre nosotros. Los desniveles de las callejas se salvan con una arquitectura abrupta e imaginativa que dota a su estructura urbana de un carácter recio, con fuertes contrastes. Así nos encontramos muros fuertemente asolados, donde el sol se ensaña y refulge con intensidad blanquísima y esquinas donde duerme, fresca, la sombra. Serpentean las calles hacia arriba, buscando la verticalidad. Sus casas son blanquísimas y repelladas una y otra vez, refulgen ante el sol de mediodía. Albaida. Blanco. Inmaculado.

El laberinto

El consejo de perderse es en Canillas una obviedad. Nos enfrentamos a un dédalo de calles que se retuerce sobre sí mismo una y otra vez. Nuestra intención es ascender hasta la ermita de Santa Ana, situada en la parte más alta del pueblo y, en el camino, encontrar la iglesia y el callejón de Araceli a la subida y la fuente y el antiguo lavadero a la bajada para visitar, después y fuera del centro urbano, la ermita de San Antón y el puente romano. Los primeros pasos son resueltos para transformarse, minutos después, en vacilantes. Callejones cortos, plazuelas y plazoletas, rincones, pendientes pronunciadísimas. Estamos perfectamente perdidos, y encantados en esta pérdida que nos permite descubrir las esencias del pueblo, las calles vestidas de tiestos, arriates y macetas con tal profusión que llegan, en ocasiones a ocultar las paredes. Nos refugiamos a la sombra de los alares, bajo el abrazo de un limonero repleto de frutos amarillos y poderosamente olorosos. Caminamos, nos perdemos, nos reencontramos, preguntamos, paseamos, descubrimos. Este es el influjo poderoso de los viajes, de las visitas, el descubrimiento de lugares insospechados, de rincones secretos. Llegamos así hasta la plaza de Nuestra Señora del Rosario.

La plaza y el callejón de Araceli

Si hablábamos de profusión de flores y de calles verticales, en la plaza obtenemos un remanso de paz horizontal y un catálogo de arriates y macetas que cubren la práctica totalidad de los balcones que se asoman a la misma. Una línea de sombra parte el trazado de la plaza en dos, en sombra oscura y puro blanquísimo. La iglesia de Nuestra Señora del Rosario preside uno de los laterales de la plaza y resulta curioso que la torre que corona el templo no pueda verse desde esta ubicación por situarse justo en el lado contrario de la edificación. La puerta de la iglesia está abierta. Entramos. Nos sorprende de inmediato que la planta sea cuadrangular, es prácticamente una cuadrado perfecto. Está compuesta por tres naves, todas ellas cubiertas de artesonado de madera. El altar de apariencia sencilla está compuesto por cuatro columnas de estilo romano con un capitel triangular que apenas sobresalen del fondo. Pintado con tonos pastel, preside el conjunto la figura de la patrona de la localidad. En la entrada, a la derecha, dos imágenes femeninas parecen casi levitar por situarse sobre dos pequeñas hornacinas y cubrir con sus mantos a estas. Un crucifijo con la figura de Jesucristo encabeza este trío de figuras. Salimos, de nuevo al fulgor de la calle y, tras preguntar, subimos un trecho por la calle Hornos para girar, inmediatamente, a la derecha. Vemos el siguiente nombre: Araceli. Tiene fama merecida este callejón. Es estrecho y es relativamente largo. Mide apenas ochenta centímetros de ancho por diez metros de largo. La sensación de encajonamiento sorprende y se siente cuando los hombros apenas rozan las paredes que lo conforman. Fotos. Fotos personales con las manos extendidas tocando cada lado de sus muros, etc... Seguimos nuestro ascenso. Poco a poco, sin prisa, despacio. El sol aprieta. Nos paramos, contemplamos las casas, el paisaje. Continuamos.

La ermita de Santa Ana y el descenso hasta el lavadero

Espejean las paredes blancas, reverberan al sol. Llegamos. Los montes que rodean Canillas y la vecina Cómpeta están rodeados de vides y olivos. Suben y bajan, ascienden y descienden las colinas como una marea verde e inmóvil. No en vano nos encontramos en las estribaciones de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Dentro del Parque natural que las conforman. Llegamos así hasta la ermita de Santa Ana. El edificio es sobrio, antiguo, encalado y poderosamente atractivo. Un pequeño soportal cubre la entrada Y la disposición de la propia ermita la convierte en un mirador natural. Hacia el norte descubrimos el auténtico poderío de las sierras, las laderas que descienden de manera abrupta hasta el fondo de los valles donde resuena la cadencia vigorosa del agua. las estribaciones de Sierra Almijara son, desde aquí, una realidad palpable, constatable, impresionante. Un mosaico sobre una de las paredes del pequeño templo nos indica que data de los primeros años del siglo XVI y que está catalogada como Monumento Histórico Andaluz. Su enclave natural nos ofrece un paisaje abrumador. Al noroeste, el pico de la Maroma, el más alto de Málaga, al noreste la que podría ser provincia de Granada, bajo nuestros pies el dédalo enredado de las calles de Canillas. Y, al sur, el mar. Nos sentamos aquí un rato, recorremos las paredes d ela ermita, reposamos, descansamos, tomamos un tanto de agua. Disfrutamos. Tras el reparador respiro nos ponemos de nuevo en marcha. Descendemos por entre las callejas en un sinuoso recorrido que nos lleva por la Casa de las Marmotas, por callejas empinadísimas, por requiebros y recodos floreados, por tramos cortos de bajada, por calles transversales que nos cortan el paso. Preguntamos. Por aquí, luego allí a la derecha, después, tras un callejón, a la izquierda, tras la casa blanca de ventanas azules a la derecha otra vez, luego un poco más hacia abajo, a la izquierda y otra vez a la izquierda. Imposible. Intentamos seguir las indicaciones que de tan buena fe nos ofrecen pero nos hemos confundido en el segundo "a la izquierda". De pronto, ante nosotros, y tras una esquina aparece una hermosa fuente de tres caños poderosos y que se sitúa frente al antiguo lavadero. Dejamos la mochila en el suelo, las gafas de sol sobre una repisa, la cámara junto a las gafas, nos remangamos y sumergimos el rostro en el torrente de agua fresca y poderosa, vigorosa y reconstituyente. Nos mojamos también los brazos y dejamos que el sol nos seque al aire. Visitamos el antiguo lavadero que en la actualidad ha perdido su función primigenia y que se ve repleto de enormes maceta con plantas de todo tipo y color. Seguimos camino hacia abajo.

La ermita de San Antón y el puente romano

Justo en el lugar en el que hemos estacionado el coche una indicación señala la dirección hacia el puente romano. Se encuentra en el antiguo carril de Árchez, construido sobre el río Turvilla. Se puede acceder andando por el carril de San Antón, también desde la calle Axarquía, es un descenso relativamente suave que se va acrecentando y que luego habrá que hacer a la inversa. También se puede acceder hasta las proximidades en coche. En el camino se sitúa la ermita de San Antón, desde la que se tiene una buena perspectiva del caserío canillero. A su entrada un placa de cerámica nos cuenta que es una "sencilla construcción del siglo XVII, de una sola nave rectangular, cuberita con armadura de madera con tirantes de lazo. En el exterior, señalar su acceso de arco de medio punto con alfiz resaltado, apoyado en pilastras y espadaña de un solo hueco. Destacar en su interior el retablo de madera policromada, obra de fines del siglo XVIII y estilo rococó. La hornacina está ocupada por una imagen del patrón". Seguimos el camino de descenso hasta llegar al río Turvilla donde nos espera el sencillo puente romano, de un solo ojo y de sencilla construcción. Se puede acceder por el otro lado, desde un camino de piedra con balaustrada de madera. Frescor...

Despedida

Quizá la imagen del mar, desde la ermita de Santa Ana, el reposo tras el largo paseo en ascenso, la impresionante orografía de Sierra Almijara a nuestra espalda, el sonido lejano del agua vigorosa entre los barrancos, la brisa suave del viento que lega del Mediterráneo, el verdor intenso de las vides y de los olivos sobre las colinas, la tranquilidad del silencio de la tarde primera... Canillas. Blanco. Inmaculado. Albaida.

Enlaces de interés y consejos útiles

Fábrica de la luz: Desde la ermita de Santa Ana parte un camino transitable en coche hasta la Fábrica de la Luz, una zona de esparcimiento y acampada perfectamente equipada: Mesas con bancos, barbacoas, fuente pública, duchas, fregadero, servicios, aparcamiento, plazas para tiendas. Se encuentra a 4 kilómetros, aproximadamente del centro urbano. esta zona recreativa se sitúa dentro del Parque Natural de Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Más información en el teléfono: 951.040.058.
Senderismo: Desde la Fábrica de la Luz parten numerosas rutas senderistas dentro del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Toda la información sobre el Parque Natural se puede encontrar pinchando AQUÍ.
Ruta del Sol y del Vino: Junto con Algarrobo, Sayalonga, Cómpeta, Torrox, Nerja y Frigiliana, Canillas de Albaida forma parte de la Ruta del Sol y del Vino de la Axarquía.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la web municipal de Canillas de Albaida, la web personal Canillasdealbaida.com y la web Axarquía Costa del Sol.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

50 CÚTAR: TIERRA DE VIDES Y MONFÍES

martes, 23 de marzo de 2010

Y decidieron quedarse, y algunos de ellos buscar en la rebelión, en la sublevación, en la guerrilla, una forma de mantener su costumbre, su historia, su pasado intacto y, con ellos, también su orgullo. Se les llamó monfíes y los ejércitos de aquellos reyes cristianos, sólo pudieron doblegarles a sangre y fuego una vez les despojaron de todo aquello que más apreciaban y querían. Luego, una parte de la historia, les llamó proscritos, les tildó de vulgares ladrones y salteadores de caminos... Todos estos hechos acontecieron en 1492, tras la caída del Reino de Granada y las lágrimas de Boabdil al perder la Alhambra... En el año 2003, mientras se realizaban unas obras en una de las casas de Cútar, se halló un tesoro. Se trata de uno de los coranes de la época andalusí más antiguos, detallados y mejor conservados que se hayan encontrado nunca. Los expertos lo califican como un documento único en España. Se ha datado entre los siglos XIII y XV y aquí la imaginación, vuela. Puedo ver a aquel hombre de chilaba, que antes de despedirse de su esposa e hijos para acudir al abrigo de las montañas y barrancos axárquicos perseguido por las tropas cristianas, acosado por las espadas católicas, esconde el tesoro que su padre y antes su abuelo y antes su bisabuelo habían legado a sus hijos. Coge el corán entre sus manos, lo besa, mira al cielo, musita una plegaria y lo esconde para siempre antes de huir.

Cútar, la llegada

Las lomas que preceden al caserío de Cútar, elevado sobre una ladera, aparecen trufadas de vides. Llegan las cepas hasta el último de los rincones, ocupando la total superficie de los cerros próximos, sin dejar apenas un ápice de espacio libre para otras especies. Se recuperan estas tierras del golpe casi mortal que la filoxera asestó contra sus cultivos en el siglo XIX y que terminó con la producción de las vides, fuente principal de sostén económico durante años, durante siglos... Y así se sitúa, Cútar, con la presencia ahora inalterable de las cepas y casi dejándose caer por la ladera en la que se apoya... Estacionamos a la entrada del municipio, junto a la parada del autobús y nos adentramos en este caserío angosto, apretado y vertical por el empedrado de la calle La Fuente... Conserva Cútar su esencia rural cosida a la piel de su cuerpo moderno. No ha perdido un ápice de su autenticidad, de su descaro natural, de sus antiguas querencias moriscas. Llegamos hasta el ayuntamiento, en cuyos bajos porticados se amansa el terreno gracias a un mirador que muestra el rostro de las colinas repletas de vides. Casi aparece Cútar embarrancado sobre sí mismo de tan espigadas las calles, de tan verticales sus ascensos. Tomamos la calle Hornos, una larga escalinata de piedras que parte el pueblo en dos mitades de manera transversal. Ascendemos, despacio, con tranquilidad, paso a paso, sin prisa. Una vez arriba, giramos a la izquierda para caminar hasta la plaza de la iglesia. Antes de llegar, nos encontramos con una señal que nos indica hacia la calle Tintorerías donde se ubica el Museo del Monfí.

Los monfíes y la iglesia

Y es que Cútar rinde homenaje a aquellos que fueron proscritos tras la caída de Granada, moriscos que se sublevaron contra el nuevo orden imperante de los Reyes Católicos y que de agricultores se transformaron en guerrilleros. Así, en el mes de octubre, Cútar regresa al siglo XV para celebrar la Fiesta del Monfí. "Durante dos días la transformación del municipio es casi completa y en sus calles pueden disfrutarse de los productos de su mercado andalusí, de música árabe, talleres, actuaciones, exhibiciones de cetrería, etc. Uno de los platos fuertes es la gastronomía, con la que vecinos y visitantes podrán recuperar sabores similares a los del siglo XIV y XV, cuando la comida cotidiana tenía perfumes y sabores árabes. Los cutareños también participan de las celebraciones ataviándose con ropajes andalusíes y bailando danzas de la época". Con estos ecos del pasado y presente de Cútar resonando en lo oídos, dejamos atrás aquella época de rebeliones para continuar nuestro camino hasta el templo. La iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de Cútár está construida entre los años 1553 y 1558 sobre la base de una antigua mezquita. Como apunta un panel explicativo en la portada del edificio "es considerada única en su estilo, ya que representa la transición entre el mudéjar primitivo y un mudéjar más depurado. Destacan en su interior el Camarín del Altar Mayor, de estilo rococó, y los retablos realizados en policromía. Se considera a la torre como un campanario-fortaleza por la robustez de su construcción. En su interior destaca la cúpula sobre pechinas de la planta intermedia". Desde la parte alta del pueblo, donde la iglesia se yergue como un barco varado, se contempla el vecino pueblo de Comares, como un nido de águila al resguardo de los ataques.

La fuente árabe

Cuenta el Libro de Apeo de Cútar, escrito allá por 1571 que "La fuente Aina Alcaharia fue en el pasado una rábita o ermita árabe que años después se rehabilitó en aljibe y fuente. Junto a Aina Alvaida, Ainalhagui, Ainatuta, Aina Alarla, Aina al-maharaca, Aina Cacahalún e Iznacutar constituían la red de fuentes y manantiales para el abastecimiento de esta villa, así como el centro de las labores cotidianas de la población". Queda la fuente en las afueras del pueblo, en la entrada, junto a un recodo del camino. Cae el torrente de agua con vigorosa fuerza, pasa por debajo de un pequeño puente de ladrillo visto y borbotea en el interior de la antigua fuente árabe. Imaginamos a los animales de carga abrevando tras una jornada de duro trabajo, también a las mujeres con las tinajas repletas de agua descendiendo, de nuevo, hacia el centro urbano, a los niños y niñas jugar en las inmediaciones de la fuente... Nos mojamos el rostro, nos enjugamos la frente y retomamos el camino hacia el coche antes de la despedida...

Despedida

Junto a la parada del autobús, antes del camino de descenso al centro, paramos. Desde este promontorio divisamos Cútar frente a frente, su perfil que desciende ladera abajo, el caserío blanco entre las vides y los olivos. Se recorta el perfil cutareño contra la montaña, contra el horizonte y se aprecia cómo las casas se aprietan unas contra otras, coronadas por la iglesia de la Encarnación. Pensamos en los monfíes, que rehusaron a vivir entre sus calles para defender aquello que creyeron lícito, que abandonaron el abrigo de sus callejas empinadas para guardar la vida entre los apriscos y montañas de esta abrupta comarca axárquica.

Enlaces de interés y consejos útiles

La Fiesta del Monfí: se celebra el segundo fin de semana de octubre y en ella se recrea la época en la que vivió este grupo de moriscos. Como relata la página web del ayuntamiento de Cútar "Las blancas y estrechas calles de la localidad se han convertido en un improvisado zoco tradicional en el que alrededor de 40 puestos exhiben una amplia variedad de productos artesanos y gastronómicos de la época: por ejemplo, la almojábana, un dulce parecido al borrachuelo que, en vez de cabello de ángel, tiene queso fresco Los vecinos de Cútar, con vestimentas a la usanza de la época, realizan un pasacalles andalusí por el pueblo integrando en sus bailes y pasos a todos los visitantes".
Pasado y naturaleza: Una buena disculpa para visitar el Peñón del Hierro, además de la eminentemente paisajística, es la histórica, ya que tanto en este enclave como en el Río de la Cueva se han encontrado vestigios del paso del hombre desde la Edad Neolítica hasta la Edad del Bronce, dado que Cútar se sitúa en un paso natural entre la baja y la alta Axarquía.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Cútar y la web Axarquía Costa del Sol. Cútar forma junto con Totalán, Comares, El Borge, Almáchar y Moclinejo la Ruta de la Pasa de la Axarquía.

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49 COMARES: HORIZONTE PRIVILEGIADO

martes, 16 de marzo de 2010

Huele a hierba, a hierba húmeda, impregnada de perfumes terrenos. Hemos visto Comares hace tiempo, allá arriba, como una pincelada blanca sobre el horizonte. Y decimos arriba, porque arriba está. Es la corona perfecta de un cerro otero, casi aislado y esa caprichosa coronación se contempla casi desde Vélez Málaga, una cresta de blancos intensos y murallas naturales que caen a pico sobre los axárquicos valles frutales. Las colinas que rodean el otero de Comares son de todas formas y tamaños, más picudas, más redondeadas, más enhiestas y más apocadas, frondosas y secamente despobladas... De ellas se cuelgan los olivos y los aguacates y las chumberas y los limoneros... También observamos la carretera que serpentea hasta la cima comareña, parece abrazarla con rectitud y fortaleza, una apretada querencia que nos conducirá a uno de los paisajes más espectaculares de la provincia de Málaga.

El ascenso

Comienza el ascenso escarpado. Aparecen las primeras vistas según se gana altura a cada curva. Es una carretera muy sinuosa que conviene recorrer con cierta precaución. Tampoco conviene pensar en estacionar el vehículo en cualquiera de sus curvas para fotografiar el paisaje, ya que, desde lo alto del pueblo se podrán realizar todas las instantáneas que uno desee sin perjudicar a la circulación. A cada metro ascendido se gana una porción más de horizonte. Imaginamos los tiempos pretéritos cuando por aquí circulaban las reatas de mulas y de burros cargados con tinajas de vino, con pasas, con almendras. Imaginamos su andar lento y tenaz, testarudo, poniendo una pezuña y otra, en una subida que habría de hacerse interminable. Al llegar a una de las curvas a izquierdas, parece que el tajo se afina y nos permite ver la otra vertiente del paisaje situado tras el cerro de Comares. Salpican los caseríos aquí y allá, como jirones de niebla, los cerros abruptos, las colinas bajas... Todo pintado de verdes intensos... Y el telón de fondo de aquellas otras cimas que ya no son colinas, sino macizos graníticos, grises, de primer orden, que se elevan como una infranqueable muralla de piedra. Seguimos el ascenso, plagado de indicaciones de rutas senderistas que se escabullen del trazado de la carretera para buscar otros vericuetos. Ya en la cima contemplamos todo el roquedal sobre el que se asientan las casas con total naturalidad. El blanco sobre la piedra y el ocre. Llegados a un punto, la carretera se divide en dos. Una dirección que nos llevará a la iglesia y otra que nos llevará hacia el pueblo. Nos han aconsejado tomar la de la izquierda por dos razones. Una, por el aparcamiento, más fácil, puesto que la plaza del pueblo es una espacio reducido que suele estar repleta de coches y, dos, porque si tomamos la dirección de la iglesia anhelaremos contemplar el paisaje que hemos intuido durante todo el ascenso y que no veremos en su totalidad hasta algo más tarde del inicio de la visita.

La visita: hasta la plaza de los Verdiales

El concepto de aprovechamiento del espacio cobra en Comares una nueva dimensión. Las casas apretadas unas contras otras, las calles estrechas, incluso alguna pequeña huerta en forma de bancal. Estacionamos. Tomamos la calle Fco. Romero Díaz y nos adentramos, sin solución de continuidad en un laberinto empedrado y cuidado hasta el detalle, intrincadísimo, donde las calles y callejas se retuercen unas sobre otras. Vemos una de las señas de identidad de Comares, una distintivo turístico curioso y efectivo que no rompe la estética del empedrado. Son unas huellas que dirigirán el camino del visitante. Están realizadas en un azulejo de cerámica con inscripciones que nos recuerdan la escritura árabe y que señalarán la dirección a tomar al viajero para recorrer los lugares más emblemáticos del municipio. No hay pérdida con las huellas, llegamos hasta la plaza de los Verdiales. Es uno de los lugares de Comares donde la horizontalidad gana a la verticalidad. Recibe este nombre porque en Comares con muy típicas las pandas de verdiales, un estilo musical popular malagueño que viene de antiguo y que hace a hombres y mujeres vestir de vivos colores. Son pequeñas pandas, casi orquestadas y que se caracterizan por la música alegre. Si buscamos una explicación más extensa y musicalmente pedagógica se puede pinchar en el siguiente enlace donde incluso se podrán escuchar algunas de estas tonadas populares: PANDA DE VERDIALES. Comares posee además un estilo de verdiales propio que hace que este tipo musical se viva aún con más pasión. Es ésta una plaza coqueta, empedrada, con una gran mosaico sobre una pared donde se representa la actuación de una de estas pandas de verdiales. Además, su parte abierta hacia la otra colina del pueblo (donde se ubican las antiguas ruinas del castillo) está coronada por la escultura de un hombre ataviado con los avíos de este estilo musical. Es el monumento al fiestero.

La visita: a contracorriente, hasta la iglesia

Desde la plaza de los Verdiales tomamos la primera calle a la derecha, la calle Iglesia, para ascender hasta el templo. El camino está también empedrado y vemos algunas sillas de enea situadas junto a las puertas de las casas y que las mujeres y hombres utilizan para pegar la hebra en las noches cálida de la primavera y verano, para tomar un tentempié o para realizar algunos trabajos manuales... Llegamos así hasta la iglesia de La Encarnación. El templo se construyó en el año 1505 sobre la planta de una antigua mezquita, siguiendo los dictados de las edificaciones mudéjares. Es de una recio blanco, sobria y sin demasiada altura, con una torre octogonal rematada por un tejado y una pequeña cruz. Seguimos nuestra visita hacia adelante y nos percatamos de que estamos haciéndola siguiendo la dirección opuesta a los pasos. No nos amilanamos y continuamos. Veremos, muy pronto, la recompensa. En el camino una mujer mayor, enfundada en una bata azul y la mirada sonriente nos invita a degustar los productos que ofrece la tierra como pasas, almendras, el famosos vino de Comares. Sucumbimos, como siempre, a la tentación y adquirimos medio kilo de pasas, medio kilo de almendras y dos litros de vino dulce casero (que antes hemos degustado y que antiguos escritos dicen era exportado en la época del Califato de Córdoba a la Corte de Bagdad) por 10 euros. Con los ojos azules, vivarachos, nos percatamos de cierto pique con una vecina de al lado por atraer la atención de los turistas y sacar así unos euros con la venta de los productos comareños. Se llama Ana y ella misma nos indica cómo seguir la ruta. - ¿Ven aquel silo de allí? Pues llegan hasta él y luego tuercen a la izquierda, así llegarán hasta el mirador. Nos ponemos en marcha con la mochila algo más cargada.

La visita: los miradores y hasta la plaza

Es sobrecogedor, impactante, impresionante. El horizonte que se extiende ante nosotros nos muestra la baja Axarquía en todo su esplendor, el próximo pueblo de Cútar, la carretera que leva hasta Benamargosa, el manchón blanco de Vélez Málaga, el espejo brillante del Mediterráneo... Las vistas son espectaculares, quitan el aliento, más aún al ver los tajos rocosos sobre los que están construidas las casas. El mirador circunda prácticamente toda la parte sur del pueblo y caminamos sin prisa, sin urgencias, fotografiando, dejándonos mecer con la brisa fresca. Hasta ahora sólo habíamos intuido el paisaje entrevisto entre las callejas y las plazas, ahora los disfrutamos en todo su esplendor, como un anhelo largamente esperado que al fin culmina. Si llegamos a tomar la ruta más corriente, nos habríamos encontrado con este paisaje desde primera instancia, de esta manera lo hemos estado esperando y, al final, lo hemos encontrado. Seguimos caminando para llegar a una pequeña plaza donde reposar un tanto en unos bancos de piedra. Continuamos y llegamos hasta una de las dos torres de comunicaciones del pueblo y allí descubrimos con la mirada el paisaje de la zona este y los vestigios de la antigua fortaleza árabe. Desde allí descendemos, siguiendo, ahora sí, el camino trazado por las huellas de adoquín, bajando hacia la plaza que nos conducirá a la otra colina de Comares. Las calles se cruzan y entrecruzan una y otra vez. Todo está en perfecto estado de conservación. La rehabilitación de las viviendas se realizado con mimo y con detalle. Caminamos por la calle del Perdón, que recibe ese nombre gracias a la historia. "Tras la rendición de Comares, fueron bautizadas las Treinta Familias Moras que permanecían entonces en la villa. Este bautizo masivo tuvo lugar en esta calle que, desde entonces se conoció como la calle del Perdón", así reza un placa explicativa. Llegamos así hasta la plaza de Comares y encontramos que la visita, realizada de la manera en la que la estamos haciendo, es menos práctica, pero más sorpresiva y gratificante, ya que si el viajero llega hasta este punto en primer lugar, lo primero que encontrará será una gran balconada que mira hacia el horizonte, restándole, quizá, intensidad a las vistas. En una de las tiendas de la plaza compramos sellos, postales y un botellín de agua. El tendero, Miguel Cabello, nos explica que el agua corriente llegó a Comares hace cincuenta años que antes había que bajar, andando, en coche o en burro hasta una fuente situada un tanto más abajo y que se había utilizado desde siempre en el pueblo. Dada la orografía, complicada, de Comares y la altura que tiene el otero sobre el que se asiente intuimos que la historia es auténtica. Sentados en uno de los bancos de la plaza redactamos dos misivas que irán a parar a más de mil kilómetros de distancia...

La visita: la otra colina y hasta el antiguo Castillo de Comares

Hemos venido del oeste y ahora caminaremos, ascendiendo de nuevo, hacia el este. Los caminos están perfectamente indicados y no hay posibilidad de pérdida. Descendemos por la calle Alcúa hasta el mirador de la Puerta de Vélez Málaga, donde se observan los restos de una antigua calzada romana. Seguimos las huellas y, con cada paso, nos acercamos más a la ubicación del antiguo castillo. Llegamos, y resulta hermoso en su decadencia. El entorno está muy cuidado y forma un pequeño jardín con árboles y chumberas. Subimos por una escalinata blanca que bordea las nubes y así llegamos hasta la parte más alta del pueblo, al cementerio, donde antes su ubicaba un aljibe árabe que se puede ver pero no visitar en el interior del camposanto. Las vistas son impresionantes, se observa la baja Axarquía y el perfecto perfil de Comares recortado contra el cielo. Una plaza de considerables dimensiones preside el lugar, con tres bancos desde los que observar las calles de la villa. Nos sentamos, descansamos, nos dejamos templar por el sol maduro de la primavera, respiramos el aire limpio y puro y nos dejamos llevar por las historias que rodean la historia comareña y que hablan de Omar ben Hafsún y su rebelión contra el califato de Córdoba, del castillo de Bobastro, de las 15.000 almas que podía albergar Comares en la época morisca, de las huestes cristianas repelidas una y otra vez, del emplazamiento de sus murallas, del camino recorrido por las mulas cargadas con agua, de... Y así hasta percatarnos de que se nos ha despertado el hambre. Antes de descender hasta el coche, realizamos una visita al cementerio, punto más alto hacia el este en Comares y con unas vistas también espectaculares. Desandamos el camino andado, tomamos atajos y nos perdemos entre callejas, descubriendo otros rincones y arcos y muros y rocas...

La visita: comida

Hemos decidido comer en un lugar recomendado por un amigo, está a la entrada del pueblo, antes de la bifurcación que hemos tomado para ir a la iglesia y a la entrada del campo de fútbol. Se llama Atalaya y responde muy bien al nombre. Es un hostal restaurante con vistas al horizonte donde se anuncia comidas caseras como migas, chorizo artesano, jarras de vino terreno, vino mosto, chivo en salsa, cordero o migas, estrella de la casa. Nos decantamos por unas migas completas para dos, un chuletón de ternera, un solomillo salpimentado, una botella de agua, un tercio de cerveza y una copa de vino del terreo. Total: 40, 05 euros. Nuestra intención era pedir chivo, pero hoy no había, lástima. Aún con todo, las migas son espectaculares, de ración generosa y válidas como plato único para una persona. Están acompañadas de costillas, chorizo, pimientos verdes y huevo frito y son muy muy reconstituyentes. Es un lugar cálido, con chimenea, de trato amable y comida casera de calidad. El precio, para comer a la carta es más que razonable y las vistas, amplias y espaciosas.

La visita: despedida

Dejamos atrás Comares y sentimos su cálido aliento sobre nosotros cuando lo vamos dejando cada vez más arriba. Refulge el blanco sobre el ocre del roquedal, entre el verde de las chumberas, de los olivos... Parece, ahora visto desde aquí abajo, un espejismo, un viaje irreal, un bastión cuyo perfil se pierde en cada curva descendida. Una vez pisado el terrero de los frutales axárquicos miramos hacia arriba y Comares parece haberse difuminado en el paisaje, como un sueño.

Enlaces de interés y consejos útiles

Turismo Rural: Comares tiene multitud de casas para alquilar y disfrutar del turismo rural en auténticas viviendas moriscas. Sólo con introducir en google las palabras Comares + turismo aparece un gran abanico de posibilidades con precios para todos los bolsillos y alojamientos para todos los gustos.
Senderismo: Existen cinco rutas que parten de la villa y que tiene como destino distintas localizaciones naturales e históricas. Son la Ruta de la Fuente Gorda, de dificultad baja, una hora de duración y algo más de dos kilómetros de recorrido; la Ruta del Lavadero, de dificultad media-baja, dos horas y media de duración y cuatro kilómetros de recorrido; la Ruta de la Teja, de dificultad media-alta, seis horas de duración y doce kilómetros de recorrido; la Ruta de Mesa, de dificultad media-alta, de cinco horas de duración y diez kilómetros de recorrido; y la Ruta de la Buena Vista, de dificultad media alta, de diez horas de duración y veintidós kilómetros de recorrido.
Fiesta de los verdiales: El 22 de junio se celebra en la villa la Fiesta de los Verdiales, donde además de las actuaciones en las calles se realiza uno de los mayores encuentros de la provincia de Málaga, al que acuden visitantes de todos los puntos. Es una jornada amena, alegre y repleta de actividades donde priman la música y la gastronomía.
Ruta de la pasa: Comares forma junto con los municipios de Totalán, Cútar, El Borge, Almáchar, y Moclinejo la Ruta de la Pasa de la Axarquía que distingue a los municipios que han hecho del cultivo de este producto razón de vida económica, social y cultural.
Enlaces de Interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web del Ayuntamiento de Comares y la web Axarquía Costa del Sol.

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48 HUMILLADERO: ENTRE LA CRUZ Y LA SIERRECILLA

martes, 9 de marzo de 2010

Dejamos atrás los montes de Málaga y se abre ante nosotros la llanura antequerana, presidida por ese tótem granítico con perfil de jefe indio, también conocido como el Peñón de los Enamorados. Tierra fértil de cultivos, tierra húmeda y oscura, tierra prolífica. Todo es verde y ocre. Rebosan los campos con las lluvias de la última temporada. Su verde es fulgente, casi fluorescente, empapado de agua y rocío. Y la campiña, más tarde dará paso a los cerros cubiertos de olivos.

Humilladero y su cruz

Se asoma Humilladero entre una vaguada pronunciada, escondido entre cultivos de olivares, aparece el caserío casi de pronto, y sin percatarnos nos vemos conducidos por una avenida presidida por una hilera de recios árboles. Tras una rotonda y en la misma entrada al municipio se encuentra la cruz que le da nombre. Es un monumento sencillo, casi austero, una columna de piedra y una pequeña cruz de forja sobre ella. Lo más sobresaliente es su historia: "El 24 de abril de 1410 el infante Don Fernando,Regente de Castilla y procedente de Córdoba con sus ejércitos, recibió la incorporación a sus fuerzas de Don Per Afán de Rivera que provenía de Sevilla portando la espada de Fernando III El Santo, que recibió el infante de rodilla y humillado bajo la promesa de no envainarla hasta haber conquistado Antequera. Conquistada Antequera se construyó en este lugar una cruz de piedra, ya destruida". La historia no acaba aquí por que en 1484, "Fernando El Católico con motivo de la conquista de Valle de Abdalajís, Álora y Ronda se humilló en este sitio donde su abuelo, Fernando el de Antequera había recibido la espada de San Fernando". Más historia: En los años 1618, 1957 y 1995 la cruz se reconstruye y cambia de ubicación hasta ocupar el lugar actual. Encierra vivencias de reyes y conquistas y luchas y batallas y espadas y promesas este monumento tan escueto. Ayuda a volar la imaginación e imaginar las huestes cristianas y moras caminando por los caminos de estas vegas, entre olivos ya centenarios, pisando este tierra húmeda que también ahora nosotros pisamos.

Entrada al centro urbano

La entrada al municipio se toma desde la Avda. Dolores Ibarruri, con una señal de stop hacia la izquierda para entrar por la Avda. del Emigrante hasta llegar al Ayuntamiento y la plaza de los Derechos Humanos. Cualquiera de las calles adyacentes resultan propicias para aparcar, dado que esta ubicación es, prácticamente, el centro de Humilladero. Estacionamos en la calle Maestra Ana Alba, junto a la farmacia. Ya se dibuja la estructura rectilínea del municipio. Humilladero es una población relativamente moderna y el trazado responde más a la escuadra y al cartabón que a las necesidades de adaptación a la orografía que hemos visto en otros lugares como la Axarquía o la Serranía de Ronda. Nos pertrechamos y descendemos del coche. La plaza de los Derechos Humanos exhibe un mapa de Humilladero en cerámica y ayuda a ubicarse dentro del municipio, además, respondiendo a su propio nombre un zócalo incluye varios artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos cuyo primer artículo reza lo siguiente: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". A partir de la plaza, las calles de municipio están empedradas. Vemos los balcones y las ventanas enrejados con forja y hierro, las casas con su zaguán adoquinado con losetas de vivos colores. Hemos caminado por la calle Capitán Fco. Velasco Ruiz (donde ya hemos visto un par de restaurante donde comer) y tomamos ahora dirección a la izquierda por la calle Picasso. Son alargadas y rectas las arterias por las que discurre la vida de Humilladero. Observamos que de muchas de las farolas y cables penden unas banderolas verdes agitadas por la brisa en las que leemos que este año 2010 Humilladero celebra el segundo centenario de su segregación de la vecina Antequera y su constitución como ente autónomo. Continuamos el paseo.

La iglesia y las calles

Al final de la calle Picasso llegamos a una pequeña plazoleta redonda tras la cual se sitúa la iglesia del Santísimo Cristo de la Misericordia. A los pies de su portada se encuentra una loseta de piedra arenisca en la que, en teoría, aparece la fecha de su construcción si bien podría ser también la de su consagración como templo tras ser edificada sobre una antigua ermita. En todo caso allí aparece 1861 como fecha de referencia. Es un templo moderno, con una torre campanario de ladrillo visto imponente en su altura y una portada rematada con una falsa espadaña de la que destaca una cruz de hierro. Rodeamos con un paseo la iglesia para regresar, de nuevo a su portada. Los humilladerenses parecen haberse refugiado al amor de sus hogares, las calles aparecen casi vacías y tranquilas, intuimos que quizá hayan buscado también el calor de las tabernas. Paseamos. Las casas de Humilladero apenas alcanzan las dos alturas y se respeta un skyline de primeros pisos. Caminamos por la travesía de los Hermanos Fdez. de la Fuente hasta la plaza de los Derechos Humanos para recuperar el coche y dirigirnos a uno de los más bellos lugares de Humilladero, la Sierrecilla.

La Sierrecilla, un paseo

Preguntamos a una vecina por el camino que nos lleva hasta la Sierrecilla, una zona de esparcimiento que los humilladerenses disfrutan, sobre todo, en la romería del 1 de mayo. Se puede ir caminando, pero optamos por desplazarnos en coche para no acabar empapados. Casi a la salida del municipio dirección Antequera y a la derecha hay una gran explanada en construcción con el telón de fondo de la Sierra, tomamos uno de los caminos hasta llegar al nuevo camping de la población. Desde ahí no hay pérdida. Estacionamos, nos pertrechamos y descendemos del coche. La Sierrecilla está perfectamente equipada con bancadas de madera, mesas y barbacoas de piedra. Intuimos las posibilidades que debe ofrecer este lugar en otoño, primavera y verano, donde abrazados por la sombra de los pinos se disfrute de este lugar en plenitud. Caminamos. Un sendero ancho de tierra nos conduce dirección a la sierra, entre una loma que nos oculta Humilladero y el punto más alto de la localidad. A los lados un frondoso bosque de pinos y un perfume de tierra húmeda delicado y tierno y primigenio. La ruta que bordea la Sierra de Humilladero tiene dos kilómetros de longitud, un panel indica perfectamente el trayecto y la senda abierta sobre la maleza que han dejado abierta los paseantes habituales hace que el camino no tenga pérdida. Subimos un trecho, mínimo, y entre los pinos carrascos oteamos un tanto de la planicie antequerana, otro tanto de Humilladero, otro tanto de olivos y campos sembrados. La lluvia hace que el verde sea intenso y el marrón de los caminos oscuro. Todo es silencio, sólo interrumpido por el trino y el canto de algunos pájaros. Es un paseo estimulante y gratificante, sencillo y de fácil trazado y recorrido, perfecto para realizar también con niños sin ningún tipo de problema ni peligro. Si nos mantenemos callados podemos distinguir los sonidos de la naturaleza en pleno vigor. Aspiramos profundamente y nos percatamos de que el camino nos ha abierto el apetito.

La comida en El Peñón

Una vez estacionado el coche en el mismo lugar que antes, junto al ayuntamiento, nos adentramos por la calle Capitán Fco. Velasco Ruiz y nos metemos en el bar-restaurante El Portón. La intuición se hace realidad, ya sabemos dónde están los humilladerenses, refugiados de la lluvia en el reconfortante calor de los bares. El Peñón es un restaurante con la barra abierta, donde sus clientes tapean y charlan amistosamente. Optamos por sentarnos y pedir algo de mayor enjundia. Mientras leemos la carta escuchamos los acentos que llegan hasta nosotros, se pierde el deje malagueño para dejar paso a otras sonoridades, al proximidad de las provincias de Córdoba y Sevilla se reflejan en el hablar, formando un curioso y enriquecedor abanico de lenguajes y dichos. Asimismo observamos el trajín de tapeo que se trae la barra: - Una de guarrito, una de chorizo, una de carne, una de manitas... Echamos un vistazo a la carta (churrascos, cordero, lomo a la sal, sopa de picadillo, caldo de puchero, entrecot) que también incluye una "carta joven" (con todos esos platos que niños y adolescentes no rechazarían). Optamos por entonarnos y pedimos 2 tapitas de callos, un caldo de puchero, una ensalada templada de espinacas, un churrasco de ibérico y un churrasco de pollo, acompañados de dos cervezas sin y dos tercios de cerveza con. Total: 34, 10 euros. El caldo de puchero está blanquísimo e intensamente perfumado, con sus dos ramitas de hierbabuena para que el comensal deguste sabor más penetrante aún. La ensalada de espinacas es un descubrimiento, acompañada la verdura con cebolla, jamón frito, queso, nueces, cebolla en juliana, tomate cherry, etc... Por su parte el churrasco de ibérico está muy jugoso, en su punto y de sabor fuerte y delicado a un tiempo. Los segundos platos están acompañados de ensalada de col, de verduras a la plancha y de patatas fritas. Recomendable la comida, el establecimiento y la afabilidad de la camarera que nos atiende. La casa nos invita a dos chupitos, un orujo de hierbas y una vodka-caramelo.

Despedida

Observamos a nuestra derecha la Sierrecilla, este rincón verde entre los verdes que auguramos en su pico de mayor altura ha de ofrecer una vista maravillosa de la llanura antequerana. Aún percibimos el aroma de la tierra húmeda y de los pinos sobre nosotros. Dejamos, a la izquierda, la cruz que da nombre al pueblo e imaginamos las huestes cristianas en el siglo XV observando un paisaje que no sería muy distinto del que ahora nosotros vemos. El cuerpo templado y reconfortado por los perfumes de la comida casera y la charla animada. Y es que Humilladero posee esa cualidad secreta de hacer sentir bien al viajero en cuanto uno pisa el empedrado de sus calles.

Información útil y enlaces de interés

Senderismo: Humilladero posee, además del paseo por la Sierrecilla ya comentado, tres rutas senderista de enorme interés medioambiental y dada la suave orografía de la zona, de fácil recorrido. El primero de ellos comunica el centro urbano con la laguna de la Ratosa (que comparte con Alameda); el segundo lleva desde Humilladero hasta la Laguna de Fuente de Piedra; y el tercero el que asciende hasta el Pico Pollo, el punto de mayor altura del término municipal y al que se accede desde la Sierrecilla.
Fiestas: Humilladero es un municipio con distintas celebraciones de diverso corte e intención. Destaca, quizá por poco habitual, la del Emigrante, que se celebra en la primera semana de agosto en honor y recuerdo de todas aquellas personas que por diferentes circunstancias se vieron obligadas a dejar el municipio y que regresan a sus orígenes en su periodo vacacional.
Enlaces: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Humilladero.

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