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42 ARENAS: PASADO MUDÉJAR TRAS LOS ALMENDROS

martes, 26 de enero de 2010

Los almendros ya están en flor, tiñen de blanco y lila las laderas de las colinas, el rey puede verlos desde las alturas. Se aferra a las almenas de la fortaleza de Bentomiz esperando que lleguen las huestes cristianas con las que ha firmado un pacto. El rey escucha el eco de los muecines llamando a la oración desde el alminar de Daimalos y desde el de Arenas. Los almendros están en flor y algunas de estas flores se elevan al aire mecidas por la brisa. El rey mira el mar y ve la borrosa silueta de África, el camino por el que un día llegaron a estas tierras sus antepasados, su vista se pierde el horizonte. Esta fortaleza antes íbera y después fenicia y después griega y después romana y ahora árabe y en el futuro próximo cristiana permite otear la Axarquía, la tierra fértil de limones, naranjos, vides, almendros... El rey piensa en ello y mira, de nuevo, a Daimalos y a Arenas. Suspira y se retira a sus aposentos. Su tiempo ha pasado.

Aproximaciones

El camino que une el Mediterráneo con Arenas una vez dejado atrás Vélez Málaga parece arrancado a la ladera de la montaña. Se retrepa sobre los barrancos como un levadizo imaginario e insinúa el paisaje que muestra y esconde a partes iguales. Tan pronto observamos una recia montaña como la plateada lámina del mar. En su trazado, en varias de sus más pronunciadas curvas, se alojan varias balconadas equipadas con bancos de madera en los que reposar y contemplar las excelencias de este abrupto paisaje axárquico. Se observan almendros en las faldas de los cerros, algunos de ellos extrañamente floridos, como perdidos jirones de niebla blanca... Llegamos al centro urbano de Arenas, donde nos saludan el ayuntamiento y tres cónicas piedras de moler. Estacionamos algo más adelante, en una zona habilitada y al amparo de una pequeña plazuela con arcadas de piedra. Con la visita a Arenas completamos la Ruta Mudéjar de la Axarquía, compuesta, además de por el municipio arenero, por Canillas de Aceituno, Sedella, Salares y Árchez y que tienen en común junto con su trazado urbanístico y parte de su historia, la existencia de un elemento diferenciador que remite inmediatamente a esta cultura que pobló Andalucía, tales son los casos de minaretes, fuentes, adarves, etc... Pero que además todos ellos mantienen una esencia que ha permanecido prácticamente inalterable durante el paso de los siglos, perviviendo en sus entrañas, en sus rincones, como un poso de legado histórico que se destapa en cada nueva visita.

Inicios

Subimos, caminando, hacia el centro del pueblo y en seguida encontramos referencia en forma de panel de uno de los eventos más destacados de Arenas: la Feria de la Mula. A mediados del mes de octubre el municipio lleva a cabo esta celebración que tiene como principal objetivo rendir homenaje a tan tozudo animal que ha acompañado a los areneros desde tiempos inmemoriales en los trabajos del campo y dar a conocer sus virtudes a las nuevas generaciones y a los visitantes. Durante la feria se realizan diversas exhibiciones como herraje, trilla, arte de arriar, carga de cuarterones, carreras, etc., todo ello acompañado de música de verdiales y degustaciones gastronómicas, entre las que se incluyen las migas arrieras, un plato contundente que aliviaba a los agricultores de los rigores del campo. Nos adentramos hacia el corazón de Arenas por la calle Farola y por la calle Fuente. A nuestra izquierda y derecha se abren escalones que llevan a pequeñas plazas, paredes repletas de arriates floridos, tiestos y macetas... Nos dejamos guiar a ciegas por su entramado de callejas, recogido y retorcido sobre sí mismo, formando cortos y escarpados tramos rematados en plazuelas minúsculas. Caminamos despacio, sin prisa, así como el pueblo lo requiere, dejándonos llevar hasta desembocar en una hermosísima plaza presidida por la iglesia de Santa Catalina.

El que fuera alminar quemado en un bautizo

La plaza responde al curioso nombre de Valle, donde una sorprendente fuente en forma de farola nos permite el refresco. Sosiego y tranquilidad en Arenas, sólo roto por los sonidos de la vida cotidiana. La parroquia de Santa Catalina ha sufrido, los paños que configuran sus muros han catado el amor excesivo del fuego. Y es que, según cuenta una placa informativa situada sobre una de sus paredes... El templo fue consagrado en 1505 y se construyó sobre la antigua base de una mezquita de la que destacaba el alto alminar. La noche del 13 al 14 de noviembre de 1926 una vela queda encendida tras la celebración de un bautizo. La llama prende el altar mayor y al altar le sigue la techumbre. La iglesia se consumió entre el fuego devorador. Entre los años 1941 y 1944 el templo se reconstruyó y lo único que había quedado en pie, la torre alminar, tuvo que ser desmochada por el peligro que suponía su posible desprendimiento. En el año 2005 la parroquia celebró su quinto centenario. Es una edificación sencilla, su entrada, situada a la izquierda de la plaza Valle es muy sobria, apenas dos imágenes, de San Sebastián y de Santa Catalina, guardan la entrada, y una recia puerta en la que se puede leer "Yo soy la luz del mundo".

El laberinto hacia el Barrio Alto

Desde la plaza Valle hacia la parte más alta del pueblo se sucede un laberinto de calles complejísimo conformado, en un principio, por cuestas y esquinas que desembocan en la entrada a varias casas, vestigio de los antiguos adarves. Optamos por perdernos y hallar el alma secreta de Arenas. En la calle Rinconcillo encontramos dos tramos de escaleras que nos llevan a una plazuela muy pequeña de la que deriva el nombre de la calle. Dos mujeres charlan sentadas en el banco de hierro que se encuentra frente a sus casas. Saludamos, comentamos, tiramos un par de fotos. - Espera un poco que me quite el mandil por los menos-, nos dice una de ellas. - Así se ha llamado, siempre, el Rinconcillo, y bien se ve por qué, ¿no?-, nos comenta la otra. Las dejamos allí, departiendo, y tomamos la dirección de la calle Iglesia que nos conduce hasta el Barrio Alto donde una hermosa casa restaurada en intenso blanco y azul preside el conjunto de una plaza a cuyos pies se sitúa una fuente. Arenas asciende hacia lo alto a tramos, a bancadas. Cada cierto tiempo se abre una insinuación de plaza que no llega a serlo, equipada con bancos de hierro forjado en los que algunas vecinas reposan la mañana. Desde el Barrio Alto observamos frente a frente las ruinas del castillo de Bentomiz sobre el cerro del mismo nombre. El rey zirí de Granada, Abd Allah, ya nombra el castillo en sus memorias escritas en el siglo XI. De aquella antigua fortaleza que rivalizó con la de Comares y Zalía quedan aún algunos restos, almenas, murallas y calabozos, pero lo que le otorga una especial relevancia son las vistas y su importancia geoestratégica, ya que desde su cima se observa una impresionante panorámica de la Axarquía y de la Costa del Sol Oriental. Preguntamos cómo acceder hasta el lugar. Tenemos que tomar la carretera de la pedanía de Daimalos y seguir las indicaciones que señalan "Castillo de Bentomiz" apenas a medio kilómetro del centro urbano de Arenas. Tomamos nota. Mientras, continuamos nuestro paseo por las calles areneras, descubriendo a cada instante nuevos secretos, plazas y casas de antiguo abolengo, vamos camino del descenso por la calle Risco hasta dirigirnos al lugar donde hemos estacionado el coche.

Daimalos su alminar y la fuente del amor

Seguimos por la calle Carretera hasta salir del casco urbano en dirección a la pedanía de Daimalos, donde vamos a descubrir un par de interesantes joyas. Como se nos había indicado encontramos a la derecha el primer acceso al castillo de Bentomiz, pero continuamos porque nos han señalado que es mejor acceder por la segunda indicación. Es una carretera de pista en buen estado en la que nos sumergimos sin dilación. Cien, doscientos, trescientos metros más tarde optamos por darnos la vuelta y es que las lluvias previas a las fechas navideñas y las de los últimos fines de semana han deteriorado bastante la pista y, conduciendo un utilitario, no queremos arriesgarnos a embarrancar. Lo intentamos un par de veces, pero regresamos, apuntando en nuestro calendario una de esas visitas imprescindibles a realizar en otro momento. Retomamos la carretera y continuamos en dirección a Daimalos. Todas las laderas están trufadas de almendros, algunos de ellos, diseminados aquí y allá, se encuentran en flor. Imaginamos el espectáculo que tienen que ofrecer estas laderas en primavera vistas desde la altura del castillo de Bentomiz. Estacionamos en la plaza San Antón y aunque la iglesia y el alminar se ven desde la misma, optamos por seguir las indicaciones que señalan "Alminar del siglo XVII". Subimos por la empinada calle Antonio Ruiz Urbano, tomamos a la izquierda la calle Coro y llegamos a la base del alminar, agregado a la parroquia de la Concepción. Es un alminar enhiesto cuyo campanario apunta al cielo y cuya figura se recorta a la perfección sobre los cerros y colinas. Según reza la placa explicativa "el alminar de Daimalos es uno de los más antiguos de España, construyéndose en el siglo XIII, anterior a los alminares de Árchez, Corumbela y Salares, y hermano gemelo del que existía en el pueblo de Arenas". La Junta de Andalucía lo declaró Bien de Interés Cultural en 2004. Daimalos es una pedanía de una tranquilidad absorbente y nos dejamos llevar por su tempo. Nos regala estampas de una belleza recia, sobria, con una esencia de rico pasado. Preguntamos a una vecina por la antigua fuente árabe. Nos acompaña un trecho y nos pone en el camino. La fuente responde al sugerente nombre de Fuente Perdida y en su placa informativa se puede leer la siguiente información: "Fuente árabe. Dinastía merinita. Siglo XII. Esta usted ante una fuente de origen árabe y que ya era citada en los libros de Apeos de Daimalos del año 1561 (...). Existe la leyenda entre los vecinos que el agua de esta fuente tiene propiedades milagrosas, así que quien bebe agua y está soltero se casa en breve, y quien está casado concibe un hijo. Igualmente las aguas aumentan el vigor sexual". Todo forma parte de la leyenda, pero quién sabe.

Despedida

Regresamos por el camino andado, disfrutando de las vistas y del tiempo detenido. Observamos el alminar, las ruinas del castillo de Bentomiz allí arriba, las calles empedradas, los adelantados almendros en flor, los paseros sobre la tierra húmeda... Respiramos profundamente y nos dejamos llevar...

Consejos útiles y enlaces de interés

La Feria de la Mula: Es uno de los eventos más destacados dentro de los que se organizan en Arenas. Se celebra a mediados del mes de octubre y reúne en cada edición a más de tres mil visitantes. Es una feria única, que permite al viajero disfrutar de las artes antiguas en primera persona, observar al detalle el trabajo que se realizaba con las mulas en los tiempos de los arrieros y descubrir cómo se trabajaba el campo en un pasado no tan remoto.
Senderimo: Una buena opción, y perfectamente señalizada, para los visitantes más andariegos es ascender hasta el castillo de Bentomiz por la pista que lo une con el pueblo de Arenas. Es una ascensión constante y relativamente dura, pero con un trazado nada severo para los pies. Llevar agua y un buen bocadillo para disfrutar del panorama que se nos ofrece desde el cerro de la Axarquía y de la Costa del Sol Oriental es una opción muy saludable.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol en la que se ofrece información detallada acerca del municipio, datos de interés, visitas destacadas, gastronomía, historia y leyendas.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

41 EL BORGE: TRADICIÓN PASERA

martes, 19 de enero de 2010

Como una embarcación sobre un promontorio... Surgen dos mástiles del caserío blanco de El Borge. Uno de ellos, el campanario, de blanco inmaculado. Otro de ellos, la torre, de ladrillo visto, recargada de cruces, vestida su cúpula de azulejos verdes y blancos. Se orienta su proa al sur, afirmada sobre una sólida muralla de piedras y un portal de color grana, y su popa al norte, con el farallón de sus dos torres como elemento emblemático y diferenciador. Un arco doble y techado oculta su entrada lateral, como si el acceso a una sala secreta se tratara. En su interior se despliega un artesonado espectacular, donde el maderamen se entrecruza hasta formar un dédalo de vigas rojizas que culminan sobre el altar mayor... Todos los secretos de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario nos los reveló más adelante Manuela, mientras tanto, es la Junta de Andalucía la que le ha declarado Monumento del Patrimonio Histórico Andaluz.

El Borge, las pasas y "El Bizco"

La sinuosa carretera que nos conduce desde el Mediterráneo hasta el corazón de la Axarquía nos permite disfrutar de un paraje impactante. Cercado por el pico de la Maroma, el más alto de la provincia de Málaga, las lomas y cerros, se suceden dando paso a serios barrancos, a bancales de frutales, a núcleos de población diseminados aquí y allá. Se asemeja a una caldera en ebullción, cuyas crestas son las propias colinas. En sus laderas observamos ya una de las señas de identidad de El Borge: los paseros. Esas construcciones típicas de la comarca axárquica encierran en pequeños rectángulos adosados la sabiduría del secado y cultivo de la pasa. El Borge es una de las poblaciones malagueñas que exporta mayor número de pasas en Andalucía (y se dice que del mundo), teniendo cada año auténticas cifras de récord. Tampoco hay que olvidar que en estas tierras campó a sus anchas un bandolero muy temido a finales del siglo XIX que la cultura popular pinta como bienhechor y la justicia de la época como sanguinario y desalmado asesino. Las leyendas de sus andanzas traspasaron las fronteras de la provincia y se adentraron más allá de Sierra Morena... Con estos mimbres realizamos nuestra primera aproximación a El Borge embebidos de la leyenda, la geografía y la historia. Pero El Borge, descubriremos, es más.

La visita: hasta la iglesia

Tras dejar atrás Almáchar y divisar en la loma de La Maroma Canillas de Aceituno nos adentramos en el término municipal de El Borge. Estacionamos en la entrada, frente a uno de los primeros objetivos de la visita: el Arco de El Borge. Es una construcción de reminiscencias árabes que abre paso a la villa a través de sus calles empedradas. Sus columnas están completamente historiadas y destacan las efigies de dos de los más ilustres vecinos de la localidad: Abdalallah ben Atimad, Al Baitar, hijo de veterinarios y botánico de profesión que se cree trajo desde Oriente Medio el árbol del limonero allá por el año 1200; y el teólogo Martín Vázquez Ciruela que en el siglo XVII ocupó importantes puestos dentro de la nomenclatura eclesiástica. Con esta carta de presentación nos adentramos en las adoquinadas calles de El Borge, siguiendo la estela de un sonido que repiquetea y canta en forma de borboteos. Es una recia corriente de agua que a la vuelta de la primera esquina descubrimos que proviene de otro de nuestros objetivos de hoy, la Fuente de la Vendimia. No es de extrañar que un muncipio que históricamente ha basado su economía en la producción de la pasa haya realizado este homenaje a los hombres y mujeres que han dejado su esfuerzo y trabajo en el campo en pos de la obtención de este producto. Se representa la escultura de un vendimiador pertrechado de una canasta con colmo, herramienta que utilizaban para transportar el preciado fruto desde los cultivos hasta el pueblo subiendo y bajando escarpadas laderas. Junto a la fuente, un mapa explicativo nos ubica en El Borge y nos indica cuáles son los lugares a visitar. Tomamos nota y dirección al ayuntamiento. Nos adentramos entre las calles borgeñas que nos ofrecen de manera inmediata la afabilidad de sus gentes que saludan al paso. Nos cruzamos, a la derecha, con la plaza Rafael Alberti donde se ubican varios de los equipamientos fundamentales de la localidad: el consultorio médico, la farmacia (en la adyacente c/República), la Casa de la Cultura Miguel Hernández, la fuente de La Gallina y el estanco (donde compramos la preceptiva postal). Es precisamente aquí donde charlamos largo y tendido con la estanquera que nos pone sobre la pista de un buen lugar para comer (El Bar Paco, entre otros) y el método para visitar la parroquia de Nuestra Señora del Rosario si la encontramos cerrada al público. Retomamos otra vez la senda que nos marca la Avenida principal para encontrar, de frente, la torre y el campanario de la iglesia que ascienden hacia el cielo como un prodigio del ser humano sobre la naturaleza. Permanecen, enhiestas, ante el paso del tiempo y sus inclemencias. Una de ellas, límpida e inmaculada, de lisas paredes rematadas en el campanario. La otra, recargada de cruces y terminada en un pináculo lustrado de azulejos blancos y verdes. Compiten ambas por ser timón, puente de mando, de la parroquia. Tras verificar, a través de un arco de ladrillo visto situado a la derecha que el templo está cerrado, ponemos en marcha la opción que nos ha ofrecido la estanquera y que ya hemos comprobado en otros municipios. Llamamos a un portal próximo que lleva como rótulo "Súper. La Tienda de Antonio Muñoz Pérez". - Hola, buenos días, estábamos interesados en ver el interior de la parroquia, y basta que la hayan nombrado Monumento del Patrimonio Histórico Andaluz...-, comentamos. - Sí, un momento-, se nos contesta. Al cabo aparece Manuela, una mujer de edad que, llave en mano, nos invita a que la sigamos para acceder al interior. Se abre la pesada puerta y entramos. La iglesia de Nuestra Señora del Rosario es de alma fría y húmeda, y nos recibe con el rezongar de un monumento antiguo, no en vano fue ordenada construir a instancias de la reina Isabel La Católica en el siglo XV. Lo primero que nos llama la atención es el artesonado. El techo se configura creando una serie de líneas que se entrecruzan hasta forman un dibujo geométrico de juegos concéntricos. El maderamen está tallado con motivos florales y rezuma autenticidad, su armadura data del siglo XVI. El altar es sencillo y modesto. En sus dos camerines aparecen importantes tallas del siglo XX. El silencio del templo se rompe con los juegos de las nietas de Manuela que corren a sus anchas por entre las bancadas de madera y que nos acompañan en la visita. Nos revela nuestra anfitriona algunos secretos de la parroquia y subraya el esfuerzo de conservación que requiere el edificio para rescatar todo su esplendor. - Algunas cosas ya se han hecho y han venido hombres apuntado y sacando fotografías, pero aún le queda mucho, mucho...-, comenta resignada. La parroquia de Nuestra Señora del Rosario merece una visita y un impulso su rehabilitación. Salimos, y la hija de Manuela nos acompaña hasta el interior de su casa para mostrarnos una conseguidísima reproducción a escala de la propia iglesia que hizo su marido hace unos años (hasta sonido de campana y luces tiene). Nos despedimos y damos las gracias por su amabilidad a toda la familia. Seguimos camino.

La visita: desde la iglesia

Desde la casa de Manuela descendemos un tramo de diez metros hasta la plaza de la Constitución, situada sobre uno de los laterales del templo. La plaza se abre como un balcón natural al barrio del Rinconcillo y a las calles situadas en la parte más baja de El Borge. Como curiosidad, destacar que en una de las paredes de la iglesia aparece un adoquín informativo en el que se indica: "Piedra donde se afilaban los trompos allá por los años 20". A la ilustrativa frase le acompaña el dibujo de un trompo (o peonza). Justo bajo el letrero se aprecia dicha piedra y, en efecto, el desgaste y ralladuras de afilar la punta metálica de los trompos sobre su superficie. En la misma plaza preguntamos a un grupo de borgeños que están asolándose por la fuente de Las Tres Aguas. Nos indican, con mucha amabilidad. Bordeamos la iglesia por la derecha y descendemos por una calle que nos lleva a una explanada donde se sitúa la fuente. Resulta curiosa porque tiene tres grifos que ofrecen al necesitado la posibilidad de saciar su sed con agua proveniente de tres lugares diferentes, ya sea el pantano, la Alcúa o el río. Sobre cada grifo, un mensaje indica el origen del agua. Recomendados por los vecinos, tomamos y nos refrescamos con la del pantano. Sobre la plaza donde se ubica la fuente se encuentra el Parque Ornitológico La Alcúa que incluye en su paseo la posibilidad de contemplar numerosas aves como cisnes, pavos reales, gansos o faisanes, además de una gran variedad de plantas. El parque se considera único en la comarca gracias a la gran variedad de especies que se encuentran en su recinto. Está abierto todos los días de 10:00 horas a 20:00 horas, para más información se puede llamar al ayuntamiento en el teléfono 952.512.033. Tras la visita ascendemos de nuevo hasta la plaza de la Constitución, nos asomamos a la floreada calle Antonio Machado y descendemos por la calle Barranquilla hasta aparecer en la plazuela de la Rueda. En la misma se encuentra la oficina de correos y un buzón donde depositar la postal ya escrita. Frente a nosotros se ubica la Posada del Bandolero, un hotel restaurante que antes fuera museo. En este lugar nació Luis Muñoz García "El Bizco de El Borge" en el año 1837 del que dicen que pese a su defecto visual tenía muy buena puntería. El bandolero murió, cuenta la leyenda, envenenado, aunque posteriormente rematado por los disparos de la Guardia Civil en el pueblo de Lucena el 21 de mayo 1889. Continuamos calle Peseta abajo por la parte trasera de la posada hasta dar con la fuente de El Cuerno. Su nombre responde a que en su origen tenía incrustado como si fuera un adorno un cuerno de cabra. En la actualidad el cuerno ya no existe y como sistema para la extracción de agua se utiliza una bomba manual. Sobre nosotros se eleva el barrio del Rinconcillo con sus calles estrechas, cortas y empinadas que se revuelven unas sobre otras, ofreciendo rincones secretos de gran belleza. Subimos de nuevo por la calle Peseta, cruzamos la plaza de La Pasionaria hasta llegar a la avenida principal donde, a la izquierda, se localiza otro de nuestros objetivos: el Bar Paco.

La comida: Bar Paco

Nos han comentado que una de sus especialidades es el chivo pero, lástima, hoy no hay. El Bar Paco es una taberna transitada por los borgeños, sencilla y de ambiente casero y familiar, de trato afable y comida tradicional sin ambiciones, pero con el sabor de lo bien hecho. Nos sentamos en una de sus mesas con manteles a cuadros rojos y blancos para pedir, aconsejados por el camarero, dos tapas de callos y media ración de ensalada de pimientos con unos finísimos chanquetes fritos por encima, además de media ración de carne con tomate y media ración de albóndigas con salsa de almendras, como obsequio de la casa y, casi de postre, dos pinchos de gambas, todo ello rehogado con dos cervezas con y dos cervezas sin. El precio resultante es de 11 euros, pero después de tratar con el camamero y charlar amistosamente con él acerca de la solera del bar-restaurante fundado en 1968 y la buena comida que se cuece en sus fogones, intuimos que la invitación ha ido más allá de los pinchos de gambas. Es buen sitio si se gusta de los lugares auténticos y sin artificios, la comida es buena, los chanquetes sobre la ensalada de pimientos, una sorpresa, y la salsa de almendras que acompaña a las albóndigas, una delicia. El Borge hace sentir cómodo al visitante y el Bar Paco no es una excepción. Nos despedimos y salimos para tomar dirección al lugar donde hemos estacionado el coche.

Despedida

Retomamos el hilo de carreteras que nos conducirá hasta el Mediterráneo. Dejamos atrás las lomas y colinas y barrancos del corazón axárquico sin eliminar de nuestro retrovisor la imagen afable de El Borge. Una localidad que nos ha hecho sentir como en casa desde el momento en el que pisamos sus primeros empedrados, repleta de historia y curiosidades anejas a la misma. Una localidad con pasas y bandoleros e iglesias nombradas monumentos patrimoniales, con estanqueras parlanchinas y vecinas amabilísimas como Manuela, con restaurantes caseros y el alma cálida de los buenos anfitriones. El Borge, reino de la pasa, volveremos.

Información turística y enlaces útiles

Día de la Pasa: El tercer domingo de septiembre se celebra el Día de la Pasa, donde El Borge rinde homenaje a este producto que le ha hecho un lugar en el mundo. Para festejarlo se organizan diversos actos entre los que se encuentran las representaciones en vivo de la elaboración tradicional de la pasa, desde la recolección de la uva, traslado, tendido y secado en los paseros, hasta el picado de las pasas, criba, envasado y pisa de la uva moscatel, cuyo resultado en forma de mosto se dará a probar a los visitantes. Durante la celebración de este día también se ofrecen bolsitas de pasas con denominación de origen de Málaga, gazpacho o degustación de productos gastronómicos autóctonos. El Borge conforma junto con Moclinejo, Almáchar, Cútar, Comares y Totalán la Ruta de la Pasa de la Axarquía.
Parroquia de Nuestra Señora del Rosario: El templo ha sido declarado en enero de 2010 Monumento del Patrimonio Histórico Andaluz como se recoge en diversos medios de comunicación de la provincia.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la página web municipal de El Borge y la página informativa de El Borge Activo.

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40 PUJERRA: DE CASTAÑOS Y REYES VISIGODOS

martes, 12 de enero de 2010

Que la nieve en el barranco/eres más bonita niña/que la nieve en el barranco/que la rosa en el rosal/que la azucena en el campo./Una vez yo bien te quise/me olvidaste, te olvidé./Una vez yo bien te quise/zapato que yo desecho/no me lo vuelvo a poner./En la raya de tu pelo/está la luna parada/en la raya de tu pelo.../si no la deja salir/la hermosura de tu cara. Y así cantan este fandango los pujerreños en las fiestas de la recolección de la aceituna, en el Domingo de Resurrección y en la Fiesta Mayor en honor a San Antonio de Padua. Estrofas de picardía y alegre despreocupación, pero que encierran un elemento clave. Así, encontramos en estos versos un lugar común a la vida cotidiana de este pueblo situado en el palpitante corazón de la Serranía de Ronda y del que tuvimos constancia en nuestra visita: la nieve. Y es que para acceder hasta Pujerra hace falta ascender a través de la A-376 hasta las proximidades de Ronda y tomar un desvío que nos llevará a cruzar el municipio de Igualeja (con el impresionante nacimiento del río Genal) y llegar hasta el final de la carretera por un trazado sinuoso que se abre a los vecinos pueblos de Cartajima y Júzcar, situados como barcos de niebla sobre la ladera de la montaña. Impresiona. Sobrecoge.

El paisaje y la llegada

Es invierno. Las hojas caídas de los castaños alfombran el suelo en el Alto Genal. La tupida niebla se encarama a las cimas y la nieve incipiente pace sobre los campos con aparente fragilidad. Hay hielo sobre las cunetas de la carretera y observamos algunos coches estacionados en los arcenes para buscar el preciado tesoro blanco y frío, tan codiciado desde las playas costasoleñas. Los árboles, desmadejados y desnudos, a la intemperie, parecen monumentales marionetas a las que han cortado los hilos. Es un paisaje de una belleza sin concesiones, que conjuga el hermoso esplendor de la luz invernal y el temor urbanita a la falta de referencias. Con ese espíritu nos adentramos en la serranía, embebidos de belleza y atemorizados ante la predicción meteorológica. La lengua, aún negra y oscura, que es la carretera zigzaguea hacia abajo. Ya hemos dejado atrás la A-376 que une Ronda con San Pedro Alcántara y hemos tomado el desvío que nos lleva hasta Igualeja y Pujerra por la MA-526 primero y la MA-527 después. Circulamos despacio, con prudencia. Y nos dejamos llevar por las sensaciones embriagadoras del camino. Un rebaño de cabras camina por uno de los pastos próximos y contemplar otra presencia animal parece tranquilizarnos. Nos adentramos en un tupido bosque de castaños que han perdido todas las hojas y así cruzamos las estrechas calles de Igualeja hasta llegar al centro de Pujerra. Nieva. Los copos, grandes y densos, descienden muellemente sobre nosotros. Nos pertrechamos contra el frío y, pronto, sentimos el calor de los pujerreños que nos saludan con afabilidad y nos aconsejan de una u otra manera para no resbalar por sus calles. Es un día de preciosa luz, fría y dorada.

La visita, los "san antonios", el Rey Wamba y los bancos de madera

Y Pujerra fue antes Bentomí y Benatamín y Buxarra y Poxera y Puxerra y Pugerra.... Y cuenta la leyenda y tradición oral, quizá no así la ciencia histórica, que también fue Cenay, cuna de el rey visigodo Wamba: "Éste vivía en Pujerra, donde se dedicaba a labrar sus tierras. Una comitiva salió en su búsqueda para coronarlo y, como no sabían donde encontrarlo, recorrieron toda la sierra hasta que, casualmente, lo hallaron arando las tierras que poseía en el molino Capilla. Wamba se resistió a ser coronado aduciendo su avanzada edad y su poca cultura. Finalmente dejó la cuestión a la voluntad divina. - Cuando esta aguijada que tengo en la mano florezca, seré yo Rey de España. Al hundir el palo en la tierra, se cubrió inmediatamente de hojas y flores. Ante tal prodigio, tuvo que aceptar la corona". Así reza al menos la placa cerámica que acompaña un busto con la efigie del rey visigodo y que nos encontraremos más adelante en nuestra visita. Pisamos así, si nos atenemos a la leyenda, tierra de cuna real... Hemos estacionado en el centro y pronto encontramos varios planos indicadores que nos señalan un posible recorrido turístico por la Pujerra monumental, y no dudamos en seguirlo. Vamos a ver la iglesia parroquial del Espíritu Santo y comprobar en nuestro itinerario la gran devoción que los pujerreños tienen por San Antonio. Las calles del municipio son estrechas, cortas y quebradas, perfectamente pavimentadas con adoquín y piedra. Pasamos por delante del ayuntamiento y giramos a la izquierda hasta llegar a la plaza de la Iglesia del Espíritu Santo. Es una plaza de considerable tamaño, presidida por un gran tótem que se eleva hacia el cielo en competición con la espadaña del templo. Espadaña con forma de ángulo que sobresale desde una de las esquinas de la parroquia. En la plaza conviven dos naranjos y dos bancos de madera de castaño con un respaldo de curiosa forma. Será esta una constante en el municipio ya que en nuestro paseo vamos a encontar varios bancos de madera de castaño tallados de manera artesanal y con caprichosos diseños, asimismo también estará presente este árbol en el pomo de la puerta principal de la iglesia, en las placas indicadoras de las calles, en las imágenes de San Antonio que presiden muchos de los rincones y entradas de las casas pujerreñas. Hacen valer los vecinos al castaño, que les ofrece todo su esplendor desde tiempos inmemoriales. De hecho el 31 de octubre se celebra en Pujerra la Fiesta de la Castaña, donde se disfruta de todas las posibilidades que ofrece este producto. La puerta de la iglesia está abierta, así que entramos directamente. Un templo delicado y sencillo, de una sola nave y artesonado de madera, con un coro situado a la izquierda y una decoración nada pretenciosa. Un templo acogedor, presidido por un San Antonio de Padua al que, preceptivamente, ponemos dos velas. No hace frío en el interior y al salir a la calle, comprobamos como los copos de nieve se van apoderando de los empedrados. Seguimos nuestro recorrido envueltos en un denso e intenso perfume de leña, brasas que se intuyen al otro lado de las gruesas puertas. El frío no impide a los vecinos y vecinas salir a la calle a sus quehaceres habituales. Pasan, nos dan los buenos días con amabilidad... Llegamos hasta la placilla Vieja donde el Rey Wamba nos saluda encarnado en escultura. Estudiamos la leyenda situada en su pedestal y observamos el porte regio del visigodo que pisó estas tierras. Continuamos nuestra senda por entre las calles del pueblo y nos deleitamos con cada rincón, con cada detalle. Pujerra mantiene una esencia de pueblo antiguo y auténtico y parece que ha sabido encontrar su lugar en la actualidad a base de delicadeza y cuidado. Su situación, geográfica e históricamente aislada, le ha permitido conservar sus rasgos principales sin desdibujar su pasado. Caminamos hasta el mirador de las cruces que nos ofrece una panorámica impresionante del Alto Genal. La nieve se troca en agua y hemos de guarecernos bajo los alares hasta encontrar refugio en un bar situado en la plaza de la Alameda. Parece que todos los pujerreños se hubieran refugiado allí y cuando entramos, ateridos de frío y con ganas de un buen café nos saludan y pegan la hebra. Hablan de la nieve y del hielo, de cómo se cortan las carreteras durante horas en los días más duros del invierno, de lo acostumbrados que están a conducir así. De que no nos preocupemos por nuestro regreso, que ha comenzado a llover y eso limpiará las carreteras de nieve y hielo. Es un ambiente confortable y cálido y se agradece un lugar así. En la propia plaza observamos varios de esos trabajos de artesanía de los que antes hablábamos, dos bancos y un poste de donde penden varias macetas metálicas. Y es que los castaños entran casi hasta el corazón del pueblo, lo rodean, lo sumergen y en los meses de otoño deben pintar todas las calles con los reflejos dorados de sus hojas. Otra constante del municipio son sus fuentes, de las que hoy sale un agua gélida, fría. En alguno de sus pilones este agua se congela y forma pequeñas placas de hielo simulando ser diminutos icebergs...

La ermita de San Antonio y despedida

Apenas a dos kilómetros del centro urbano se encuentra la ermita de San Antonio, una construcción moderna, abrigada por un bosquete de castaños y a través del cual se accede al sendero de Bentomí. Este lugar es característico porque los pujerreños acuden a la ermita en romería el segundo fin de semana de agosto y porque en sus inmediaciones se situó el pueblo árabe de Benatamín, posible origen de la posterior Pujerra. La senda de Bentomí nos permite realizar un recorrido circular de menos de un kilómetro a través de castaños y alcornoques. Además, en este lugar se encuentra un complejo turístico municipal de carácter rural equipado con piscina y zonas de esparcimiento. Desde la subida a la ermita de San Antonio contemplamos el caserío de Pujerra. La nieve primera de la mañana se ha derretido y el color blanco del pueblo parece vibrar entre la tierra húmeda y parduzca. Miramos al cielo y casi esperamos que la nieve nos impida el regreso. Pujerra acoge al visitante con esa calidez de los pueblos pequeños, con el aroma de la leña y el calor de sus gentes. Miramos, de nuevo, al cielo. No nieva, pero aún decidimos demorar este instante un rato más. Vemos la sierra y los castaños desnudos en derredor del caserío apretado de Pujerra. Un copo de nieve se nos enreda en la bufanda. Sonreímos.

Información útil y enlaces de interés

Patrimonio natural: la riqueza paisajística de Pujerra es incontestable, su situación privilegiada en el corazón del Alto Genal hace que sean muchos aficionados al senderismo los que se acerquen a este término municipal para disfrutar de agradables paseos bajo los castaños y los alcornoques. El veterano Club Senderista Pasos Largos ofrece en su página web algunas rutas que comunican Pujerra con otros pueblos del Alto Genal, tal es el caso del camino de Pujerra a Igualeja o de Pujerra a Jubrique. Dentro del propio término municipal se puede acudir por el bien señalado cauce del Río Seco hasta los restos del molino de Capilla, donde la leyenda ubica al poblado de Cenay, cuna del rey Wamba. Hemos visitado Pujerra en invierno, pero el resto de las estaciones del año confieren a la localidad un aire nuevo y sorprendente en cada una de ellas. El estallido floral de la primavera, el fresco nocturno del verano o el dorado intenso del otoño son argumentos de peso para visitar la localidad durante los 365 días del año.
Turismo rural: En la propia web municipal de Pujerra se indican varias ofertas de turismo rural, entre las que se incluyen los apartamentos municipales de Bentomí.
Visita virtual: El centro Guadalinfo de Pujerra ofrece a través de su canal de Youtube una visita virtual del municipio. Pueden visitarla en el siguiente enlace: Visita Tu Pueblo, Pujerra.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal de Pujerra.

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