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25 BENALAURÍA: AROMAS DE TRADICIÓN Y CASTAÑO

martes, 29 de septiembre de 2009

Benalauría de castaños, de sabores antiguos, de perfumes olvidados. Benalauría de moros. Benaluría de cristianos. Benalauría de tradiciones. Benalauría de artes y de moliendas. Benalauría de calles ensortijadas, de balcones inmensos, de horizontes verdes. Benalauría de los hijos de Auria. Benalauría para regresar. Ben-Al-Auria.

Aproximación entre castaños

Descendemos hacia Benalauria. Las laderas por las que serpentea y se enrosca la carretera son un tupido manto de castaños festoneados por ese fruto de apariencia espinosa y dorada que en esta época disfruta de su madurez antes de ser recogido. Madurez de estallidos amarillos, algunos, ya caídos al suelo. Los castaños se cierran sobre nosotros formando una arcada verde e imposible. Observamos como las montañas se hunden en la tierra formando el Valle del Genal, tupido y umbrío. Embebidos ante el espectáculo, tras una curva y casi sin solución de continuidad aparece el caserío blanco de Benalauria. Una pequeña explanada sirve de estacionamiento y aconsejamos no internarse en sus calles por lo intricado y estrecho de las mismas. Lo mejor resulta estacionar en esta plaza y, si no hubiera sitio, aparcar en la misma carretera. Benalauría es un pueblo que debe recorrerse a pie, disfrutando de cada rincón, de cada sorpresa, de la explosión colorida de las buganvillas, de sus aromas antiguos, de sus plazuelas.... Es un pueblo intenso, un pueblo en el que agudizar todos los sentidos.

La visita

Desde la plazuela donde estacionamos el coche iniciamos la visita. A la entrada encontramos un plano mural del municipio que nos sitúa y nos muestra los lugares más destacados que visitar. Aún con todo, desde la oficina de turismo de Benalauría ofrecen al visitante un plano callejero con dos rutas a seguir en el pueblo, muy práctico, muy útil y muy cómodo. Para informarse acerca de los horarios de la Oficina de Turismo pueden llamar al teléfono del ayuntamiento: 952.15.25.02. En algunos otros lugares, como el Mesón la Molienda (del que luego hablaremos) también se pueden encontrar estos planos. Ante nosotros el intrincado dédalo de calles, un sortilegio encaramado a la ladera y que se asoma al Valle del Genal mirándolo de tú a tú.
Es dar un paso y adentrarse de manera casi inmediata en un mundo de perfumes antiguos, de esencias añejas, de arte rural... Celebra Benalauría en el mes de agosto una fiesta de moros y cristianos donde los vecinos y vecinas se atavían con los trajes típicos y hacen resonar voces de antaño, recreando episodios históricos en los que se mezcla la historia, la leyenda y la tradición oral. Y es ahora, cuando hemos dado ese primer paso cuando percibimos esa esencia moruna y casi llegamos a advertir en el recodo de sus calles el fantasma de una chilaba mecida por el viento.... Las calles del pueblo nos guían sin esfuerzo, es Benalauría el que nos muestra sus calles repletas de flores. La luz del otoño le confiere a todo un aura con una intensidad especial. Caminamos por la calle Calvario y apenas a diez metros a la derecha encontramos el taller de Artesanía de Naturarte y en su puerta un cartel que reza: Museo Etnográfico / Antigua almazara del siglo XVIII / para visitar el museo preguntar en la tienda de artesanía / Tlf: 616.179.730, 646.028.992 (pueden llamarnos a estos dos teléfonos) /precio de entrada: 2€/ persona. Grupos de más de 15 personas 1€ / Naturarte: subiendo la calle, la primera a la derecha. Eso hacemos, subimos la calle, primera a la derecha. Nuestro gozo en un pozo, la tienda está cerrada. Llamamos a los teléfonos que se incluían en el cartel y nos dice una chica que precisamente hoy están en un encuentro de asociaciones en Algatocín, nos preguntan si nos vamos a quedar en el pueblo y contestamos que sólo a comer, nos señalan que después de comer llamemos de nuevo para ver si han regresado y poder realizar la visita. Tomamos nota.
Continuamos caminando por la calle Calvario hasta llegar a la plaza Teniente Viñas que precede a la plaza del Ayuntamiento. La plaza Teniente Viñas es un recoleto rincón presidido por la Fuente Grande, con cinco caños rebosantes de agua, a su izquierda se sitúa la Oficina de Turismo y justo encima la Biblioteca Municipal, todo en un edificio apoyado sobre la piedra y que forma, en su lateral uno de los lados de la contigua plaza del Ayuntamiento a la que accedemos. Destacar como curiosidad de esta plaza las hendiduras que tiene una de sus paredes, una serie de rectángulos horadados en la piedra y que, antiguamente, sirvieron como burladeros en los tiempos en los que se realizaban en el pueblo suelta de vaquillas. El ayuntamiento presenta su seria fachada diociochesca con sus balcones enrejados aparejados al lugar que ocupa el archivo municipal. Centro de reunión en los buenos días de otoño, la plaza presenta hoy su cara más visible. Descendemos por el lateral derecho de la casa consistorial, calle iglesia, y nos perdemos en el laberinto de calles, disfrutando de las macetas coloridas, de la arquitectura popular de algunas casas con sus tejadillos, con sus aleros de teja, con sus portadas. Nos asalta, sin previo aviso, un aroma intensísimo a puchero a esa sabia mezcla de ingredientes contundentes que se rematan con hierbabuena y con los que se hace la pringá. Un perfume antiguo y conocido y tremendamente evocador. Era sólo este elemento el que faltaba para completar el perfecto puzzle de Benalauría. Cada vez que las calles escapan hacia el horizonte surge ante la vista el inmenso mar de castaños. Continuamos caminando y llegamos hasta la iglesia de Santo Domingo, a la que se accede a través de una reja que da a una plazuela donde se encuentra una puerta lateral. Un templo del siglo XVIII, sencillo y austero en el exterior y pintados sus ribetes de color salmón en el interior. Un altar imponente cuyas flores arregla una mujer, con la que charlamos irremediablemente acerca del pueblo, de la iglesia, de los castaños. La iglesia huele a pintura, se han acondicionado algunas rejas y balconadas en los últimos días, luciendo un aspecto lustroso y novísimo.
Salimos de la iglesia y nos perdemos de nuevo por entre las callejas del pueblo. No seguimos un itinerario trazado, vagamos aquí y allá, asomándonos a algunos rincones, disfrutando de las vistas, de las balconadas que se abren al valle, caminando sin rumbo fijo ascendemos, descendemos.... La niebla comienza a elevarse desde el valle, las colinas parecen humear con un vapor intenso transformado en jirones que quedan aferrados a los castaños. Es hora de comer.

La comida tradicional del Mesón La Molienda

En una llamada previa a la visita, sin dudar un instante se nos aconseja visitar el Mesón La Molienda. No tiene pérdida y lo conoce todo el mundo en el pueblo. El restaurante es una antigua almazara recuperada, transformada, restaurada... Está decorado con esmero y delicadeza, muros de piedra, algunos de ellos pintados en azules, amarillos, lilas; piedra y madera; una exposición en las paredes. Todo al detalle sin perder una pizca de autenticidad. Pequeñas mesas en su terraza y unas impresionantes vistas al Valle del Genal, cuyo perfil forma parte incluso de la carta. Nos trasladan hasta el comedor principal, a una mesa coqueta en la que antiguamente era sala de empiedro. Carta tradicional, de alimentos y sabores auténticos, con el toque justo de modernidad pero sin excesos, una carta completa y rica que se devora ya sólo con la mirada y que incluye platos como carne de matanza, lomo de cerdo ibérico en manteca, lomo de cerdo ibérico con tomates caseros fritos, solomillo ibérico relleno de castañas, cordero en salsa de almendras, venado a la canela... Todas ellas acompañadas de una breve descripción que indica los orígenes de cada receta. Optamos por una ensalada de naranja (gajos de naranja fileteados con cebolla y hierbabuena),una sopa de olla (3,50€), un gazpacho caliente (servido en dornillo, el cuenco de madera tradicional en el que servían las sopas serranas, 5€), una caldereta de cordero con castañas (9,50€) y una costilla de cerdo a la plancha con salsa jabata (un adobo frío, exclusivo de Benalauría, realizado con ajo, vinagre, aceite de oliva, sal, ñora y especias, 9€)... todo ello regado con tres cervezas y un botellín de agua: total 39, 50€. La relación calidad precio es excelente. Los sabores nos remiten inmediatamente a la tradición, a lo popular, a lo antiguo... A través de las ventanas vemos que la niebla ha ascendido y tomado todo el pueblo.

Despedida

Caminamos en silencio por las calles casi desiertas. Una tormenta atruena en el cielo, las nubes confieren al paisaje un ambiente de recogimiento, casero, evocador. Observamos el Valle del Genal, los montes que ascienden desde él, la figura de algunos otros pueblos entre la espesura de castaños. Echamos un vistazo hacia atrás y vemos a Benalauria enrocado sobre la ladera del monte. Aún con el perfume de lo añejo en nosotros, el sabor de la tradición fresco en la boca, sólo tenemos un pensamiento: Regresaremos. No hay duda. Cuando llegamos a casa vemos una llamada perdida. las responsables de Naturarte nos informaban de su llegada a Benalauría. Esta es una excusa perfecta más.

Enlaces de interés y consejos útiles

Fiesta de moros y cristianos: al primera semana de agosto, Benaluría vive una de sus grandes tradiciones, la representación de la fiesta de moros y cristianos en la que los visitantes también forman arte y parte, ya que son "secuestrados" para entregar un óbolo a la puerta de la iglesia. La representación teatral trata del enfrentamiento de las revueltas producidas en la sierra en torno a 1570, en ellas los moriscos y los ejércitos de castellanos se enfrentaron por las tierras tras la rebelión de los primeros. Benalauría escenifica estas batallas y deja para el epílogo y último acto al elegía desesperada del qa'id hacia una tierra que le vio nacer y que se ve obligado a abandonar. En los bajos del ayuntamiento se encuentra el Centro de Interpretación de Moros y Cristianos, para consultar horarios se puede llamar al ayuntamiento en el teléfono 952.15.25.02. Para más información acerca de la fiesta hay una página muy completa donde se explica su historia y orígenes: Benalauria.net.
Turismo Rural: la oferta de turismo rural en Benalauría es enorme. Hay muchos alojamientos de este tipo preparados en las mejores condiciones para recibir al visitante. Sólo con teclear en google: Benalauría + turismo rural aparecerán numerosas ofertas. Ofertas que se completan con el turismo cultural.
Arte: el Valle del Genal ha sido el lugar elegido para residir por muchos artistas, no es extraño encontrar tiendas de arte y artesanía en la gran mayoría de municipios que lo conforman. En Benalauría existen dos: Naturarte, 952.152.543 y Artexperiencia, 627.333.792.
Épocas: Todas son buenas, pero el otoño confiere al paisaje un tono especial. En esta época otoñal, proveerse de algún impermeable y algo de ropa de abrigo, de una cámara de fotos y de prismáticos.
Enlaces: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web del Ayuntamiento de Benalauria.

Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.

24 BENAHAVÍS: EL SABOR DE LA NATURALEZA

martes, 22 de septiembre de 2009

Benahavís de angosturas y ríos. Benahavís que se mece acunada en el corazón de la sierra. Benahavís de nombre rotundo, sonoro, inequívocamente árabe. Benahavís de aromas dulces y simples y complejos. Benahavís de restaurantes y cultura gastronómica. Benahavís de aventuras y charcas con nombre de moza. Benahavís, la historia te contempla, el castillo de Montemayor te vigila.

Las angosturas y el Charco de las Mozas

El camino que nos conduce a Benahavís se va cerrando sobre nosotros, como un guiño a las angosturas que llevan su nombre, como queriendo borrar nuestro rastro en un deseo de mantener intacto el caserío blanco. La carretera serpentea sobre la ladera de la montaña sin que, en ningún momento, se pueda vislumbrar siquiera el destino último de nuestro camino. Nos engulle entre sus fauces de verde intenso con aquellos riscos de piedra como auténticas mandíbulas prestas a engullirnos. Paramos en uno de los miradores que se erigen antes de llegar al centro urbano. El silencio es arrebatador hasta que la brisa del primer otoño se adentra sin contemplaciones por el encajonado cauce del río y produce un susurro de melodías imposibles y antiguas a las que acompañan el crujir cadencioso de las ramas de los árboles. Algunos farallones de piedra se yerguen sobre el tajo del río y escuchamos esa melodía como una suerte de tonada de Hamellin que nos condujera hasta el corazón de la sierra.

El descenso

Irrumpen en esta quietud los ecos sordos del bullanguerío de un grupo de aguerridos excursionistas que descienden el río de roca en roca, como un paciente parque acuático de antigüedad imposible, como si el ser humano conjugara un sortilegio para vencer a la naturaleza a base de adrenalina. Son jóvenes, una decena, y al salto les animan un par de adultos. Vemos como encaramados a una roca de zambullen en una poza de agua verde y oscura y fría que responde al nombre de Charco de las Mozas. Saltan desde lo alto del roquerío mientras jalean y aplauden y vitorean los que ya han probado el sabor de ese primer miedo. Nos miran y saludan y saltan de nuevo. Y es que una de las características que tiene Benahavís es esta, la posibilidad de practicar deportes de aventura entre los que se incluye el descenso del río Guadalmina. Apuntan los expertos a este respecto que es un río ideal para la iniciación en este tipo de deporte gracias al recorrido por el que discurre. Hay algunas empresas como Exploramas o Aljibe que realizan la ruta guiada por este tramo de río. Pese a su aparente sencillez es aconsejable ir convenientemente preparados y con una persona que conozca el lugar para que sirva de guía. Dejamos atrás las estrecheces con las que nos ha obsequiado la naturaleza y continuamos.

Entrada y aparcamiento

Tras la última curva, el caserío de Benahavís nos recibe alojado sobre la ladera que asciende desde el río Guadalmina hasta Montemayor, donde vislumbramos las ruinas del que fuera castillo, fortaleza y otero. Una fuente situada en una rotonda y que posee forma de torre vigía recoge la carretera y la dirige hacia la derecha o de frente, centro urbano. Continuamos adelante y nos adentramos en la localidad. Hay numerosos lugares de aparcamiento libres en el primer tramo, pero forzamos un poco la marcha hasta llegar al centro mismo. Dejamos a la derecha el edificio de la Escuela Hispano Árabe de la Cocina Mediterránea . La calle nos obliga a girar a la derecha en un tramo bastante estrecho, después de nuevo a la izquierda y descendemos. Hemos optado por aparcar en esta parte del pueblo porque el recorrido ascendente que vamos a realizar nos lleva desde un moderno jardín de aguas cantarinas hasta la plaza principal para adentranos después en sus intrincadas calles. Estacionamos. El día es de un otoño radiante. Y, probablemente sugestionados por saber el sobrenombre con el que se le conoce a Benahavís (El comedor de la Costa del Sol o el restaurante de la Costa del Sol), llegan hasta nuestra pituitaria aromas profundos de buena cocina. Por ahora es sólo sugestión, más tarde comprobaremos que es pura realidad.

La visita

Comenzamos la visita desde el parque-jardín que comunica la parte baja con la parte alta del pueblo. Es un parque empedrado, con caminos de tarima de madera en el que predomina el agua y su murmullo por encima de los elementos florales. Algunos bancos, una fuente y un ambiente de placentero sosiego nos envuelve. Todo es frescor. Tomamos la calle Pilar, en cuesta ascendente, y apenas a veinte metros nos topamos a la izquierda con un palacio del siglo XVI. Es una construcción curiosa con muros de piedra muy oscuros en contraste con la blancura de los marcos que rodean a las ventanas. Es un edificio sencillo, en el que sobresale una torre cuadrada a la que se adosa un cuerpo rectangular construido de la misma manera. Los textos dicen que se construyó al estilo nazarí y conociendo este dato es cierto que nos remite a esa época. El interior está ocupado en la actualidad por las dependencias del ayuntamiento benahavileño. Continuamos adelante y llegamos a la plaza de España. Ya comenzamos a comprobar una de las características ineludibles de Benahavís: la enorme profusión de restaurantes y recintos hosteleros que ofrecen sus menús a los visitantes entre un amplísimo surtido de exquisiteces. Muchos de estos visitantes ya toman el aperitivo en algunas de las mesas, protegidos del sol bajo sombrillas coloristas. Subimos, por una calle a la derecha, hasta la vía principal, donde se encuentra la parroquia de la Virgen del Rosario. En la calle principal hay un estanco y una oficina de correos donde adquirir la preceptiva postal y el franqueo necesario para realizar el envío. Junto a la oficina de correos se encuentran una de las dos escaleras de acceso a la plazuela de entrada a la iglesia de la Virgen del Rosario. Sorprende su interior por la sencillez inmaculada, por su blancura sin parangón. Preside el altar mayor un gran mosaico realizado en piedra, a los laterales, unos paneles confeccionados con azulejo relatan la historia de la Pasión. Es una iglesia de formas muy definidas, muy simples y que la dotan de cierta trascendencia, de un misticismo puro que no se deja distraer. Salimos.
La parte más moderna de Benahavís ha sabido adaptarse al fondo y forma de la parte más antigua, así, la mayoría de las construcciones aledañas al centro histórico son también casas blancas bajas con rejas de forja en las ventanas y umbríos patios con fuentes. Callejear por Benahavís es necesario antes de escoger un lugar donde comer, tapear o cenar. Es tal la oferta que mientras paseamos anotamos mentalmente aquellos platos, menús y precios que nos gustaría probar en otra ocasión. Pero la decisión ya la hemos tomado de antemano.

La comida: un homenaje en Los Abanicos

Optamos por el restaurante Los Abanicos, situado en la calle Málaga. Nos decidimos por él por ya conocido y por saber de su calidad. No es barato, pero merece la pena con creces. Un servicio excelente, una carta completísima y una especialidad en carnes a la brasa y grill de primer orden. Antes de pedir, un aviso... Todos los platos de carne llevan guarnición de patatas fritas caseras, verduras al vapor y arroz basmati con perejil y ajo o pasas, además en el acompañamiento se sirve paté y pan de ajo, así que ¡¡cuidado con las cantidades que se piden!! A esto hay que sumar que las raciones son generosas. Para dos personas, un plato para cada uno y un entrante para compartir es más que de sobra. Los precios oscilan entre los 8 euros de unos boquerones en vinagre hasta los 28 euros de un chuletón de ternera roja. Pedimos una ensalada caprese (tomate, queso, aguacate, albahaca y lechuga rizada con una emulsión de vinagre de módena), 9 euros; cochinillo (una de las especialidades y recomendaciones de la casa), 22 euros; entrecot a la brasa, 14 euros; 2 botellas de agua, y tres tercios de cerveza; total, al que se suman los cubiertos: 69,55 euros. La ensalada caprese está deliciosa, delicada y fresca, el cochinillo jugoso y con la piel crujiente, el entrecot en su punto. La reflexión del pago la hacemos a tripa llena, ¿ha merecido la pena? Rotundamente sí. Un homenaje tampoco se realiza todos los días.

Un paseo hasta el parque de Torre Leonera

Para bajar la comida optamos dar un buen paseo que nos llevará por el jardín que hemos visto al principio, hasta la circunvalación del pueblo, hasta el parque de Torre Leonera, un hermoso espacio de hierba mullida, bancos a al sombra, olivos centenarios y aparatos de gimnasia para los más pequeños y para los mayores. Consta además de un pequeño anfiteatro y un pequeño lago que ayudan a refrescar el ambiente. Presidiendo el parque, la torre que le da nombre, Torre Leonera, una de las tantas que conformaban el cinturón de seguridad que rodeaba Benahavís en los tiempos de lucha entre musulmanes, entre cristianos y moriscos, entre tropas napoleónicas y ejércitos regulares españoles. Ahora, esos tiempos paracen olvidados, y Torre Leonera nos ofrece la mejor de sus caras, apacible, silenciosa, lejana y tranquila.

Despedida

Regresamos hasta donde se encuentra estacionado el coche. El paseo nos ha despejado y despedimos Benahavís con la sensación de dejar atrás un buen lugar. La carretera serpenteante nos atrae de nuevo y escuchamos la cadencia del viento internarse desde las angosturas hacia el nacimiento del Río Guadalmina. Nos invade cierta sensación de júbilo y comunión con la naturaleza. Escuchamos la melodía de ese Hamellin que nos pide regresar. Y regresaremos.

Consejos y enlaces de interés

Deporte de aventura: Benahavís tiene en el río Guadalmina uno de los focos de interés más destacados para realizar turismo activo. El descenso del río, apto para principiantes, lo convierte en destino muy atractivo. Empresas como Exploramas o Aljibe ofrecen a las personas interesadas el material y los guías necesarios para realizar esta excursión atrevida.
Los restaurantes: La oferta gastronómica de Benahavís es muy muy extensa y con presupuestos ajustados para todos los bolsillos. La mejor recomendación es dar un paseo por las calles del municipio y echar un vistazo a las cartas y menús que nos ofrecen. La gran mayoría de locales ofrece al visitante calidad.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la complementamos con la página web municipal de Benahavís.

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23 CAÑETE LA REAL: HINS QANNIT, LA MIRADA DEL VIGÍA

martes, 15 de septiembre de 2009

Hins Qannit se llamaba con su otero almenado como testigo y vigía del paso del tiempo. Hins Qannit de moros y cristianos, de guerras y fronteras. Hins Qannit de pasado convulso y presente adictivo. Hins Qannit que hoy se llama Cañete la Real. Hins Qannit con la imagen de la campiña a sus pies. Hins Qannit a la que se rindieron los árabes a la que se rindieron los castellanos, a la que se rinde hoy el viajero. Hins Qannit que conjuga el pasado y el presente en una fusión deliciosa. Cañete la Real para descubrirse, para disfrutarse. Cañete la Real que fue Hins Qannit.

Aproximación y primeras impresiones

Denso y profundo amarillo, cereal y olivo que nos acompaña en el camino a Cañete la Real. Los modernos y quijotescos molinos mecen sus aspas al compás que les marca el viento. Las lomas, ondulaciones breves que ascienden y descienden con suavidad, transmiten una sensación de profunda serenidad en este paisaje que fue terreno fronterizo repleto de batallas y sangre, de guerras inacabadas, de posesiones moras y árabes y castellanas y cristianas y vuelta a empezar. Cerros que vieron crecer a la romana ciudad de Flavia Sabora entre el perfume del trigo aventado. Así, se asoma Cañete la Real acunada entre dos montañas como un manchón blanco sobre su falda. Destaca entre el caserío la torre cuadrangular, sólida, seria, enhiesta e imaginamos allí arriba, encaramado la pose estatuaria de un vigía, quizá del propio Omar Ben Hafsun oteando el horizonte. Según nos acercamos al casco urbano el horizonte se torna apabullante, ante nosotros se extiende la campiña que precede a la comarca antequerana.

El espectáculo de la arquitectura

Seguimos las direcciones que nos llevan hasta el centro del casco urbano y a la vera de la iglesia de San Sebastián estacionamos el coche. Un tramo más adelante se encuentra la plaza del ayuntamiento y en la misma calle también se pueden encontrar algunas plazas libres donde aparcar. Salir del coche y quedar gratamente sorprendidos es todo uno. A izquierda y derecha se erigen diversas casas de fachada señorial, casas del siglo XVIII majestuosas y cuidadas al detalle que impresionan por su estado de conservación y su poderío. En esa misma calle, la esquina izquierda está ocupada por una de las paredes laterales del convento del Santísimo Sacramento. A nuestra espalda, despegando hacia el cielo se encuentra la iglesia de San Sebastián un edificio casi etéreo que destaca por los colores grana y albero intenso de la portada y la torre y los ribetes de azul que marcan un fuerte contraste con el resto de los pigmentos. La entrada a la parroquia preside la calle y la transforma en una suerte de antesala de la misma. Su interior, de profusa decoración, está repleto de frangancias florales. El altar mayor decorado con la delicadeza previa a las fiestas de la Santa Patrona la Virgen del Cañosanto que se celebran el tercer fin de semana de septiembre y que han traido hasta la iglesia ramos y ramos de flores. El templo, con sus camerines decorados al detalle, no resulta exagerado ni artificioso. Y ésta es quizá una de las cualidades que presiden Cañete la Real, todo resulta afable y natural, desde su posición estratégica y arquitectura destacada hasta las ganas de agradar de sus gentes. Charlamos con una feligresa que nos explica que esta misma noche, a las diez, se rezará una novena, que la iglesia se llena y que entonces, iluminada, cobra realmente todo su esplendor. Después de sacar varias fotografías, salimos al exterior, de nuevo a esa calle señorial que resulta casi apabullante. Nos llama poderosamente la atención una casa de fachada azul, algo desvencijada, pero que con su balconada de cristales emplomados asomada a la calle y su aire indiano nos subyuga. Su color, su estructura, el patio que podríamos adivinar en su interior atrae como un imán. Destaca entre todas ellas, todas blanco puro, precisamente por su color azul que nos remite al cielo y al mar y que, pese a su estilo, completamente castellano nos hace recordar algo del mundo andalusí. Continuamos caminando por la calle y, accedemos a la plaza de Andalucía, rodeando el convento del Santísimo Sacramento y Sta. Teresa de Jesús de las monjas carmelitas, fundado en el año 1662. La puerta al convento permanece entornada y sabemos que se pueden adquirir dulces. El torno permanece abierto de 09:30 a 13:00 horas y de 16:45 a 18:30 horas. En una placa situada en el hall de acceso y sobre la entrada al torno donde se depositan las compras realizadas se solicita que las peticiones se realicen dentro del horario de torno y a ser posible los domingos, así que optamos por no molestar la calma de las carmelitas y continuar nuestro recorrido por Cañete la Real.

Camino del Castillo

Desde la plaza de Andalucía, donde a la derecha se sitúa el ayuntamiento de Cañete se puede acceder al castillo por tres direcciones. La que está indicada y que es aconsejable si se quiere subir en coche u otras dos. La primera de ellas es atravesando un arco que precede a una calle ascendente y empedrada, situada tras una estatua con la Virgen del Cañosanto, patrona del municipio. Se cruza el arco y tras caminar de veinte a treinta metros se llega a una bifuracación con una curva que hace un giro de casi 180º o que continúa hacia adelante. Debemos tomar la curva, adentrarnos en la calle Porras, donde a la izquierda veremos la verja de entrada al castillo. No tiene perdida porque vamos a caminar continuamente a su sombra. La segunda de las opciones es continuar caminando por la calle del ayuntamiento hacia adelante y tomar la primera a la derecha, la calle Porras que dobla, nuevamente a la derecha, de esta manera, también encontraremos la verja de entrada. Tanto por un camino como por otro no se tardan más de diez minutos en ascender hasta el que fuera probable origen de Cañete la Real, el castillo de Hins Qannit.

Hins Qannit

Las vistas desde esta atalaya que es el castillo imponen. Imponen por su majestuosidad y por lo inabarcable que parece el horizonte. La vista que cuando nos aproximábamos a Cañete la Real teníamos del municipio, la captamos ahora a la inversa. Somos nosotros, desde lo más alto los que estamos encajonados entre dos montañas, somos nosotros los vigías, casi los hijos y herederos del rebelde Omar Ben Hafsún. Se extiende ante nuestra mirada parte de la llanura cerealista que precede a la comarca antequerana, cerrando la línea del horizonte, una imponente hilera de montañas. Hemos visto algunas fotografías desde el mismo lugar que ahora ocupamos. Es invierno, los tejados de Cañete, cargados de nieves, el color grana de la iglesia refulge como una brasa, la llanura que se extiende ante nuestra vista, como un enorme colchón blanco. Debe ser espectacular. Ahora nos muestra el paisaje del último retazo del verano y los amarillos y ocres priman por encima del resto. Estamos enrocados sobre las almenas y las murallas del castillo restaurado y reconstruido. Leemos los paneles explicativos que detallan las funciones de cada parte del recinto y, poco a poco, llegamos hasta el lugar que ocupa la Torre del Homenaje. Un imponente torreón cuadrangular de ventanas muy pequeñas y que se convierte en otero principal del pueblo. En su interior nos espera el Centro de Interpretación "Los Vigías del Territorio", un completo e intenso recorrido por el patrimonio histórico de Cañete y de la comarca del Guadalteba. En el centro nos acoge Gerardo, uno de los guías del centro y nos ofrece la posibilidad de acompañarnos. Aceptamos. En la primera planta realizamos un completo recorrido por la prehistoria y por la ciudad romana de Flavia Sabora, que fue por un tiempo la prolongación de Hins Qannit en la vega. Más próxima al agua, más próxima a los cultivos. Con las revueltas y las luchas fronterizas, los habitantes regresan a las alturas donde permanecen mejor y más guarecidos. Aquí podemos observar diversas monedas y utensilios de la época. En el segundo piso nos acercamos al mundo de Al-Ándalus a través de los objetos de uso cotidianos expuestos. Monedas, agujas, dedales, vasijas y ánforas. Gerardo nos explica todo con paciencia y detalle hasta la llegada de una veintena de moteros talluditos que reclaman su presencia para realizar la visita. Continuamos en la tercera planta por nuestra cuenta y vemos las réplicas de algunas armas de asedio, auténticas obras de ingeniería al servicio de la guerra. En las paredes se hace un recorrido por los diferentes castillos de la comarca y la historia de revueltas permanentes que protagonizaron durante años. Vemos un documental de diez minutos que nos relata la historia de Cañete la Real y sus diferentes enclaves y épocas. A la salida nos cruzamos con los moteros y nos despedimos de Gerardo que ya nos había pertrechado con abundante documentación a la entrada. Este castillo es un ejemplo de recuperación y rehabilitación de un espacio y de su aprovechamiento para el visitante y el vecino como un recurso cultural y turístico más. Los horarios son: de martes a sábados de 11:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas; los domingos de 10:30 a 14:30 horas; y los lunes permanece cerrado excepto festivos. El teléfono para consultas es el 952.71.34.75.

Descenso, el convento de San Francisco y la discoteca

Para bajar al centro del pueblo, optamos por tomar la calle Porras y acceder así a la calle del ayuntamiento. Perderse por este dédalo intrincado es una delicia. La gran mayoría de las casas se encuentran en perfecto estado, cuidadas, mimadas, se dejan entrever algunos patios interiores a través de las puertas abiertas, umbríos, frescos, repletos de flores y macetas. Los vecinos y vecinas nos saludan amablemente al paso. Las calles empedradas acentúan este aspecto un tanto señorial que posee Cañete y algunas guirnaldas que preceden a la fiesta del próximo sábado ponen el toque desenfadado. Llegamos hasta el ayuntamiento y dejamos a la derecha los pósitos municipales que están en fase de rehabilitación. Descendemos por la calle Conde de las Infantas hasta llegar a la plazuela que precede a la entrada del convento de San Francisco. Un edificio robusto y serio, sin concesiones ni alharacas. Con una espadaña sin campana y una puerta con un dintel sencillo. Hay una placa junto a ella. Leemos que el convento tuvo adosado un claustro que se utilizó durante varios años como discoteca hasta que el ayuntamiento de Cañete lo compró para destinarlo a usos culturales. El paseo nos ha abierto el apetito, así que ascendemos la pequeña cuesta que nos ha llevado hasta el convento y entramos en un bar: Bar Andaluz.

El almuerzo y la charla en el Bar Andaluz

Antes de comenzar el relato de los hechos, pedimos disculpas por no publicar fotografías del almuerzo. Las consumiciones fueron saliendo una tras otra y la charla con el dueño del bar, Juanma, nos hizo olvidar la cámara fotográfica. El Bar Andaluz es una tasca típica y popular, varios cañeteros y visitantes se dan cita en la misma y piden cervezas a tercios y quintos acompañadas de tapas variadas. Es un establecimiento bullicioso, alegre, de ambiente distendido, de hablar alto y desenfadado. Pedimos dos cervezas, quintos, y una tapa de morcilla y una de caballa. - No tenemos morcilla, pero tengo una longaniza ibérica que quita el sentido, - nos informa Juanma. - Pues sea longaniza entonces, por cierto ¿qué son mogollones? (aparece en la pizarra de pedidos y no logramos identificar qué tipo de producto es). - Pimientos morrones, a mogollones para acompañar la tapa- contesta ufano el encargado. Entablamos conversación con Juanma y nos comenta que Cañete es un pueblo que merece la pena ser visitado, que el próximo sábado es la feria y que el municipio se pone impresionante de ambiente, de gentío. Mientras conversamos se deja caer una tapa de anchoas, otra de queso de Navarra, dos cervezas más, esta vez tercios. Se nota que Juanma ama su pueblo. Atiende a unos y a otros y regresa de nuevo con nosotros a seguir la charla. Le contamos en qué consiste el proyecto de El Color Azul del Cielo y nos dice que dejemos bien alto el nombre de su pueblo. Insiste y le aseguramos que recomendaremos la visita a Cañete la Real de todo corazón, además, como diría el propio Juanma - A un amigo, lo que haga falta. Seguimos charlando y seguimos y seguimos y pensamos que este próximo sábado, tercero del mes de septiembre, quizá sea una buena idea acercarse a la feria de Cañete la Real.

Recomendaciones y enlaces de interés

Más visitas: En Cañete la Real también se puede visitar la pedanía de Ortegical donde se ubican una torre vigía y un puente romano en las inmediaciones de lo que antiguamente fuera Flavia Sabora.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, a la que sumamos la página web municipal de Cañete la Real y la de la Red de Patrimonio del Guadalteba.

Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.

22 COÍN: BAJO EL AUSPICIO DE LA FUENSANTA

martes, 8 de septiembre de 2009

Quizá incluso visitara y rindiera pleitesía a la Virgen de la Fuensanta. Quizá degustara los caldos de la tierra en la plaza del "pescao". Quizá visitara el hospital de la Caridad y la iglesia de San Andrés para hincarse de hinojos en el suelo y rezar una o dos plegarias. Quizá discurriera por las calles en un paseo moroso y tranquilo. Quizá pergeñó aquí algunas de sus novelas o romances o poemas. Quizá. Y sólo son suposiciones, porque, en realidad el viajero nunca llegará a saber a ciencia cierta las calles y lugares por los que D. Miguel de Cervantes Saavedra deambuló en la visita que realizó a Coín en 1594 en su cargo de comisionado para la recaudación de rentas de la Corona. Pero la imaginación es libre y pensar que quizá en la mañana de hoy hollemos el mismo suelo que holló Cervantes hace aletear nuestro corazón de caballeros y damas aún idealistas. Todo sea por el recuerdo de El Quijote.

Llegada, aparcamiento e inicio de la visita

Coín es un municipio que ha crecido en población y espacio integrando sus partes más antiguas entre las más nuevas jugando un juego de antigüedad y modernidad que ofrece al visitante todos los servicios y, a su vez, la exquisita decadencia de la historia viva. Llegamos al término municipal y seguimos las indicaciones de centro urbano, indicaciones que nos llevan hasta la plaza de la Villa y sus aledaños donde, infructuosamente intentamos estacionar. Tras dos o tres vueltas de reconocimiento optamos por aparcar el coche en el parking público que se sitúa en la misma plaza y que sirve como aparcamiento perfecto para complementarlo con el centro comercial abierto que es el centro de Coín. Nuestra idea es localizar la oficina de turismo, hacernos con un plano y situar en él los lugares de interés que deseamos conocer en mayor profundidad. Son los coínos de trato afable y enseguida nos sitúan en la dirección correcta que pasa por la avenida principal del muncipio y cruza la conocida como plaza del "pescao", dejando a la izquierda la iglesia de San Juan Bautista, para encontrarla de frente. Ahí está, bajo un gran cartel, la Oficina de Turismo. Nuestro gozo en un pozo, las dependencias están cerradas y un cartel nos indica que abren de lunes a viernes de 10:00 a 14:00 horas. En las calles hay varios paneles informativos que nos ayudarán a ubicar los monumentos, todo está bastante próximo y no hay pérdida. Algo más tarde, descubriremos que en algunos estancos de Coín ofrecen mapas gratuitos del municipio, así que esa sería otra buena opción. Optamos por comenzar visitando la iglesia de San Juan Bautista cuya entrada lateral tenemos enfrente.

La iglesia de San Juan Bautista y la diminuta Virgen de la Fuensanta

Aviso para navegantes: la entrada principal de la iglesia de San Juan Bautista desemboca en la plaza del "pescao", pero suele estar cerrada, los accesos al interior del templo se realizan por los laterales. Entramos por el de la izquierda y encontramos cierta actividad en el interior. Varias mujeres se afanan en decorar con adornos florales las bancadas y reclinatorios mientras dos más de ellas asean con esmero una pequeña capilla situada a la izquierda del altar mayor. Sabemos que la Virgen de la Fuensanta de Coín tiene multitud de fieles y que sus romerías a la ermita son muy destacadas. También sabemos que el objeto de adoración es pequeño, apenas 11 centímetros de alto, y que se encontró en Coín traída por algún soldado o cristiano viejo que participó en la conquista de estas tierras en las postrimerías del siglo XV. Pero una cosa es saber y otra muy distinta conocer y nos quedamos de piedra cuando observamos en esa capilla situada a la izquierda del altar mayor un trono repleto de filigranas de plata y oro, floreado con conciencia y en su centro, una hornacina de cristal con una pequeñísima figura que en su cabeza luce una pequeñísima corona. Las dos mujeres que se afanan en la limpieza nos invitan a subir unas escaleras y contemplar más de cerca la imagen de la Virgen. Cuesta pensar que tan pequeña figura pueda levantar tantas emociones. - ¿Les gusta?-, nos pregunta una de las mujeres. - Sí, la verda es que sí, es muy curioso. - Pues en la romería, se celebra una misa y la sacamos de la hornacina y la podemos besar y entonces la vemos muy de cerca muy de cerca muy de cerca con esos ojitos brillantes suyos- , dice arrobada la mujer. - ¿La tienen mucha devoción, no?-, preguntamos. - Pues sí, mucha, mucha. Pero no sólo la gente de Coín, porque aquí vienen personas de todo el mundo a rezarle plegarias, pedir por sus familias, realizar promesas. Le tenemos muchísima devoción. Tras charlar un rato más nos dicen que la ermita de la virgen, situada en las afueras del pueblo se puede visitar los miércoles y los domingos, pero que por fuera - Es todo también muy bonito-, apunta una de ellas. Agradeciéndoles la atención prestada, salimos de la iglesia y optamos por desayunar.

Desayuno en la plaza

Recomendados por una coineña, optamos por no perder de vista el templo y a la misma sombra de la iglesia nos sentamos en la terraza de la "Cueva del Monaguillo", un local moderno que pone tapas a partir de las 13:00 horas y desayunos desde primera hora de la mañana. En nuestro recorrido hemos adquirido una postal, 40 céntimos, franqueo para españa, 32 céntimos, y éste será el momento oportuno para redactarla. Comienza como todas las demás "Nuestro recorrido por los 101 municipios de la provincia de Málaga nos ha traído hoy hasta..." Entre letra y letra pedimos un refresco de cola y una cerveza, un pitufo de jamón serrano con tomate y un pitufo de bacon queso: 5, 30 €. Charlamos, escribimos y planificamos el resto de la mañana. Es un buen lugar en el que se siente cierto frescor, está recogido de la algarabía de la calle principal y, a su vez, muy próximo a ella. Tras el refrigerio, proseguimos la visita.

La Encarnación y el hospital de la Caridad y la iglesia de San Andrés

Tomamos la calle adyacente a la Oficina de Turismo hasta llegar a la placa que anuncia la casa familiar de Antonio Reyna Manescau. Según nos informa la Fundación García Agüera de Coín, Reyna Manescau nació en este municipio en el año 1859 y falleció en Roma en 1937. Reyna fue uno de los más preciosistas pintores de paisaje andaluces del siglo XIX. Desde muy joven expresó sus habilidades artísticas y, formado en la academia de Málaga, en 1885 viaja a Venecia, desde entonces, "su producción estará compuesta mayoritariamente por esos rincones venecianos realizados con técnica preciosista", motivo por el que al ilustre coineño se le conoce en el mundo como "El pintor de Venecia". Tras este apunte continuamos por la calle Santa María, a la derecha, y llegamos hasta la Encarnación que fuera primigenia mezquita árabe coineña, posterior convento franciscano, posterior convento de claustro barroco y actual sala de exposiciones que se encuentra abierta sólo cuando hay muestras. Nos encontramos en el epicentro de la parte antigua de Coín. Son muchas las calles que parten de pequeñas plazuelas, muchas las casas antiguas restauradas y por restaurar, muchos los vericuetos, los trazados plagados de requiebros, muchos los patios interiores frescos y enormes que se asoman con timidez a las callejas. Este Coín se habrá de asemejar a aquel de 1773 que según cuentan los historiadores poseía 700 huertas, 14 molinos de aceite, 20 de harina... Nos recreamos en este pensamiento histórico ayudados por el entorno. Continuamos nuestro paseo por la calle Doctor Palomo y Anaya. Ya vemos, desde la esquina de la calle la impresionante Espadaña de la iglesia de San Andrés y hospital de la Caridad. Una espadaña blanca que se eleva al cielo entre los modernos edificios. La entrada al templo es estrecha y baja. Accedemos. La iglesia es de techo bajo y muy muy modesta, cabe señalar que es una de las cuatro en toda Andalucía que tiene planta en forma de L, se supone que para guardar un ala para los fieles y otra para los enfermos del hospital adyacente. Nos sobrecoge. La paseamos despacio, con tranquilidad, y descubrimos que tras las paredes nuevas se encuentran las antiguas columnas, tapadas por una gruesa capa de arena y cal. Parece ser que en algunos trabajos de reparación se han encontrado las antiguas paredes de ladrillo y piedra y las historiadas columnas y que se paralizaron. Ahora se encuentran a la vista y engrandecen el interesante aire decadente que posee toda la estancia. Aún se oficia misa en este templo.

La ermita de la Fuensanta y despedida

Tras salir de la iglesia de San Andrés tomamos dirección a la plaza de la Villa donde habíamos estacionado el coche. Tenemos intención de visitar la ermita de la Fuensanta siguiendo las indicaciones de las dos mujeres con las que hemos charlado esta mañana. Así que, salimos del parking, 2,50 €, y tomamos la carretera dirección Marbella, pasado el restaurante Cruz de Piedra, seguimos por el camino principal y, casi llegando al cruce, giramos a la derecha. Está indicado, pero no es perfectamente visible. Una vez tomado un camino vecinal, asfaltado, debemos estar atentos a la próxima señal, que nos indicará ermita de la Virgen de la Fuensanta a la derecha. Se pasa por una cueva al aire libre, cerrada por unas rejas en la que hay una réplica de la imagen y que parece ser el lugar en el que apareció. Vemos, al final del camino, los portales vacíos de las casetas de feria que se instalan para la romería que se celebra la primera semana de junio. La explanada, ahora vacía, instala en el visitante un sentimiento de extraña ambivalencia. La ermita se sitúa sobre la ladera de un monte, perfectamente blanca, y con una pequeña plaza ante sí. Todo está tranquilo, en paz, sosegado. La brisa del mediodía agita las copas de los árboles que parecen traer ecos de la fiestas, de las palmas y de la música, de la risa y de los cantos. Las casetas permanecen vacías, pero el aire festivo se instala en nuestros oídos como un murmullo lejano. Casi podemos presentir el alma de los romeros paseando por las estancias vacías, y los llantos devocionales de las personas venidas de tan lejos... Miramos la ermita, con su inmaculada palidez. Miramos el cielo, de un azul rotundo e intenso. Miramos los cerros que rodean el horizonte de la ermita. Nos sentamos en uno de los bancos y cerramos los ojos permitiendo que cierto aire místico nos envuleva.

Enlaces de interés y consejos útiles

Consejos últiles: Como ya se ha apuntado, el horario de la Oficina de Turismo es de 10:00 a 14:00 de lunes a viernes, está situada en la calle Coronel de la Rubia y su teléfono es 952.45.32.11. Aún con todo en uno de los estancos de la calle principal reparten planos callejeros del municipio.
Otras visitas en Coín: En las afueras del municipio se sitúa la Ciudad del Cine, un complejo hotelero-turístico en el que se graban algunas series de televisión. En sus instalaciones se recrea un pueblo típicamente andaluz (que vemos en la imagen) donde se rueda la famosa serie Arrayán de la televisión pública de Andalucía. Los sets de grabación se encuentran abiertos al público cuando no hay rodaje. Muy próximo a la Ciudad del Cine se puede encontrar el paraje conocido como El Nacimiento, un lugar de esparcimiento donde nace el manantial que da de beber a la localidad.
Enlaces de interés: Como referencia partimos de la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol. También recomendamos la página web municipal de Coín. Para conocer más acerca del pintor Antonio Reyna Manescau merece una visita la página de la Fundación García Agüera.

Este blog queda abierto a todas las sugerencias y recomendaciones de sus lectores. Quiere ser una puerta abierta y cuantas más opciones haya, mejor. Os esperamos en El Color Azul del Cielo.