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38 SEDELLA: ESENCIA MUDÉJAR

martes, 29 de diciembre de 2009

1569, la familia de Andrés Xorairán decidió quedarse cuando los temibles ejércitos de aquellos reyes católicos conquistaron en 1491 las últimas tierras de Al-Ándalus mientras Boabdil derramaba lágrimas al ver perdida su Granada. Decidió quedarse porque tenían apego a la tierra, a sus huertos, a sus perfumes, a sus gentes. Confiaron, aquellos reyes católicos les habían prometido respetar sus costumbres siempre y cuando fueran bautizados (por fe o por fuerza), pero la realidad fue bien distinta. En 1567 se produce la publicación de la Real Pragmática de Felipe II, auspiciada por el inquisidor Pedro de Deza, en virtud de la cual se prohibía a los moriscos llevar armas, hablar y escribir en su lengua, usar sus propios vestidos y practicar sus costumbres, obligándoseles a entregar todos sus libros. Pronto se convirtieron en ciudadanos de segunda clase, reprimidos por unos altísimos impuestos, perseguidos por algunos de sus refinamientos, defenestrados en público por una ley que no veía más allá de la cruz. Sus antepasados habían traído la agricultura, el uso racional del agua, la ciudadanía abierta, ahora eran vasallos de sus señores nobiliarios, todos ellos católicos. Eran odiados por los cristianos viejos, rechazados por la corona, detestados por la iglesia. Andrés Xorairán veía como su familia rendía pleitesía a unos señores feroces que les castigaban con dureza y les trataban como a siervos. Se convirtió en un monfí, en un fuera de la ley, y el 24 de abril de 1569 atacó la venta de Pedro Mellado después de que éste, cristiano, secuestrara a la mujer de uno de sus amigos. La mecha prendió y con Sedella se vio arrastrada la vecina Salares y, con ella primero la Axarquía y después Sierra de las Nieves (recordamos la historia de María Sagredo en Alozaina) y después el Genal. La revuelta acabó con la sangre vertida en la batalla del Peñón de Frigiliana. La rebelión fue duramente reprimida, los moriscos expulsados y deportados, las poblaciones abandonadas... Terminaron así los últimos vestigios del poderoso Al-Ándalus que fue joya cristalina y terminó ensangrentada.

Los barrancos del silencio

El cielo azul de Málaga, intenso y límpido y rotundo de habitual, luce en esta mañana de primeros inviernos un tono gris que le configura un aspecto pétreo. Para llegar a Sedella existen dos caminos, el que se traza desde Algarrobo hasta Árchez pasando por Sayalonga, o el que parte desde Vélez-Málaga, hasta Canillas de Aceituno y de ahí hasta la localidad. Optamos por este último, dado nuestro deseo de observar, de nuevo, la Maroma (pico más alto de la provincia con 2.068 metros de altitud) y comprobar si su cima estará nevada. Cuando llegamos a la altura de Canillas comprobamos que el pico portentoso está cubierto por una espesa madeja de niebla que esconde totalmente la cima. Antes de llegar al centro de Canillas una indicación nos señala la dirección de Sedella hacia la derecha, se encuentra apenas a siete kilómetros de distancia. La carretera que une los dos municipios es abruptamente hermosa, cortes y barrancos se suceden, torrenteras cargadas de piedra, árboles broncos sobre las laderas cortadas... Resulta un paisaje impresionante por su rotundidad, más bello aún con esta pátina que lo confiere el invierno. Pese a que la carretera es una curva permanente, se transita con tranquilidad debido a la práctica total ausencia de circulación.

Sedella, "Sé de ella", dijo Isabel la Católica

Estacionamos en la entrada de la localidad. No conviene desplazarse con el coche en el interior del centro urbano, ya que las calles se estrechan enseguida y el tráfico rodado es casi impracticable. Lo primero que nos encontramos nada más llegar y situado a la izquierda es el antiguo lavadero público, que a diferencia de otros, no es una construcción techada situada en un aparte, sino que ocupa los bajos de una bella y antigua edificación. Al lavadero se accede por tres arcos de medio punto pintados sus ribetes en verde oscuro. Se oye el murmullo del agua, y el eco de algunas viejas conversaciones que las mujeres se traían entre ellas en los largos momentos que les ocupaba lavar las ropas. También a la entrada de Sedella, en esta ocasión a la derecha, se sitúa el futuro Centro de Visitantes del Parque Natural de las Sierras Tejeda-Almijara y Alhama, donde se expondrán un ejemplo de la flora y fauna más características del Parque Natural. Nos sumergimos en Sedella a través de la Avda. Villa del Castillo y pronto descubrimos dos de las características fundamentales del municipio: lo intrincado de sus calles y la amabilidad de sus gentes. Tiene Sedella un marcado aire rural, sus calles se estrechan y retuercen hasta lo indecible, dejando clara la impronta musulmana que configuró parte de su pasado histórico. Comienzan los recovecos, las empinadas cuestas, el embrujo andalusí de un legado innegable. Enseguida nos hallamos perdidos en este dédalo de callejas y rincones que parecen haberse desplomado unas sobre otras en una suerte de azar incomprensible. - Buenos días-, nos saludan los sedellanos. - Buenos días-, contestamos. -¿Sabe cómo puedo encontrar tal o tal sitio?-, preguntamos. - Sí, hombre, sí. Coja esta calle de la derecha, tuerza a la izquierda, suba por la segunda cuesta, vuelva a girar a la izquierda, siga recto y, cuando llegue allí, pregunte-, nos responden. La buena voluntad de los sedelleros es incontestable, pero trazar un itinerario sobre un mapa es algo más complicado. Así, Sedella es una tentación para los espíritus curiosos, cada esquina ofrece un nuevo rincón para descubrir, una sorpresa. Hoy, en estos días del primer invierno, imagino a los hombres y mujeres del lugar resguardados del frío al calor y temple de la lumbre. Lo confirman los perfumes dulces de las brasas con las que nos topamos. Llegamos a la plaza, donde el pueblo se abre un tanto, y recoge sus dos principales monumentos: la Casa del Torreón y la iglesia de San Andrés. La Casa del Torreón es el último vestigio de la antigua casa-fortaleza del señor de Sedella. Es una construcción sólida, recia, que perteneció al bastión murallístico de la localidad. Ahora tiene aparejada una casa, pero aún mantiene todo su espíritu. Levantada en el siglo XVI muestra en su parte superior una serie de arcos germinados sustentados en columnas renacentistas que, a su vez, sujetan un tejado a cuatro aguas. La Casa del Torreón es de origen mudéjar y muestra en uno de sus laterales las pinturas rematadas en arabescos características de este arte. Sedella, gracias a la presencia de este torreón, se incluye dentro de la Ruta Mudéjar de la Axarquía, junto con las poblaciones de Árchez, Arenas, Salares y Canillas de Aceituno. La iglesia se eleva en una docena de escaleras del resto de la plaza, donde se ubica la entrada al edificio. La torre campanario parte de un anexo al templo y se eleva con su base cuadrangular hacia el cielo plomizo. En el último tramo su diseño se transforma en octogonal. El campanario es el único de resto de la antigua construcción, del siglo XVI, sobre la que se construyó la más moderna parroquia. Desde este lugar, la presencia de las moles montañosas situadas tras del pueblo se hace más presente aunque hoy la niebla las envuelva en su manto algodonoso. Sedella es un pueblo tranquilo, apacible, reposado. El silencio de sus calles sólo se quiebra con la irrupción del claxon que anuncia la llegada del pescadero. Recorremos más calles del municipio. Sobre una de sus puertas encontramos un escudo de dadera perteneciente a Isabel La Católica. Nos extraña e indagamos. Parece que el nombre de Sedella es incierto, que puede provenir del término latino "sedilla", del acrónimo "S.D. Lía" o del vocablo musulmán "Xedelia" pero como se apunta en la página web municipal "según la tradición popular, la denominación data de la época de la Reconquista, cuando en el paraje denominado Arroyo de la Matanza hubo un combate entre cristianos y musulmanes y al referírsele a la reina Isabel cómo fue dicha batalla, respondió: “Sé de ella”. Cualquiera de los orígenes podría ser válido. Nos dirigimos a la parte este del pueblo con intención de visitar la ermita de la Virgen de la Esperanza. La mejor brújula resulta preguntar y aprovechar la pregunta para charlar un tanto. Interrogamos a la cartera del muncipio que nos pone sobre la buena pista, cartera que hoy, más tarde, encontraremos también en el vecino municipio de Salares. Algunos huertos se cuelan entre las casas, conviven con sus paredes y con sus puertas y ventanas. Surgen también fuentes de aguas inquietas. Nos encontramos con callejas que terminan de manera abrupta sin conducir a ningún sitio, con macetas y arriates presentes por doquier, con macetas vestidas de flores coloridas de grana y rojo.... Llegamos hasta la ermita y, al girarnos, contemplamos tras de nosotros el muy apretado caserío de Sedella, con su torre campanario presidiendo el paisaje, siempre con permiso de la Sierra Tejeda y Sierra Almijara. Aspiramos el aire frío de la mañana y tomamos rumbo al coche entre las tortuosas calles y casas que se muestran encaladas y vueltas a encalar con el paso de los años.

Despedida

Terminamos aquí la primera parte de nuestro viaje para poner rumbo hacia la vecina población de Salares. Continuaremos por la senda que nos marca la Ruta Mudéjar de la Axarquía y embebernos aún más de las particularidades que sus municipios poseen. El poso de historia traspasa las barreras del tiempo hasta el siglo XXI, empapándonos de sensaciones poderosas e intensas. Sedella, donde aún suenan los ecos de la voz poderosa de Andrés Xorairán exigiendo justicia.

Enlaces de interés y consejos útiles

Para comer: En Salares existen varios restaurantes, todos muy próximos entre sí y situados en la Avda. Villa del Castillo. Son el Mesón Casa Frasco, el Restaurante Lorena y el Rte. El Chiringuito, donde desayunamos dos cafés con leche y dos molletes de bacón queso por 4,80€. Además también están el Mesón Granada y la Casa Pintá.
Semana Santa: Sirva como anécdota dentro de la Semana Santa sedellana que, además de vivirse con gran hondura, el Jueves y el Viernes Santo, el sonido de las campanas que tocan en la iglesia se convierten en carracas para anunciar la hora de la misa. Los sonidos también cobran importancia en la Resurrección, ya que se prende una gran traca para celebrarla.
Senderismo: La presencia imponente de las Sierras Tejeda y Almijara hace que la práctica del trekking y el senderismo sea uno de los atractivos de la localidad. Son rutas en su mayoría complicadas si no se conocen o no se lleva el pertrecho necesario. El futuro centro de visitantes guiará en este sentido a muchos de los aficionados.
Enlaces útiles: Tomamos con referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Sedella, a la que añadimos la web de Axarquía Costa del Sol.

Este blog queda abierto a los comentarios, anotaciones, opiniones que los navegantes deseen realizar. Nos vemos en El Color Azul del Cielo.

37 ALOZAINA: EL ESPÍRITU DE MARÍA SAGREDO

martes, 22 de diciembre de 2009

Año 1570. Apenas era una niña, una adolescente. Con decisión subió hasta las almenas del castillo y desde allí tiro una y mil flechas contra aquel tercio de moros que asediaban Alozaina. Los hombres se afanaban en las tareas del campo y pese a que se tocaron las campanas a rebato ante el ataque les era imposible regresar a tiempo para defender sus casas. Mujeres, ancianos, niños y ella, María Sagredo, nadie más había en el interior de las murallas. Vio cómo su padre, Martín Domínguez, moría a manos del ejército invasor. ¿Qué hacer? ¿Cómo repeler el ataque? Con ingenio. María vistió a los pocos pobladores que en Alozaina había con las vestiduras de hombres y los colocó sobre las murallas para simular un ejército y que el temor entrara en las huestes moras. Con valentía inusitada repelió el primer ataque y el segundo y el tercero, poniendo a salvo las vidas de sus vecinos y vecinas. María estaba agotada, el cansancio y el miedo se agitaban en su interior, sentía un frío inmenso en los huesos y la huella de la derrota próxima se comenzaba a dibujar en su cara. La cara se le iluminó. Ordenó recoger las colmenas de abejas que había bajo los alares de algunas casas y las lanzó contra el enemigo. Una, otra, otra... Logrando así repeler el ataque hasta la llegada de refuerzos. Desde entonces, los vecinos y visitantes le decían: "María, que pican las moscas de tu tierra". María Sagredo "mereció que por parte del Rey Felipe II se la nombrara Alférez de los Tercios españoles y le diera unas haciendas de moriscos en Tolox para su casamiento", así se recoge en la pagina web del ayuntamiento de Alozaina. Tan destacado resultó este hecho que está recogido en el Escudo Heráldico de la localidad.

Sierra de las Nieves, llegada

El camino discurre entre olivares encaramados a las sugerentes lomas que algo más arriba de Alozaina irán cobrando incipiente altura hasta transformarse en moles graníticas, en montañas de sólida consistencia que batallan contra el frío en invierno y con un calor que rompe las piedras en verano. Este ecosistema único y sumamente delicado es el que conforma la Reserva de la Biosfera Sierra de las Nieves, galardonada en 2008 con el premio EDEN de la Unión Europea al Turismo Sostenible. Un lugar de mágico resonar con una especie arbórea única en el mundo, el pinsapo, al que acompañan olivos, quejigos, castaños... Circulamos por las curvas sinuosas de la carretera que une Coín con El Burgo, y poco a poco, ascendemos más y más. Las casas de labranza salpican las laderas de los montes y observamos algunas señas que indican alojamientos de turismo rural. Vemos cabras pastando en un campo mientras el cabrero las azuza, un hombre encabalgado sobre un burro, una mujer sentada junto a una fuente en el camino. Todo trasciende autenticidad como la esencia misma de lo natural, de lo normal, de la vida cotidiana en esta serranía. Una tierra que acoge al viajero sin caretas ni disimulos, abriendo los brazos para que conozcan, de cerca, su particular realidad. Vemos asomar el caserío de Alozaina en lo alto de un cerro que mira al inmenso valle del Guadalhorce. Entramos.

Alozaina, hacia el corazón de María Sagredo

Estacionamos en la calle principal, Avda. de Andalucía, para adentrarnos a pie en el municipio. Alozaina es un pueblo con forma de alargado cuello de botella que acaba en el recipiente formado por la iglesia y la plaza de maría Sagredo, mostrando en primera instancia la parte más nueva del municipio, para dejar al final del camino la más antigua. Leemos uno de los postes indicativos que nos invitan a escoger en una bifurcación, así se realiza el recorrido por la izquierda a través de la calle Calvario, o por la derecha teniendo como referente la propia Avda. de Andalucía. Nos hemos descargado un plano en la web municipal, y consideramos que la mejor opción para ver todos los puntos de interés es tomar la calle Calvario. Hacia allí nos dirigimos. Caminamos por la parte más moderna de Alozaina hasta llegar a un gran arco de piedra conformado por tres ojos y que sirve como tótem de entrada a la parte antigua del municipio. El Arco de Alozaina es una construcción relativamente reciente, data de mediados del siglo XX y según reza su correspondiente panel informativo... "Esta gran arquería de piedra de tres cuerpos, todos ellos de herradura, y el central más grande que los dos laterales, se construyó a mediados del siglo XX para conmemorar el pasado árabe de la villa, convirtiéndose en pórtico de entrada al pueblo, dándonos paso a una estructura urbanística eminentemente musulmana, sobre todo en su parte más antigua"... Y es que Alozaina, como muchos otros pueblos de la serranía, vivió intensamente la época árabe, así como la posterior reconquista o la rebelón morisca de 1571, imprimiendo todas ellas su particular huella en el municipio. Como se señala en el panel, a partir del arco comienza un bullir de calles que parecen trazadas sin atender a ningún orden cabal, restos de ese pasado musulmán que adaptaba sus edificaciones al terreno, aprovechando los desniveles para cimentar sus casas, buscando en la proximidad de las paredes y su sombra el refugio contra el calor. Nos sumergimos en el corazón de la villa y descubrimos, recién cruzado el arco a la izquierda una pequeña tienda de ultramarinos donde venden postales originales, realizadas por un artista de la localidad. - Un extranjero que vive aquí desde hace varios años las pinta y nos las trae. Son bonitas y también hay especiales para la Navidad-, nos comenta con amabilidad el chaval que atiende el comercio. Adquirimos por dos euros un par de ellas para escribirlas y enviarlas a mil kilómetros de distancia. Huele a brasa y a chimenea, un aroma que se pierde entre las callejas, un perfume rotundo y evocador que huele a pasado antiguo, quizá el mismo que aspirara María Sagredo. Llegados a la plaza del Romero, el suelo se transforma en empedrado. Accedemos a la plaza de la Constitución, donde se ubica el ayuntamiento y el único buzón que, según preguntamos, hay en la localidad. Un grupo de mayores se refugia del sol bajo los arcos del consistorio y pese a que esta no es una plaza grande tiene mucha actividad, Preguntamos por el torreón de María Sagredo y se nos indica que hay que cruzar un pequeño arco que hay en la misma plaza y tomar la primera bocacalle a la izquierda. Eso hacemos, y en apenas veinte metros encontramos los antiguos restos de aquella torre que vivió ese episodio de valentía y guerra. Queda en pie la base de la torre y dos láminas del muro que pertenecía a la construcción defensiva de la ciudad. Miramos hacia arriba y casi podemos imaginar a la heroína, enfundada en traje de hombre y con las colmenas en las manos... Frente a los restos del castillo encontramos una pequeña hornacina con un crucifijo en su interior y decorada con rojos claveles. Tras el torreón se encuentra la iglesia y el parque María Sagredo. La entrada a la iglesia parroquial de Santa Ana está precedida de una pequeña plaza con suelo de adoquín grana en la que desembocan, además de la principal del templo, las entradas a la sacristía y la Hermandad de la Veracruz y la santa Cruz de Jorox. Es un lugar apacible, recogido y reservado, con vistas impresionantes a los cerros preñados de olivos que preceden a los abruptos picos de la sierra y al valle del Guadalhorce. Nos sentamos, reposamos, aspiramos el aire límpido de la mañana serrana, tiramos un par de fotos, charlamos, y nuestras voces casi parecen retumbar hacia el cielo azul. Salimos de la plaza y tomamos la calle Viña, la primera a la derecha, para acceder al parque María Sagredo. La puerta de acceso está formada por un arco de tres ojos con formas de reminiscencia árabe, una vez traspasados nos encontramos con amplio mirador hacia el Guadalhorce, delimitado por unas murallas en forma de almenas y torreones blancas. El parque se sitúa a la sombra de la parroquia de Santa Ana, que con su gran campanario octogonal preside todo el conjunto. Es una plaza amplia, con servicios públicos abiertos y un recinto a la derecha en el que en la celebración de actos festivos sirve como tasca o taberna. Dos niños juegan, se persiguen, corren. Viven en una casa próxima y disfrutan de sus correrías en un marco histórico. Nos sentamos en una de las bancadas de piedra y casi podemos oír los gritos de los moriscos asediando las murallas de la villa, el miedo no nos traspasa, sabemos que el espíritu de María Sagredo está con nosotros. Las vistas desde el mirador se extienden en el horizonte. El Valle del Guadalhorce a nuestros pies, las plantaciones de olivos y los cerros que se pierden en lontananza hasta casi alcanzar el mar. Nos despedimos del mirador y nos perdemos por entre las calles de la parte antigua de Alozaina, donde nos encontramos con casas blancas encaladas de manera impoluta, los arriates de flores y las macetas con geranios, los vecinos y vecinas que se esmeran en sus tareas cotidianas, un perro que ladra, otros dos niños que juegan... Alozaina es un pueblo vivo, donde comparten la historia y la vida cotidiana los mismos sonidos, las mismas calles, los mismos perfumes. La villa pechera resulta un balcón exultante, camino de paso hacia Yunquera y El Burgo, pueblos más altos de Sierra de las Nieves, y hacia Casarabonela, conexión directa con el Guadalhorce... Un cruce de caminos asaltado por la historia...

Adiós, María Sagredo

Escribimos la postal sentados en el parque de María Sagredo, dejamos que el sol temple nuestra piel con una lámina de calor suave y delicada. Contamos en ella las hazañas de la heroína pechera, describimos el arco de entrada, los perfumes de las calles, las paredes encaladas, los arriates festoneados de flores, la vida traspasada por la historia... Escribimos y contamos lo que aquí vivimos y lo que aquí se vivió.

Consejos útiles y enlaces de interés

Pecheros: El gentilicio de Alozaina es pechero, se cuenta en la página web de la villa que este curioso nombre proviene del año 1498 cuando "se acuña el apelativo gentilicio de "pecheros", con el que se denomina a los habitantes de Alozaina. El vocablo "Pechero" viene del tributo "pecho", los primeros en pagar los impuestos".
El Hoyo de los Peñones: Así es como se llama a un asentamiento de cristianos mozárabes del siglo XI que consta de una necrópolis y una pequeña ermita. El enclave se sitúa en el camino de Casarabonela y tiene más interés arqueológico que turístico. El conjunto se completa con la Fuente del Albar, un tosco acueducto que conectaba el nacimiento del río con la fuente del mismo nombre.
Fiestas pecheras: Destacan los carnavales, en los que los pecheros y pecheras además de disfrazarse en enharinan unos a otros, siguiendo una tradición que viene de antaño. También conviene señalar el Día de la Aceituna, en el que se rinde homenaje a este producto del campo que tanta importancia tiene para Alozaina. Se celebra en el mes de septiembre.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, la web municipal de Alozaina y la web personal Alozaina.net. Se puede completar la información visitando las páginas de la Reserva de la Biosfera de Sierra de las Nieves y de la Mancomunidad de Municipios de Sierra de las Nieves.

Este blog queda abierto a todas las opiniones y sugerencias de sus lectores. Os esperamos en El Color Azul del Cielo

36 ALMARGEN: DONDE MORA EL ÍDOLO DE LA FERTILIDAD

martes, 15 de diciembre de 2009

Tocó el ídolo con la mano derecha. Pasó la yema de sus dedos por la superficie lisa, acarició sus formas, lo miró. Lo hizo más por superstición que por convicción, pero su imán resultó irresistible, y lo tocó. Mide 22 centímetros de alto y pesa más de 30 kilos. Está tallado en mármol blanco y fue hallado por una familia en unas reformas que realizaron en su casa hace treinta años. La dueña lo desenterró, lo encaló y lo puso en un macetero como adorno. El ídolo tiene más de cinco mil años de antigüedad, fue tallado en el neolítico y es objeto de culto y peregrinaje desde su descubrimiento. A él acuden parejas con el ferviente deseo de quedarse embarazadas, de buscar en su tacto suave y límpido la fertilidad. Un libro de visitas certifica esta creencia. Las firmas estampadas en él se remontan a décadas atrás y se consignan provenientes de todos los lugares de Málaga y Andalucía, incluso más allá. Es un ídolo ambiguo, con una marcada parte masculina con forma fálica en la zona inferior y una protuberancia semejante a un vientre en el centro, en la parte superior la talla de unos ojos y lo que podría ser una melena certifican su femineidad. Un ídolo antiguo y de corte más reproductivo que sexual, un ídolo de la fecundidad de la tierra y de los hombres, un ídolo que atrae el interés del enigma, del curioso y del creyente... En esas estábamos cuando llegaron las cámaras de televisión...

Almargen, comarca del Guadalteba

Respira Almargen esencias de campiña. Los cerros y lomas que conforman su paisaje le dotan de cierta suavidad. Ascienden y descienden como oleadas de cereal y olivo, como sedosas ondulaciones los oteros... Conducimos por la carretera que une Antequera con las gaditanas Olvera y Algodonales y dejamos tras de nosotros los campos cerealistas y olivareros que son el sustento fundamental de esta comarca. Vemos como se espigan los silos de grano, asemejándose a cohetes especiales a punto de despegar, animales metálicos con patas arácnidas que recuerdan al módulo lunar que conquistó el satélite terrícola. Casi para corroborar esta idea vemos cómo los aviones dejan estelas de vapor de agua sobre el impresionante azul del cielo malagueño, rastros que delatan que esta zona ya fue de paso obligado en la antigüedad. Así lo atestiguan los restos neolíticos, las narraciones de fenicios y romanos, los relatos de sangre y batalla que confrontaban a moros y cristianos. Queda rastro de la cultura tartéssica y árabe, de los vestigios romanos y fenicios, como el mejor ejemplo de la importancia geoestratégica de esta zona de tránsito. Dejamos a la derecha el camino que conduce a Hins Qannit, a Cañete la Real, a uno de los pétreos vigías del Guadalteba y nos adentramos en Almargen.

Llegada al centro urbano

Parece que esta esencia suave del paisaje se ha trasladado también al corazón almargeño, así nos encontramos con un municipio de calles largas y rectas, muy alejadas de los trazados imposibles de otros municipios malagueños más apegados a la sierra y a la montaña. Nos dirigimos al centro siguiendo las indicaciones hasta llegar a la estación de tren. Aparcamos, nos pertrechamos y pronto vemos la espadaña de la iglesia que nos ayuda a llegar hasta la plaza de María Auxiliadora. Es una plaza recoleta, con una buena fuente de agua fresca y destacados trabajos de jardinería en forma de arcos. Un grupo de hombres mayores departe al sol, una mujer y su hija portan las bolas de la compra y dos niños pedalean sobre sus bicicletas. Almargen es un pueblo tranquilo y silencioso, apacible y amable, callado y de gente afable con ganas de agradar al visitante. Los buenos días se reparten aquí y allá. Observamos la parroquia de la Inmaculada Concepción, un edificio sólido, robusto, sin demasiadas concesiones a la exageración y al adorno. Está pintado de blanco riguroso, ribeteado de amarillo albero y luce una espadaña de tres ojos de los que penden sendas campanas. El techado del templo se encuentra poblado por multitud de palomas. La puerta está abierta. Entramos. Es una iglesia de apariencia sencilla, con un artesonado de madera más que notable y que tiene su punto álgido en el altar mayor, donde las vigas se entrecruzan formando un complejo entramado de maderamen. Por contraste, los altares que se sitúan en la nave adyacente están profusamente decorados, recargados de yeserías doradas. En el interior hay un preciosista retablo gótico que representa la Pasión de Cristo. Cuatro o cinco mujeres rezan y dos de ellas, al cruzarse con nosotros y observar mi bloc de notas, comentan: - Este hombre viene apuntando para darnos dinero para el tejado-. Nos giramos, pero ya han salido por la puerta y nos resulta imposible sacarlas de su error. Destacar también que dadas en las fechas en las que nos encontramos el interior de la parroquia luce un espléndido belén decorado de manera muy artesanal con pequeñas flores de coliflor y olivo. Encendemos la preceptiva vela a la patrona y salimos. Las casas de Almargen son sencillas y apretadas, de pasillos largos que se hunden hasta llegar a umbríos patios en los que refrescarse de los calores estivales. Poseen puertas dobles, con zaguán, y sus ventanas están enrejadas con trabajos de forja más o menos finos. Algunas de ellas se destacan por sus solerías ocres o azules o marrones que huyen del mayoritario e impoluto color blanco. Son casas grandes, de ventanas, puertas y techos altos. En la parte superior de algunas de ellas se observan aún los ventanucos de las antiguas despensas en las que se almacenaba el grano de la cosecha para que se secara. Continúa la mañana tranquila. Preguntamos por el camino para llegar al Centro de Interpretación Tartessos en Guadalteba. - Muy fácil, continúan por esta calle que sale de la plaza (C/ Corredera) hasta llegar al ayuntamiento, un edificio casi redondo que está frente al colegio público Pablo Picasso, rodean el ayuntamiento por detrás y en la calle San Cosme y San Damián lo encuentran. ¿Saben que en el museo que van a visitar está la piedra mágica?-, nos pregunta. - Sí, sí, lo sabemos, gracias-, contestamos. Tomamos las direcciones indicadas y llegamos sin mayor problema.

El ídolo fálico, la estela tartéssica y la espada rota

El Centro de Interpretación Tartessos en Guadalteba se ubica en un antiguo depósito de agua recuperado. Mantiene su estructura interna, al que se ha añadido una puerta de cristal. En el exterior, la figura esquemática de un gran guerrero tartéssico pintada de oscuro naranja preside la pequeña plaza previa a la entrada. Pintado de ese mismo color se encuentra el marco de la puerta de acceso. Como se nos explicará más adelante, la figura estilizada del guerrero forma parte del escudo del municipio. Está labrada en una estela de piedra que podría ser funeraria o un mojón delimitador de la propia tierra de Tartessos. En esa misma estela, el guerrero está acompañado de un escudo, de una lanza y de otras armas. La entrada al centro cuesta 2 euros y los horarios de visita son los siguientes: De martes a sábado de 10:00h a 14:30h y de 16:00h a 18:00h; los domingos de 10:00h a 14:00h; y los lunes está cerrado, salvo festivos. Para más información se puede llamar al teléfono 952.71.34.55, o visitar la página web de la Red de Patrimonio del Guadalteba. El museo está concurrido, un grupo de personas atiende las explicaciones de Trini, la guía, que con detalle y conocimiento va desgranando la historia de la comarca y describiendo las piezas que se hallan expuestas. Pronto nos llama la atención el ídolo. Blanco, reluciente, destaca entre los tonos ocres y naranjas que presiden el conjunto. Impone con su presencia, sencilla y totémica. Leemos los paneles explicativos, y sin saber cómo ni porqué, mi compañera de viaje extiende la mano derecha y lo acaricia. Justo tras bajar la mano, irrumpe en el recinto una cámara de televisión. El programa España Directo de Televisión Española acude hasta el municipio almargeño para elaborar un reportaje acerca de las supuestas propiedades mágicas del ídolo. Trini, la guía, apunta que desde su descubrimiento muchas personas atribuyen a la figura propiedades mágicas, que ayuda, parece, a la fecundidad y a la reproducción. La reportera pregunta a alguno de los asistentes y ellos contestan que son de este o aquel lugar, que vienen ex profeso a tocar el ídolo, que llevan más de un año intentándose quedar encinta y todavía no han podido. Entrevistan a una mujer almargeña que muestra a su retoño quinceañero, producto, supuestamente, de las mágicas cualidades del ídolo. Cuando cesa algo de la marabunta y Trini se queda libre, continuamos nuestra visita. Nos explica el descubrimiento y propiedades de la tesela tartéssica antes relatada y la historia de la espada en bronce más antigua encontrada en Málaga. Resulta curiosa esta última. Dos niños encontraron dos fragmentos de la espada mientras jugaban en el campo. Una espada rota con la punta por un lado y la empuñadura por otro. Se la adjudicaron y llevaron a casa. El propietario de la empuñadura decidió que esa espada resultaba mejor con punta, así que, ni corto ni perezoso la dio forma hasta que el corte quedó puntiagudo. Así se conserva en el centro de interpretación, lo que ignoraba aquel niño es que los tartessos enterraban a sus muertos con sus propiedades, entre ellas, con espadas a sus guerreros, pero éstas se partían en dos en el momento del sepelio para que no fueran expoliadas. Es, sin duda, un museo delicioso para visitar, con multitud de curiosidades que aumentan nuestro conocimiento sobre la tierra malagueña y su riquísimo pasado histórico. Nos despedimos de Trini y dejamos el centro un tanto alborotado todavía por la presencia de las cámaras de televisión. Se facilitan aquí sendos vídeos, tanto del programa Cuatro Mileno de Cuatro que emitió un reportaje sobre el ídolo de Almargen como del reportaje de España Directo de TVE con el que nos encontramos de manera casual.

- Cuatro, "Cuarto Milenio":



- TVE, "España Directo", a fecha de 13 de diciembre de 2009. Pinchando AQUÍ, en el minuto 52:38 de este reportaje se puede ver el vídeo sobre el ídolo de Almargen que se grabó "in situ" mientras visitábamos el pueblo.

La visita cultural, la tesela, el ídolo y la espada nos han abierto el apetito. Hemos visto un restaurante a la entrada del municipio. Hacia allí nos encaminamos.

Parada y fonda

El Cuarterón es un restaurante nuevo con trazas de fonda clásica que ofrece un menú completo que combina platos tradicionales con algunos más modernos y a un precio razonable. Nos sentamos y probamos una ración de aceitunas "aliñás", deliciosas. Pedimos una cerveza con, una cerveza sin y una botella de agua de litro y medio. Para comer: porra almargeña (5,20€), alcachofitas con jamón (12€), churrasco ibérico (9,50€) y brocheta de solomillo ibérico (12,90€). Todo bueno. La porra almargeña es un remedo de la antequerana, con su atún, huevo cocido y jamón picado por encima de la sopa fría, muy buena. El churrasco ibérico (con denominación de origen almargeña) está en su punto, acompañado de una buena guarnición de patatas y verduras hervidas. La brocheta conjuga el sabor de la carne y de las verduras que la acompañan a la perfección. El restaurante se va llenando cuando nosotros nos vamos. Todavía nos queda un lugar que visitar: El nacimiento de arroyo Salado.

El arroyo Salado

Entrando, de nuevo, en el pueblo, nos dirigimos hacia el ayuntamiento, donde una señal nos indica la dirección hacia el nacimiento. Dista a unos dos kilómetros de distancia y optamos por ir en coche. Un hombre nos explica que encontraremos unos vagones de tren pintados y, justo enfrente, una vereda de eucaliptos que desciende hasta el río. Bajamos y pronto nos encontramos con una ciénaga cubierta de juncos y agua con un fuerte olor sulfuroso. No podemos adentrarnos más y nos conformamos con ver el lugar de donde parte arroyo Salado y conocer, gracias a la página web del ayuntamiento de Almargen, su historia: "En el enclave conocido como Casa Blanca, nace el arroyo Salado que no cuenta con un gran caudal, pero sus aguas son medicinales por su elevado nivel de yodo. Allí se puede comprobar cómo de la tierra brotan a borbotones estas aguas milagrosas, recomendadas sobre todo para enfermedades relacionadas con el aparato digestivo o con diversas dolencias degenerativas del sistema óseo. Ya durante la dominación romana se aprovecharon esas aguas medicinales, puesto que en la zona se han encontrado los restos de antiguas termas. La salinidad de esta agua se va perdiendo cuando llega al río Almargen, que alimenta a su vez al río de la Venta, que desemboca finalmente en el pantano del Guadalteba".

Despedida

Los grandes silos que en nuestra imaginación fueron cohetes nos despiden. Las lomas suaves se desperezan sobre la campiña al atardecer y todo toma ciertos tintes dorados. En la cabeza aún resuenan los ecos de las palabras que hablan de ídolos mágicos, comarcas insólitas y espadas rotas convertidas en juguetes infantiles. Pensamos en esa piedra de mármol blanco, pulida y limpia, en su historia, en sus propiedades de magia y superstición. Sonreímos e imaginamos a aquellos hombres y mujeres del neolítico rindiendo culto al ídolo, buscando la fertilidad de sus vientres, de sus cosechas... Pensamos que tanto no hemos cambiado en 5.000 años.

Información útil y enlaces de interés

El ídolo: Existen muchas páginas web que incluyen referencias al ídolo de Almargen, nos quedamos con el artículo publicado por José Antonio Molero en la web de Gibralfaro.uma.es El centro de interpretación: Para completar la información sobre teléfonos, tarifas, cómo llegar y horarios de "Tartessos en Guadalteba" se puede visitar la página web de la Red De Patrimonio del Guadalteba.
Senderismo: Destacar que la suave orografía de Almargen y su comarca está surcada de senderos aptos para la práctica del trekking y del cicloturismo. Senderos que comunican los municipios colindantes entre sí y que son muy frecuentados en otoño y primavera.
Enlaces de interés: Tomamos como referencia la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la web municipal del Ayuntamiento de Almargen.

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35 CARRATRACA: DE BALNEARIOS Y FONDAS FORMIDABLES

martes, 8 de diciembre de 2009

Siglo XIX. Juan "El Camisón", ladrón y contrabandista huye de las autoridades. El apodo le pesa como una losa. Su cuerpo lleno de llagas purulentas y en carne viva no le permite llevar puesta otra prenda. Escapa con su camisón y con el dolor de su piel y va a refugiarse al corral de un pastor que le acoge más por pena que por temor, era el "Cortijo de las Aguas Hediondas". Pasan las jornadas. "El Camisón" observa cómo de tanto en cuanto el pastor sumerge a algunas ovejas en un agua de fortísimo olor. "El Camisón" pregunta y el pastor responde que mete las ovejas que tienen fea la lana y la piel ennegrecida por el relente del campo. El ladrón, ni corto ni perezoso, decide sumergirse él también en aquellas aguas de olor fétido y tras una, dos, tres, veinte inmersiones comprueba que la piel que antes se mostraba tumefacta y ulcerosa recupera el color y tersura ordinarias. Nadie podía imaginar que esas mismas aguas en las que "El Camisón" encontró cura para sus enfermedades de la piel iba a ser en unos años epicentro de la vida burguesa malagueña, lugar donde se cerrarían tratos millonarios mientras se "tomaban las aguas", lugar de retiro y de reposo para la aristocracia económica, industrial y artística de la capital de la provincia, todos ellos auspiciados bajo el manto de la potentada Doña Trinidad Grund, hija de un cónsul prusiano que se casó con Manuel Agustín Heredia Livermore, heredero de una de las familias industriales más importantes de Málaga. Surge así la historia moderna de Carratraca, auspiciada por una mujer de talento y poder económico que atrajo a numerosos empresarios y artistas a este lugar de curativas aguas hediondas. Hoy en día, frente a la puerta de este balneario de raigambre burguesa se encuentra la humilde Fonda Casa Pepa. Un lugar de prodigios gastronómicos tradicionales que quizá aquellos potentados hubieran deseado degustar.

La llegada

Cruzamos el Valle del Guadalhorce como una exhalación, dejando atrás las rectilíneas plantaciones de frutales que se abren a izquierda y derecha, observando cómo las motas naranjas y amarillas de los cítricos han cobrado prestancia y ganado en suculencia, percibimos algunos perfumes erráticos, dulces y ácidos, a nuestro paso... Esta olla malagueña, donde se cocinan frutas y verduras al amor del sol y de la luz, resulta un espectáculo hortofrutícola de primer orden. Las filas rectas de naranjos que se desdibujan y se recomponen una y otra vez según se cruzan con el coche. Fum-una - fum- otra - fum-una - fum - otra... Mientras ascendemos dirección Campillos, el paisaje cambia un tanto, se vuelve más abrupto y aparecen los roquedales y los barrancos... También tornan las plantaciones y lo que antes eran cítricos ahora son olivos. Vemos asimismo las primeras aspas del parque eólico situado en las proximidades de Carratraca. Aparecen y desaparecen, hundiéndose, blancas, sobre la tierra en un ritmo acompasado y constante, como el péndulo de un prestidigitador. A Carratraca se puede acceder por dos vías que parten de esta carretera que une Málaga con Campillos. La primera llevará al visitante a la parte baja del pueblo y la segunda, algo más alejada, a la parte alta. Optamos por la segunda. Conviene permanecer atentos, ya que la carretera de acceso al municipio continúa, pero se ha de tomar una vía a la izquierda, donde se indica además de "Centro Urbano" algunos de los monumentos y lugares a visitar en el pueblo. Nos introducimos en una calle festoneada de pequeños naranjos y bancos de forja hasta llegar al Polideportivo Municipal. En ese punto nos encontramos con un tumulto de bulla y de puestos y de mercancías y de mujeres y hombres comprando y vendiendo. Los sábados hay mercadillo en Carratraca. Estacionamos, nos pertrechamos y cruzamos el bullanguerío buscando un foulard que nos resguarde un tanto más del primer frío del invierno. Pronto se estrechan las calles y lo que antes era recto ahora se troca curvo y lo ancho en estrecho... Aparecen las macetas en las paredes, los arriates sobre el suelo, el color florido sobre el encalado. Caminamos e iniciamos un viaje que nos va a llevar desde lo más tradicional a lo más burgués, de lo más etéreo a lo más sólido y contundente, de lo más refinado a lo más genuinamente tosco. Nos adentramos en el corazón de Carratraca.

En el corazón de Carratraca

La plaza de la Constitución es el lugar desde el que parte la calle principal de Carratraca. Una vía que une la iglesia de la Virgen de la Salud en un extremo con la plaza de toros en el otro. Escogemos comenzar por la izquierda y hacer después el recorrido de vuelta. En esta mañana de otoño se abrigan los carracatreños y es que, el municipio se enclava en la loma de una sólida montaña y frente a él la imponente sierra de Alcaparaín, un macizo continuado de altos picos que recoge las nubes grises de este día y parece alimentarlas con furia, para luego expulsar una fría brisa que se cuela entre los callejones del pueblo. Nos subimos los cuellos de la zamarra y seguimos el repiqueteo de las campanas de la iglesia, que se haya resguardada entre casas, como integrada en ellas. Hemos recorrido la calle Higuera casi hasta el final, girado a la derecha para subir una serie de escaleras y girado de nuevo, esta vez a la izquierda, para situarnos frente a la parroquia. Es un templo de construcción sencilla, con una sólida portada blanca, ribeteada de color albero en sus marcos y esquinas y que presenta una sencilla cruz de madera como único ornamento. De la portada parte una espadaña de tres ojos de los que penden las tres campanas cuyo sonido hemos seguido. Para nuestro regreso tomamos la calle Iglesia, que se transformará algo más adelante en la calle Baños. En el recorrido vemos como las casas se abren con su zaguán a la calle, guardando sus secretos hacia el interior, donde las chimeneas hacen su brasa y perfuman de otoño todos sus rincones. Continuamos.

El agua sulfurosa, el balneario, la historia...

El Balneario Villa Padierna Thermas de Carratraca se nos revela como un edifico recio, sólido, con una larga portada formada de piedra arenisca y de color ocre que sobresale de la altura regular de la construcción. Es un edificio de hermosura compacta. Sin dilucidar si es producto de nuestra imaginación o una realidad parece llegar hasta nosotros cierto aroma de aguas sulfurosas, como si se colaran bajo la rendija de la puerta. Vemos un cartel que nos indica que hay que entrar por la tienda, justo enfrente, y eso hacemos. Charlamos gratamente con Ana, una de las personas responsables de la atención al público. Nos explica que cuando hay clientes el balneario no se puede visitar, pero poniendo ojos cándidos y prometiéndole volver más tarde, nos franquea la puerta de entrada de un mundo de vapores y sales y masajes y duchas escocesas y tratamientos de belleza y piscinas de distintas temperaturas y... Un paraíso natural, que va desde el baño termal con hidromasaje, a la ducha jet, la envoltura con ducha termal, el baño turco, tratamientos de manicura y pedicura, tratamientos faciales, etc, etc, etc... Un sinfín de posibilidades con un sinfín de precios. Ana nos ofrece un pequeño y completo recorrido por el interior y así podemos observar las piscinas de agua esmeralda presididas por estatuas y bustos romanos, los secretos de todos sus rincones, la antigua y primigenia fuente de aguas mineralizadas, de donde partió el balneario original ideado por Doña Trinidad Grund. Esta casa de aguas, tras su esplendor en el siglo XIX vive una segunda juventud tras las reformas realizadas en su interior y su reapertura en 2007. Conserva el espíritu de la construcción original, pero en él se incluyen las más novedosas y avanzadas técnicas de salud e higiene. Tomamos nota. El agua y los baños han marcado la historia reciente de Carratraca, aunque los romanos y árabes que transitaron por estas tierras ya parecían conocer las propiedades curativas de sus aguas. No en vano, el actual nombre de Carratraca proviene de la voz árabe "Karr-al-krak", que significa "limpiar de lacra". Pero el recorrido del agua no termina aquí. Doña Trinidad Grund, al amor de las propiedades curativas del agua, decide establecerse en la localidad, para ello ordena construir una hermosísima casa-palacio de estilo mozárabe donde recibía a sus familiares, amigos y a parte de la burguesía malagueña de aquel mediado siglo XIX. La casa-palacio se sitúa un tanto más adelante del balneario y es una construcción espectacular. Se recorta contra la sierra de Alcaparaín y desde ella se otean parte de los campos del Valle del Guadalhorce. Pintadas sus paredes en intenso albero y ribeteadas en grana, con unos juegos arabescos en pilastras, ventanas y puertas que la dotan de una inusitada fuerza visual. En la parte trasera del edificio, los balcones de madera y hierro forjado se abren a una panorámica de cerros y huertas espectacular. La casa-palacio de Doña Trinidad Grund es ahora el consistorio carracatreño. Al conjunto de la casa le acompaña una torre octogonal de similares características y que es, de facto, puerta de entrada al centro de interpretación "Un manantial para un balneario". Entramos. La responsable del centro, Pepi, nos detalla la historia del balneario, la leyenda que atribuye al contrabandista Juan "El Camisón" el redescubrimiento de las propiedades curativas del agua, etc. Gracias a un audiovisual nos situamos históricamente y en el interior, una docena de paneles explicativos nos relatan los hechos más notables y curiosos de esa legión de "agüistas" que visitaron y disfrutaron del balneario en el XIX, tras su inauguración oficial en 1856. Destacar quizá dos anécdotas: la primera de ellas está formada por la crónica social, donde los periodistas, apostados en el interior y exterior del balneario criticaban y puntuaban los vestidos y modelos que lucían las señoritas de la época; la segunda era el juego, ya que mientras las mujeres recibían los tratamientos curativos, los hombres jugaban celebradas partidas de cartas, donde las fortunas cambiaban de unas manos a otras en cuestión de horas. Y es que Carratraca fue centro de la burguesía malagueña durante muchos años. Con la disculpa de "tomar las aguas" eran muchos los empresarios y políticos que cerraban tratos y negocios entre las timbas o en los paseos. El balneario también atrajo a personalidades como el poeta Rilke, Alejandro Dumas o el premio Nobel del Literatura de 1977, el malagueño Vicente Aleixandre (ya en el siglo XX). Todos ellos orquestados siempre bajo la batuta de la gran anfitriona que fue Doña Trinidad Grund. El centro de interpretación está pintado de azules, sus paneles se asemejan al fluir del agua y una dulce sintonía de rumores fluviales acompaña todo el recorrido. Gracias a los paneles el visitante puede hacerse una idea muy aproximada de cómo pudieron ser aquellos años.

La plaza de toros, sobre la piedra de la montaña

Dejamos atrás la casa-palacio de Doña Trinidad Grund y continuamos nuestro camino. A menos de cien metros de distancia se encuentra la plaza de toros de Carratraca, un coso que puede alojar a cerca de 3.000 espectadores y que fue construido en el año 1878. Esta plaza de toros tiene dos particularidades, la primera de ellas es que el graderío está construido sobre la roca de la montaña, recortado a la misma a modo de anfiteatro romano; la segunda es que este es el escenario natural en el que se desarrolla la representación de la Pasión en Semana Santa. Representación muy querida por los vecinos y vecinas, que se vuelcan en su preparación y organización y que todos los años recibe miles de visitantes. Aunque no se puede acceder al interior del coso, sí se puede ver toda su formación desde las puertas enrejadas del exterior. Es aconsejable dar este pequeño paseo para contemplar la curiosa construcción de la plaza (y también con el ánimo secreto de hacer apetito para degustar las excelencias de la Fonda Casa Pepa). A la salida de la plaza nos encontramos con un carracatreño que nos cuenta, entre otras muchas cosas, que él representó el papel de Jesucristo en dos ocasiones y que el espectáculo merece la pena por la meticulosidad con la que se lleva a cabo. Los carracatreños son de carácter afable y así pasamos el rato charlando acerca de la artesanía, él es un artesano del reciclaje y nos muestra algunas pulseras, pendientes y collares que realiza con... (nos pide que no revelemos el producto secreto con el que están elaboradas algunas de las piezas, y así lo hacemos), de la vida en el pueblo, de sus quehaceres cotidianos... Una charla amable que nos permite apreciar más si cabe las singularidades de este pueblo. Es mediodía, ha llegado la hora de la Fonda Casa Pepa.

La Fonda Casa Pepa, punto y aparte

Recomendados y orientados por un amigo, Ramón, optamos por este restaurante. Se sitúa en la calle Baños, muy próximo a la entrada al balneario, y no tiene pérdida. Todos los vecinos y vecinas lo conocen y el artesano carracatreño con el que hemos charlado nos ha sonreído cuando le preguntamos dónde comer y nos corroboró: la Fonda Casa Pepa. La entrada al restaurante es humilde y cuando la traspasamos creemos habernos equivocado de puerta. Esto no es un restaurante, es una casa particular. En el centro de la vivienda, un patio repleto de flores y plantas, tras el patio, una mujer guisa entre las ollas de su cocina, nos mira y sonríe. Todas las habitaciones que se encuentran alrededor del patio han sido transformadas en salones de comida. Mesas desparejadas con sillas desparejadas cubiertas con manteles de papel. En las paredes, fotografías de bodas y comuniones familiares, un joven vestido de color caqui, tonos sepia y coloridos de los años setenta. Hay un ligero bullicio y algunas mesas ya están ocupadas. Pedimos sitio para dos y nos ubican en una de las salas que se encuentran a la izquierda. No tendrá más de doce metros cuadrados y nos apiñamos sobre una mesa presidida por una botella de tinto y otra de gaseosa. Todo es casero y auténtico, y por el toque kitsch parece extraído de una película de Almodóvar. Una chavala joven nos dice: - De primero hay arroz, berza y callos. - Yo, callos-, comento. - Yo, berza-, solicita mi acompañante. Dos minutos más tarde regresa la chica y nos planta dos enormes pucheros sobre la mesa. - Que aproveche-, nos dice. Huele delicioso, asciende el vapor preñado de aromas y casi podría percibirse el perfume de todos los pucheros de todas las abuelas malagueñas prendidos en esa olla. Nos servimos uno, dos, tres cazos. Intercambiamos callos y berza. Parece que estamos en nuestra propia casa. El volumen del restaurante aumenta y nos percatamos de que se ha llenado en apenas quince minutos. Más tarde la chica nos dirá que también se puede reservar y que desde hace un par de años, la Fonda Casa Pepa se pone a rebosar los fines de semana. Vaya aquí el teléfono para situarlo dentro de sus comedores de cabecera: 952.458.049 / 686.401.610. Nos miramos y disfrutamos del sabor auténtico. Retirados los peroles, la chica regresa. - De segundo hay albóndigas, carrillada, y huevo con "papas" y chorizo. - Yo, carrillada-, digo. - Yo, albóndigas-, dice mi acompañante. Dos minutos más tarde, allí están sendas bandejas de guisos y, de acompañamiento de la casa, unas porciones de chorizo frito. Todo es casero y delicioso. El viajero no encontrará aquí delicadezas, pero sí un sabor completamente auténtico, sin distracciones ni alharacas, comida sólida y contundente, comida de antaño y comida de siempre. A estas alturas el restaurante ya está lleno. Un buen grupo de amigos con hijos se ha recolocado en nuestro comedor y allí parten el pan y los callos como buena familia. - De postre tenéis flan, plátano o naranja-, nos comenta, de nuevo, la chica. - Creo que no queremos nada más, gracias, la cuenta, por favor. Dos minutos más tarde reaparece y nos dice: -16 euros. - ¿Cada uno?-, preguntamos. - Nooooo, los dos-, nos señala. 16 euros, los dos. La Fonda Casa Pepa de Carratraca no logrará nunca una "estrella michelín", pero tampoco nunca le hará falta. Curioso lugar. Excelente comida tradicional. Muy buen trato. Mejor precio.

Despedida

Paseamos con el fresco de la primera hora de la tarde. Caminamos un trecho para bajar la comida. Paramos en la plaza de la Constitución y escribimos la consabida postal que hemos adquirido en la tienda del balneario. En ella relatamos la historia de las aguas sulfurosas, hablamos de Doña Trinidad Grund y de su casa-palacio, describimos la plaza de toros con el graderío de piedra ganado al monte, de la torre, del artesano, de la Fonda Casa Pepa y así nos comprometemos a regresar a Carratraca para "tomar los baños", degustar la comida tradicional y quizá perder una o dos fortunas jugando a las cartas como aquella burguesía del siglo XIX.

Consejos útiles y enlaces de interés

El balneario: Sin duda es uno de los privilegios con los que cuenta la localidad. El listado de tratamientos y de precios es amplísimo y puede adecuarse para la mayoría de los bolsillos. Su visita, dada su trayectoria y trascendencia histórica es inexcusable y muy recomendable. Se pueden encontrar todos los datos en su página web: Thermasdecarratraca.com. El teléfono de contacto es (+34) 952.48.95.42.
El "Embrujo de la Luna Mora": El primer fin de semana de septiembre se celebra en Carratraca el "Embrujo de la Luna Mora", una fiesta en la que se recrean los usos y costumbres árabes que conformaron la historia de la comarca. Un zoco con puestos de artesanía, talleres, música, artes circenses, etc., es el centro principal de la fiesta, al que se suman otras actividades como danza o degustación de platos típicos andalusíes. A las siete de la tarde se apagan las luces del municipio y se encienden miles de velas que dotan a Carratraca de un ambiente mágico inigualable. Para más información, visitar la página web: www.embrujodelunamora.com
Enlaces de interés: Como referencia hemos tomado la página web del Patronato de Turismo de la Costa del Sol y la página web municipal de Carratraca, además de la web de la Red de Patrimonio del Guadalteba.

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